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Lo que avergüenza al creador de ‘BoJack Horseman’ del Netflix de hoy

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La serie de Lisa Hanawalt solo ha durado una temporada. (Fuente: Netflix)

Netflix no es precisamente un santo (que le pregunten a Álvaro Onieva por el machetazo a Día a día), pero parece que no todos los tiros que se oyen salen de su escopeta. Hace apenas unos días, Raphael Bob-Waksberg, el creador de BoJack Horseman, una de las series animadas estrella de la plataforma, confesó a Los Angeles Times que el cambio en el modelo de negocio de Netflix le parecía “una vergüenza”; sin embargo, no está muy claro si tiene razón.

El arrebato de la mente detrás de la serie del caballo existencialista venía a cuento de la cancelación de Tuca y Bertie, producida por la misma compañía, firmada por Lisa Hanawalt (diseñadora de producción en BoJack) y en la que Bob-Waksberg ejercía como productor ejecutivo. La serie, que contó con Tiffany Haddish y Ali Wong como voces de su pareja protagonista (dos aves muy modernas con un día a día lleno de tribulaciones), fue cancelada el pasado julio tras su primera temporada, cuando solo hacía un par de meses que se había estrenado en Netflix. Según el creador de BoJack Horseman, esta no es la misma actitud que la plataforma adoptó con respecto a su serie, que comenzó su andadura en 2014.

Al jaco y compañía, asegura, se les dio una manga ancha para asentarse en el catálogo y encontrar su público que Tuca y Bertie no ha recibido. Insiste, además, en que BoJack Horseman, aun siendo el emblema de la animación seria y adulta que es hoy, no despertó precisamente un fenómeno viral con sus primeras temporadas: “Por aquel entonces, mi sensación era que Netflix entendía que construir estas cosas lleva tiempo. Es una vergüenza que se estén alejando de eso”.

La serie de Bob-Waksberg tampoco se ha librado del cuchillo. (Fuente: Netflix)

Los animadores también se sindican

Quizá el no morderse la lengua de Bob-Waksberg (también detrás de Undone, de Amazon Prime Video) tenga algo que ver con que BoJack finalizará pronto: la segunda mitad de su sexta temporada, que verá la luz en enero de 2020, será la última vez que sepamos del caballo depresivo. No mucho antes de conocer la triste noticia, supimos también que el equipo de animación de la serie estaba luchando ferozmente por afiliarse a la TAG (The Animation Guild), un sindicato que les aseguraba, entre otras cosas, una diferencia de unos 500 dólares semanales en sus salarios.

Los profesionales de más de 50 series de animación de Netflix tienen cobertura sindical, pero los animadores de BoJack Horseman fueron hasta el pasado mes de junio una de las excepciones (pese a que los empleados de guion y doblaje estuvieron sindicados desde el primer momento).

Algunos, como es natural, dispararon sus esputos contra Netflix y quisieron demonizar a la empresa por cortarle al grifo a la serie tras la afiliación. Sin embargo, cuesta pensar que esta fuera una razón de peso para la plataforma, que tiene sindicados a los animadores de otras tantas producciones; y a la que, como explicó perfectamente Valentina Morillo aquí, en cierto modo ni le iba ni le venía todo ese rollo: Netflix había licenciado la serie por un precio fijo a Tornante, la compañía propiedad del ex-CEO de Disney Michael Eisner, y sería esta la que tendría que vérselas con el aumento de costes por los convenios en sus contratos con Shadowmachine, la empresa animadora.

Resulta que lo mismo pasa con Tuca y Bertie. Aunque es cierto que en Netflix podrían haber querido quitarse de encima la mala prensa que dan las protestas, la verdad es que unos animadores sindicados no habrían costado nada, al menos directamente, a la plataforma. La pelota habría estado en campo de Tornante. No obstante, la cancelación bien podría deberse a cuestiones creativas o de audiencia sobre las que, como siempre ocurre con Netflix, sabemos más bien poco.

Por tanto, la hipótesis del sindiós absoluto es nuestra apuesta más fuerte con respecto a la luz roja para Tuca y Bertie. Todavía cuesta tener claro si incluso BoJack Horseman debía terminar donde lo hará. Después de que el equipo de la serie dejara por loco a un Aaron Paul que achacaba el hachazo a los viperinos suits de Netflix, y subrayara que el cierre estaba planeado desde mucho antes de la polémica sindical, Bob-Waksberg (que no pierde una oportunidad de rizar el rizo) remarcó la semana pasada que él habría seguido con la serie de no ser por los designios de la compañía de Reed Hastings. A este ritmo, tardaremos en saber qué pasó de verdad con Tuca y Bertie. Id viéndola mientras tanto.

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antonio

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