Uno de los números musicales de ‘Central Park’. (Fuente: Apple TV+)
El musical es un género que ha ido yendo y viniendo en televisión. Ha tenido momentos álgidos (como las series de Dennis Potter, Pennies from heaven y El detective cantante) y otros tirando más hacia la vergüenza ajena (Cop Rock, que tiene sus admiradores), pero nunca se ha dejado de lado por completo. Los episodios especiales musicales son todo un clásico en las series de network, sobre todo, pero sí se nota que, desde hace unos años, el género está volviendo con cierta fuerza a la pequeña pantalla.
Quizás fue el éxito de Glee, en 2009, lo que impulsó la nueva hornada de series musicales que culmina en el reciente estreno de Central Park, en Apple TV+, y The Eddy, en Netflix, dos ficciones que no podrían estar más alejadas temáticamente entre sí, pero para las que la música resulta fundamental. Y que, además, representan las dos corrientes que existen en este género. Una lo trata como una extensión más de la trama y la evolución de los personajes, que se arrancan a cantar porque sus emociones son tan abrumadoras, que hablar no es suficiente para expresarlas. La otra intercala las canciones entre la trama. También pueden representar puntos de inflexión, pero están ahí más porque sus personajes trabajan en un club de jazz, o están montando un musical, por ejemplo.
Desde la serie de Ryan Murphy, se ha probado suerte con otras ficciones musicales que querían ser más adultas y que se centraban en el backstage de Broadway, de la música country o del hip-hop (Smash, Nashville y Empire), o que aspiraban a mostrar el nacimiento de un nuevo estilo musical en medio de una ciudad dilapidada (The Get Down) o de un país todavía bajo una dictadura (45 revoluciones). También se apostó hasta por rarezas como Galavant, un cuento con caballeros, princesas y reyes malvados con canciones de Alan Menken, y todo eso ha allanado el camino para que esta temporada tengamos una nutrida representación del género en televisión.
Incluso habiendo perdido a una de las mejor lo aprovechó para contar su historia, como Crazy ex-girlfriend, 2019/20 nos ha dejado las ya mencionadas Central Park y The Eddy y hasta esa revisión meta a todo un fenómeno de Disney Channel de los últimos veinte años como es High School Musical: El Musical: La Serie.
Una imagen de ‘Zoey’s Extraordinary Playlist’. (Fuente: NBC)
En la ficción de las cadenas en abierto norteamericanas han coincidido dos series musicales. Una era una sitcom sobre un coro de iglesia con Anna Camp y Bradley Whitford como protagonistas (Perfect harmony) y la otra seguía a una joven programadora informática que descubría que podía escuchar, en forma de canciones, los pensamientos de sus colegas (Zoey’s Extraordinary Playlist). La segunda es la que sigue la ruta del musical más clásico, con grandes números con coreografías (recordando un poco a Eli Stone, en la que su protagonista veía a la gente cantando como efecto secundario de un tumor cerebral), y la que ha convencido más a la crítica.
Siendo justos, deberíamos que han sido tres las ficciones musicales de las networks, porque Katy Keene, el spin-off de Riverdale, ha optado por ese camino también.
Todas ellas beben, de una manera o de otra, de las diferentes tradiciones de este género, tanto en el teatro como en el cine, porque una de las series de Netflix que más desapercibida pasó el año pasado era un musical en el que sus personajes hacían playback de éxitos muy conocidos, Soundtrack, que era justo el estilo de las ficciones de Dennis Potter. Les cuesta, de primeras, vencer las reticencias de algunos espectadores a los que les chirría que un personaje, en vez de hablar, se ponga a cantar, pero pueden ganar un fandom muy fiel si consiguen abrirse un hueco.
Al final, estas series musicales no parece que vayan a abandonar nuestras pantallas más pronto que tarde. En julio, Apple TV+ volverá a apostar por el género con Little Voice, cocreada por J.J. Abrams y Sara Bareilles, y no olvidemos que Netflix tiene en su catálogo una antología de episodios que dramatizan canciones de Dolly Parton. Hay variedad en estas series y hay hueco para los temas adultos y las canciones pegadizas.
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