Esta crítica se ha escrito tras ver los tres primeros episodios de ‘Parot’ y no contiene spoilers.
Es habitual que la jurisprudencia sea puesta en duda por profesionales y también por ciudadanos rasos que nos limitamos a tener una opinión, en principio, en función de la información a la que hemos tenido acceso. Es algo normal y provoca que, a veces, las leyes no sean como querríamos. Algo así sucedió con la doctrina Parot, modificada en el 2008 por el Tribunal Constitucional de España y resuelta en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos en 2013. No me explayaré en dar más detalles porque carezco de los conocimientos para argumentar públicamente sobre ella, antes y después de arrancar la serie con el nombre de Parot que nos trae Amazon Prime Video.
Ahí reside el inicial defecto de la propuesta: no nos cuenta sobre qué se sustenta el concepto de la serie y toda la temporada. Hay gente a favor y en contra, se implica a asesinos, violadores y miembros de ETA y, de alguna forma, se nos dice que todo el mundo piensa que la decisión de liberar a presos está mal, salvo la protagonista y porque es un poco cabezona. Ella es una policía bastante joven que en su adolescencia tuvo que denunciar a uno de los violadores, que ahora sale libre como consecuencia de la aplicación de la doctrina Parot.
El comienzo de la serie es una trampa en sí misma. Se nos dice que lo habitual es estar en contra, pero no de qué. En ningún momento nos dan unas herramientas mínimas para que intuyamos qué opinión podríamos tener, se plantea como una pelea de buenos contra malos sin contarnos cuál es la guerra que se libra. Cuando se me quiere incorporar a un bando sin explicarme si vamos a setas o a Rolex, me incomoda. Y esa sensación no abandona al espectador al menos durante los tres primeros episodios.
Pero incluso dejando de lado que la premisa chirría, como mero drama policial tampoco acaba de funcionar. Se nos presentan dos arcos, por un lado el de Isabel (Adriana Ugarte), esa agente valiente que tendrá que enfrentarse cara a cara a su agresor, llamado Haro, y por otro lado una mano negra que se dedica a eliminar a un grupo específico de presos que salieron de la cárcel el mismo día y sin más relación aparente entre ellos.
Lo que mejor rueda es el personaje de Haro (Ivan Massagué) o el proceso que inicia para vengarse de su acusadora; hay que reconocerle el mérito a una estrategia que apuesta por desquiciar a la víctima y que resulta tétricamente divertida. No pasa lo mismo con la persecución del asesino en serie, que se ve demasiado salpicada por la relación de Isabel con su compañero (Javier Albalá) y que parece olvidar el trabajo de investigación.
El resultado es una serie que se deja ver, pero no que no hace reconocer su voz propia, ni como thriller ni como denuncia. Una oportunidad perdida tanto por el tema que trata como por el equipo con el que se cuenta.
‘Parot’ está disponible en Amazon Prime Video.