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‘Bonding’ de Netflix, criticada por su pobre representación del BDSM

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Zoe Levin protagoniza ‘Bonding’. (Fuente: Netflix)

“Si te dijese lo que vamos a hacer antes de hacerlo, entonces no lo harías”.

Son unas palabras que le dice Tiff a Pete, la pareja protagonista de la comedia de Netflix Bonding, una dominatrix y su mejor amigo respectivamente. Y aunque se trata de un producto evasivo y con pocas pretensiones, su aproximación al mundo del BDSM (conjunto de prácticas eróticas relacionadas con la dominación y el masoquismo) ha levantado ampollas entre algunos espectadores, entre quienes se encuentran varias dominatrix reales y trabajadoras sexuales.

“Entiendo que esto se supone que es un diálogo cómico. No es divertido”, comenta en Twitter Lacey Louix sobre el diálogo que encabeza este artículo, “Va contra la idea de SSC (seguro, sano, consentido) y R.A.C.K. (conocimiento consensuado de los riesgos de los morbos sexuales). Palabras clave: estar advertido y consenso”. Más allá del patinazo que supone esa frase, otras personas familiarizadas con estas prácticas señalan la falta de verdad que hay en Bonding.

“Parece que la serie, a pesar de sus buenas intenciones, ha errado el tiro en la representación realista de dominatrix profesionales y sus clientes, por no mencionar algunos de los aspectos más técnicos del trabajo (las cuerda, por ejemplo). Hay muchas personas cualificadas en Los Ángeles que podrían haber proporcionado una guía asequible”, señala Princes Marx. En otro tuit, Tess McGill va en la misma dirección: “Las trabajadoras sexuales no somos su público objetivo, ni parece que fuimos consideradas durante el proceso de producción. Esto es para mujeres civilizadas en edad universitaria que desean meter la nariz en el mundo de las trabajadoras sexuales por las risas sin tener que asumir ningún riesgo”.

No le falta razón en que Bonding no pretende ser especialmente exhaustiva. Rightor Doyle, su creador, avisó en Instagram antes del estreno que la serie “está vagamente basada en mi experiencia real siendo ayudante de una dominatriz cuando me mudé a Nueva York”. Explica que quería contar una historia sobre un chico gay que todavía está descubriendo su sexualidad, pero vigila la puerta de su mejor amiga de la infancia mientras esta ata en la cama a un señor. “A medida que experimentamos un cambio cultural traído en parte por el movimiento Me Too, las historias salvajes y divertidas de aquella época de mi vida se enfocaron como alegorías de poder, secretos y consentimiento”, dice.

En respuesta a su justificación, Mistress Synful Pleasure le contestaba: “Entiendo que la serie se base vagamente en una experiencia personal, pero promueve los estigmas sobre la dominación profesional. Las inexactitudes alimentan el estigma del BDSM y la serie no muestra cómo es la vida de una dominatrix en absoluto. ¿Por qué es una zorra 24/7? ¿Por qué lleva un collar con un anillo de O? ¿Por qué su corsé no le encaja bien? ¿Ella no examina a sus clientes? ¿Hay falta de negociación y consentimiento? Venga, aunque solo esté vagamente basado, se podría haber hecho una mejor representación de BDSM”.

La primera temporada de ‘Bonding’ se estrenó el pasado 24 de abril en Netflix.

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alvaro

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