Blanca Suárez es una de las protagonistas de ‘Las chicas del cable’. (Fuente: Netflix)
El pasado viernes, Las chicas del cable se despidió de sus seguidores con el lanzamiento de sus últimos cinco episodios. Concluía el camino de la primera serie que Netflix hizo en España y una de las producciones internacionales de la compañía que más ha calado. Porque la serie de Bambú Producciones se despide tras cinco temporadas y cuarenta y dos episodios, una cifra no especialmente alta en el mundo de las series, pero sí en comparación con la mayoría de las ficciones de la plataforma roja.
Estos mismos días, Netflix ha dado carpetazo a un buen número de series, en casi todos los casos con lo que yo llamo una “cancelación con pomada”; en vez de anunciar que una serie no seguirá tras haberse visto su última temporada, que era la estrategia de las cadenas tradicionales de televisión, ellos optan por anunciar la renovación por una temporada más, que será la final. Así, parece ser, quieren amortiguar el enfado de los fans por la cancelación y dar sensación de que sus series tiene, al menos, un final previsto y meditado (y evitar así todo el drama que hubo con Sense8), pero lo cierto es que muchos de los títulos que zanjan de esta forma podrían haber continuado, a nivel creativo, algún tiempo más. Pongo un ejemplo: GLOW terminará en su cuarta temporada, pero la tercera demostró que no solo estaba en plena forma sino que había cogido el tono mejor que antes.
Ozark acabará en su cuarta temporada, El método Kominsky y Dead to me en la tercera y la última en caer ha sido Las escalofriantes aventuras de Sabrina, que tampoco pasará de la cuarta. La serie de Jason Bateman llegará hasta los 44 episodios y la de la bruja adolescente a los 36, mientras de las otras dos no se ha anunciado el número de episodios de la tanda final, pero quedarán en cifras parecidas o inferiores. Esa es la tónica de Netflix, series de 3 o 4 temporadas y a otra cosa. Quedan muy lejos las apuestas de largo recorrido como House of Cards (6 temporadas, 73 episodios), Orange is the new black (7 temporadas, 91 episodios) o Grace and Frankie (6 temporadas, 78 episodios).
Junto con las comedias Unbreakable Kimmy Schmidt (4 temporadas, 52 episodios), Madres forzosas (5 temporadas, 75 episodios), Bojack Horseman (6 temporadas, 77 episodios) y The Ranch (8 temporadas, 80 episodios), esas han sido las únicas series adultas originales de Netflix en sobrepasar la barrera del medio centenar de capítulos. Mirémoslo de otro modo: en el modelo de las networks norteamericanas de 22 episodios por temporada, una serie llega a los 66 episodios con la tercera, y solo seis producciones de Netflix han llegado hasta ahí. Ninguna ha alcanzado el episodio 100, mientras que cientos de títulos acaban siendo las gallinas que entran por las que van saliendo.
La longevidad de Las chicas del cable no es precisamente la de Anatomía de Grey (363 episodios, 16 temporadas), Ley y orden: Unidad de víctimas especiales (478 episodios, 21 temporadas) o NCIS (398 episodios, 17 temporadas); pero en Netflix es todo un logro. Tampoco llega a las cifras de Los Serrano (147 episodios), Los hombres de Paco (117 episodios) o La que se avecina (170 episodios), pero parece que el modelo es otro: el de que las series se acaben antes de que les pierdas el cariño. Para unos, será una buena idea no estirar el chicle hasta que pierda el sabor, pero otros no verán sentido a escupir un chicle a la primera mordida para meterse otro distinto en la boca.
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