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Crítica: ‘Daybreak’, la comedia ‘teen’ de Netflix, no está mal pero lo parece

En ‘Daybreak’, los adultos desaparecen y a los adolescentes les toca luchar por su vida. (Fuente: Netflix)

Esta crítica se ha escrito tras ver los seis primeros episodios de la primera temporada de ‘Daybreak’ y no contiene spoilers.

¿Puede algo dar más pereza que una serie de Netflix sobre adolescentes estadounidenses que se reorganizan en una California posapocalíptica llena de zombis? Esa es la premisa de Daybreak, una de esas apuestas de la plataforma que parece que llegan para rellenar el catálogo, arrastrando la sensación de que se les dio la luz verde con el par de cientos de miles de dólares que el señor Netflix llevaba en el bolsillo en ese momento y sin darle muchas vueltas más a la cosa.

Detrás de la serie están Brad Peyton, un director canadiense con una extraña e incansable relación con Dwayne Johnson y el cine de catástrofes, y Aron Eli Coleite, productor y guionista en Star Trek: Discovery y Héroes. La familiaridad del primero con la ambientación de Daybreak apoya lo que ya es una sospecha galopante: en Netflix están obsesionados con dar todos los puntos de vista posibles sobre las convenciones de la narración audiovisual. Es cierto que, al oír hablar de la serie y su sinopsis, no pude pensar otra cosa que “por el amor de Dios, otra de esas series de Netflix”, pero la verdad ulterior es que esta propuesta no tiene nada que ver en su enfoque con, por ejemplo, compañeras de tropos como la impecable Black Summer.

En la escaleta de Daybreak, de hecho, los infectados (en términos estrictos, no son zombis ni su mordedura es contagiosa) tampoco chupan mucha cámara. Estas criaturas, en las que los adultos se convierten tras la explosión de una bomba nuclear cerca de Glendale, California, son en realidad otro agente más en el escenario al que se ven arrojados los adolescentes de la ciudad, inmunes a la infección. La lucha por los recursos, la desintegración de la moral como consenso o la necesidad de crear comunidades azotan también a la chavalada, que se organiza en tribus a lo Mad Max pero no es capaz de sacarle un par de centímetros a la alargada sombra de la infantilidad.

Basada en un cómic de Brian Ralph, la producción se da un banquete con la repetición de mecanismos llamativos como la ruptura de la cuarta pared y el “préstamo” de narradores, que regalan a la historia varias inyecciones de interés en los tramos muertos. No obstante, aparecen mucho más como un alivio cómico y un artificio refrescante que como la arriesgada apuesta gráfica y de guion que sí suponían en las páginas del tebeo. En el reproductor de Netflix, seguir a Josh, el protagonista, steadicam en mano resulta bastante menos trascendente que hacerlo desde un modo de representación tan mitológico como el cómic (falso) documental.

El postapocalipsis: series sobre la pérdida

Sí es agradable la presencia de unos gráficos rudimentarios, como de tiza, en pantalla (capricho estético pero también atrevida superposición de varios estratos de narración), o el irregular dispositivo temporal en torno al cual se organiza la historia. Los flashbacks con los que Josh intenta dar forma a su vida de antes de la explosión se activan, de alguna forma, por proximidad: cuando la acción presente aterriza en algún lugar importante del pasado, ese memento ofrece información sobre lo ocurrido en ese espacio tiempo atrás, pero también abre nuevos caminos para el devenir.

Y así, no haciendo mucho pero haciéndolo bien, Daybreak se va posicionando como un comentario acerca de la nostalgia por lo perdido. Como todas las ficciones de vida postapocalíptica, supongo. Pensar en quiénes podríamos llegar a ser en condiciones extremas arroja luz sobre lo que somos ahora. Y Netflix contribuye al caudal de esa macronarración con este tibio alegato sobre el recuerdo, sobre intentar recrear las cosas que tuvimos aunque sepamos que en realidad nunca las volveremos a tener. En ese aspecto particular se esconde el interés de Daybreak; lo demás es una chorrada.

La primera temporada de ‘Daybreak’ está disponible completa bajo demanda en Netflix.

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