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Crítica: ‘Orphan Black’ finaliza haciendo justicia para sus personajes

Imagen promocional de la última temporada de ‘Orphan Black’. (Fuente: BBC America)

El Clone Club, las sestras, los “fetch me something gay” de Felix, los eufemismos de Alison para decir alguna palabrota, el elevado factor perturbador de cualquiera de los hombres que ocupaban posiciones de poder en el Instituto DYAD… Todo eso forma parte ineludible ya del legado de Orphan Black, la serie de ciencia ficción de BBC America que finalizó el pasado fin de semana, y cuya última temporada está ya disponible completa en Netflix España.

Esta quinta entrega enfrentaba a Sarah Manning y a todas sus hermanas ante su mayor reto, el de conseguir su libertad arrancándosela al mismísimo fundador de los neolucionistas, al artífice del programa de clonación que las creó y que pretende controlarlas como si fueran su propiedad: P.T, Westmoreland.

Durante sus cinco temporadas, Orphan Black ha ido mostrando cada vez una pieza más de la enorme maraña corporativa en la que están atrapadas las sestras. En la primera entrega era el hallazgo de que eran clones; en la segunda, la existencia de los neolucionistas; en la tercera, la revelación de que había un programa paralelo de clones masculinos, Castor, criados de una manera completamente diferente a los femeninos, Leda; en la cuarta se profundiza más en la mujer que lo empezó todo, Beth Childs, y se descubre que DYAD tiene en marcha otros programas, bastante inquietantes, de selección genética, y en la quinta es donde todo confluye en un solo hombre, ese Westmoreland que entronca la serie con el peor lado de las teorías científicas victorianas.

P.T, Westmoreland y Rachel Duncan, tal para cual. (Fuente: BBC America)

Westmoreland cultiva un halo de misterio a su alrededor y se rodea de un grupo de seguidores que se comporta como si estuviera en una secta. El descubrimiento de lo que están haciendo realmente en esa isla en medio de ninguna parte (con claras referencias a cierto clásico de la literatura) centra la primera mitad de la temporada, movida también por la consecución de la cura definitiva de Cosima (y, por ende, del resto de clones Leda) y por la agenda de Rachel Duncan para medrar en la empresa.

Rachel es uno de los personajes que más se explora en estos últimos diez episodios. Siempre fue la única clon autoconsciente, la única que sabía lo que era y que fue criada para participar desde dentro en el programa de DYAD, pero Rachel está atrapada en una contradicción que marca su devenir en la temporada. La imagen que ella tiene de sí misma puede no cuadrar con la posición real que tiene en ese mundo.

Se consolida como una gran antagonista para Sarah y para una Señora S. que da lo mejor de sí misma en su faceta de conspiradora y buscadora de soluciones heterodoxas para librarse de la persecución de DYAD. Todos los personajes se implican en mayor o menor medida en esa lucha final contra la corporación, aunque Felix se vea algo coartado inicialmente (luego tiene un par de buenos momentos en los últimos capítulos, sobre todo en su exposición artística del octavo) y Delphine tenga poca entidad propia más allá de su relación con Cosima, y del misterio que envuelve siempre todo lo que hace.

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Lo mejor que tiene la temporada es, precisamente, esa comunidad que se crea alrededor de las sestras y que colabora con ellas en su pelea. Mientras en el lado de Neolución es muy común que veamos juegos de poder y maniobras por quitarse de en medio a los rivales, en el Clone Club siempre se apoyan unos a otros. En estos episodios, es Helena, cada vez más cerca de dar a luz a sus bebés, la que centra buena parte de ese apoyo.

Aquel poster de la temporada que homenajeaba un cuadro de Frida Kahlo ha terminado siendo premonitorio del camino que seguiría la temporada.

Fuente: BBC America

La conexión entre Sarah y Helena acaba siendo muy importante, como lo era al principio de la serie, y también termina siendo clave la exploración de la idea de maternidad, de lo que implica ser madre de otra persona, aunque no sea realmente hijo tuyo, y de las ideas retorcidas que ese concepto puede acarrear. Y los sacrificios que se pueden hacer por él.

Por supuesto, continúa resultando fundamental el afianzamiento del sentido de individualidad de cada uno de los personajes, y no sólo de los clones. Ellas luchan para salir del control homogeneizador de DYAD, pero hay otras personas en la serie que tienen también que encontrar sus propios caminos, o que son castigadas justo por ello. Y los temas feministas que siempre han estado en el subtexto de la serie pasan al frente de una manera muy decidida. No en vano hay un personaje que habla de toda una “galaxia de mujeres”.

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La última temporada de Orphan Black tiene tiempo de desvelar nuevas facetas de los malos de la historia a través de P.T. Westmoreland, cuya deconstrucción es el principal motor de la trama, y también de dejar varias escenas de acción bien construidas y hasta un par de momentos bastante gore y sangrientos. Sigue explorando los riesgos de la arrogancia científica y continúa encontrando momentos humorísticos por todas partes, sobre todo en esa descacharrante feria vecinal de Alison y Donnie o en cualquier cosa que haga Helena, incluso estando en una situación de peligro mortal.

El trabajo de Tatiana Maslany se mantiene impecable, y aunque haya habido menos escenas con varios clones juntos, la dedicación al viaje personal de cada uno de ellos pone el toque más emocionante y satisfactorio del final. Y de todas las posibles ideas de spin-off que deja la serie, el que queremos ver es el canal de YouTube de Krystal Goderitch, blogger de moda y luchadora por las causas sociales.

Holy Tilda Swinton!

Las notas de Fuera de Series:

En Fuera de Series puntuamos nuestros análisis en una triple escala de 1 a 5, inspirada en la que usa Little White Lies, en función de lo deseosos que estábamos de ver la serie (“Antes”), lo que nos ha parecido viéndola (“Durante”) y las ganas de ver más y de comentarla con más gente tras hacerlo (“Después”).

Antes: 4

La cuarta temporada había terminado en un tremendo cliffhanger, uno que dejaba en el aire las posibilidades de que Sarah y Cosima salieran vivas de las situaciones en las que se encontraba, y que abría la serie a un nuevo mundo para su última entrega. Desde luego, había bastante curiosidad por ver cómo se cerraba toda la historia.

Durante: 3,5

La trama de Rachel y Kira puede haber sido un poco repetitiva, pero el impulso por averiguar qué oculta P.T. Westmoreland, y por reunir toda la información posible sobre Neolución ha sido suficiente para que la temporada haya tenido un buen ritmo. Y cuando Helena da un paso al frente, aún se eleva todavía más lo que está en juego para todos.

Después: 4,5

Apostar por un final de serie que cierra los caminos vitales de sus personajes es la mejor decisión que John Fawcett y Graeme Manson han podido tomar. Sus últimos tres episodios son tensos, emocionales y dignos de lo que tiene que ser la conclusión de una serie como ‘Orphan Black’, hasta con metarreferencias por ahí.

La quinta temporada de ‘Orphan Black’ está disponible completa en Netflix España.

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