Póster promocional de la segunda temporada de ‘Riviera’. (Fuente: Movistar+)
Hace unos años, tal vez unos cinco, era muy habitual encontrarse con mesas redondas en festivales y jornadas dedicadas a la ficción televisiva que se preguntaban si había una burbuja de series. Era la época en la que Netflix empezaba a pisar el acelerador en su producción propia y los canales españoles se apresuraban a traer los últimos estrenos con mejor pinta, y no sólo estadounidenses: nos llegaban ficciones británicas, escandinavas, italianas y francesas que antes tardaban bastante en verse en nuestro país, o nunca se veían.
Eso dio la sensación de que había una avalancha de novedades todos los meses con la que resultaba imposible estar al día, y se creó la percepción de que estábamos ante una burbuja, como si las series fueran las puntocom de finales de los 90 o hasta el ladrillo de la primera mitad de los 2000. En realidad, nunca hubo burbuja porque ese término implica que, en algún momento, se tiene que pinchar. Las puntocom se arruinaron en 2001 y mejor no recordamos lo que ocurrió en 2008. Las series mantienen buena salud en 2019 y el ritmo de producción no ha descendido. En Estados Unidos continúa rozando los 500 proyectos desde hace varios años. Pero sí se mantiene la sensación de que no hay modo humano de estar al tanto de todo lo que se estrena.
No hay que hacerlo. Hace ya un tiempo, un crítico estadounidense comparó la inflación en la emisión de ficciones televisivas en aquel país con el mercado editorial. Todos los años se publican demasiados libros para que no ya un lector corriente, sino un crítico literario pueda llevar el ritmo de la industria y leerse todo lo importante. Siempre va a tener lagunas. El tiempo que se puede dedicar a ponerse al día es el que es, así que se asume que otro crítico llegará a los libros que él o ella no consiga leer en su momento.
Así funciona también el negocio de la crítica de series. Lo que a mí no me da tiempo ya lo cubre otra persona, y con lo que hay que aprender a vivir es que, probablemente, jamás podrás ver esa serie noruega sobre fútbol de la que medio Twitter está enamorado. Qué se le va a hacer.
El término “burbuja de series” ha dejado de tener sentido. No vamos a dejar de verlas de repente, ni van a dejar de producirse. Se podía hablar de ello en los albores de los Netflix Originals, pero ya no es ninguna novedad, sino que constituye el día a día de cualquier aficionado. Y, además, implica que esto de la ficción televisiva es un fenómeno nuevo, una cosa extraña de estos tiempos digitales, que tampoco es el caso.
La saturación de las “series de prestigio”
¿Hay una burbuja también de “series de calidad”?fueradeseries.com