‘American Dragon: Jake Long’ (Fuente: Disney)
El otro día, viendo Hora punta (y Hora punta 2, y Hora punta 3…), me di cuenta del enorme tótem que es Jackie Chan. Y me invadió el recuerdo de una serie inspirada en el actor y especialista hongkonés, hijo de refugiados de la guerra civil china, que recuerdo haber visto en algún canal español de Disney de niño. Se trataba de Jackie Chan Adventures, una historia del 2000 sobre magia y folklore chino light diseñada por Jeff Matsuda, que hizo también la Batman de 2004. Corrí a buscarla en Disney+, asumiendo que pertenecería al conglomerado del ratón, pero resulta que es una serie de Warner y no hay manera de encontrarla.
No os imagináis la joya que era. Un usuario de IMDb, un tal Thacdalia, comentaba en 2004 que la veía con sus hijos porque “representaba una familia sana en la que todo el mundo es importante, incluso los ancianos”. Ay. Quise contentarme con un sucedáneo, American Dragon: Jake Long, que calza ya 15 añazos, esta sí, propiedad de Disney, y tampoco hubo manera. Lo cierto es que salir en busca de las grandes series de infancia y darse de morros contra el muro inhóspito de Justwatch es una sensación horrorosa, y con Disney+ (que no tiene culpa de que yo no encuentre al Jackie Chan de dibujines, por otra parte) y la hornada de animaciones del Disney Channel de los 2000 ocurre bastante.
Un artículo de Valentina Morillo ponía de relieve hace unos días lo enjuto del catálogo de la plataforma en según qué aspectos. “Cuando se lanzó, Disney+ tenía 3.931 horas de contenido, unas 23 semanas de visionado; el contenido no heterosexual podría verse en solo media hora”, escribía, replicando las palabras de Russell T. Davies. El menú de Disney+ arrastra la maldición de grandes desaparecidos, también en cuanto a series de esa etapa dorada para los millenials tardíos, entre la animación clásica y la actual. A ojo, he contado 169 series en toda la plataforma, y solo Kim Possible, Phineas y Ferb y La banda del patio responden a ese patrón. La cuenta de Twitter de atención al cliente de la plataforma aseguró en enero que añadirían pronto la del dragón, pero la cosa ya no va solo de eso.
El pecado original de Disney+ es tener una historia que reconstruir. Netflix, por ejemplo, desde que se lanzara a la producción original en 2013, va definiéndose sobre la marcha, pero a la casa de The Mandalorian la precede un pasado con el que hay que ajustar cuentas. Es injusto, sí, pero natural. Sobre todo cuando la estrategia a seguir es apelar a los nostálgicos para que pongan a sus hijos las series y películas de su niñez y vean con ellos sus remakes, convirtiéndose así en la plataforma total de los hogares. La versión de la historia de Disney+ es escuálida, e ignora un inmenso valle entre los productos más antiguos, del corte de Patoaventuras, y la animación contemporánea, con Gravity Falls a la cabeza.
Esto no se debe, supongo, al miedo a generar polémicas por series ya hechas, emitidas y olvidadas: American Dragon: Jake Long, que podría entenderse simplemente como una caricatura racista, y que en realidad se sirve de la inmigración china en urbes como Nueva York para construir una conversación con el orientalismo y las formas del anime donde entran en juego cuestiones como la identidad o el legado familiar y su trasvase internacional, no ha pasado la criba. Los Proud, retrato clasicista de la experiencia de una familia negra, sí. American Dragon, por el momento, se puede comprar en Estados Unidos a través de iTunes. Algo es algo. Con la de Jackie Chan, lo mismo. Y nosotros viendo Patoaventuras.
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