Esta crítica se ha escrito tras ver la primera temporada de ‘La monja guerrera’ y no contiene spoilers.
Generalmente crearse expectativas conduce a grandes decepciones; algo así puede suceder con La monja guerrera, pero es que lo que nos habían prometido era muy jugoso. Desde el jueves pasado podemos ver en Netflix su primera temporada y, teniendo en cuenta el argumento, al menos había que echarle un ojo.
Ava quedó encerrada en un orfanato de monjas perversas cuando era pequeña. Además, el accidente de tráfico que la llevó allí la dejó tetrapléjica y sin madre. Ni la mala leche de sus cuidadoras ni su complicada situación le arrebataron un sarcasmo permanente ante la vida. Tras una muerte temprana termina siendo implantado en ella un halo sagrado que le devuelve el pulso, la movilidad y la posibilidad de huir. Así es como, en contra de la voluntad de todos, se convierte en la monja guerrera de la orden de la espada cruciforme.
No se puede decir que la sinopsis no sea loca. Con una carta de presentación así, y un tráiler en el que podíamos seguir conspiraciones y peleas, prometía ser una serie costra que disfrutar con muchas palomitas. No se puede presentar un título con semejante argumento y luego quedarse en un ritmo conservador y con aspiraciones profundas. Hemos venido a lo que hemos venido.
Y es que ese es su problema, a La monja guerrera le faltan sopapos y persecuciones y le sobra intensidad existencial. Ante un argumento así, lo lógico sería abrazar el desmelene y hacer una serie llena de acción y que se volcara en una trama mágica e irreal. Por contra, el resultado es algo bastante aburrido y dramático, donde se habla demasiado y donde las preocupaciones de una adolescente por su libertad y por vivir la juventud de una forma bastante conservadora baña todo de una cotidianidad decepcionante.
Lo cierto es que es una lástima, porque cuando se pone en plan conspiracional no lo hace mal, y las peleas demuestran que sí se ha prestado atención a este tipo de escenas. Lo tiene todo en la punta de los dedos, pero no llega a alcanzar el pulso que se le pide a una propuesta como esta.
No sabemos si continuará con más temporadas; desde luego siempre se le puede inventar un enemigo a derribar y transformarla en lo que siempre tuvo que ser: una serie con clérigos perversos, muchas peleas y elementos mágicos sin ningún tipo de seriedad.
La primera temporada de ‘La monja guerrera’ está disponible en Netflix.
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