Esta crítica se ha escrito tras ver los tres primeros episodios de ‘Katla’ y no contiene spoilers.
Vik es una pequeña población islandesa en la que el volcán Katla lleva un año en erupción, un fenómeno que no había pasado hasta el momento. En el lugar quedan pocos habitantes, pues la mayoría ha huido a la gran ciudad buscando prosperidad y seguridad, lo que ha hecho que sea un sitio bastante triste para vivir. Y las cosas no mejorarán cuando aparezca Ása, una vecina que estaba desaparecida, cubierta por una capa negruzca, desnuda y sin recuerdos del último año. Lo nuevo de Netflix apuesta por la intriga para arrancar, pero habrá más.
Ása no es la única persona en aparecer y entre ellas no hay nada en común, aparte de la situación en que han sido halladas. Aparecen con hipotermia y una costra en la piel que parece ceniza volcánica, no saben qué ha pasado con ellas y ya, eso es todo lo que comparten. Ni desaparecieron en el mismo momento, ni en las mismas circunstancias. Tenemos pistas, el propio tráiler de Netflix hace pensar en algo relacionado con una anomalía en la línea temporal o algún efecto sobrenatural, pero lo sugerente de la forma en que se desviste la trama es una de las cosas que atrapan de Katla y, por eso, no hablaré más de lo que sucede, pero sí de cómo sucede.
El juego de la música, del ritmo al hablar y del tipo de imágenes que muestra hace que pensemos en Dark al momento, la famosa propuesta de tres temporadas que cosechó un ejército de seguidores que siguieron la trama hasta con apuntes. Es una predecesora difícil de batir, pero la verdad es que el arranque promete. Es difícil pensar en muchas hipótesis que encajen con las apariciones que nos ponen delante o, al menos, con una explicación que no sea tramposa y que abrace contextos tan distintos, lo que hace querer continuar viendo el siguiente episodio. Katla es de esas historias que si entras, no la sueltas.
Volvamos al misterio: Ása fue dada por muerta, por su propia familia, con lápida incluida. Y de golpe vuelve a su pueblo, sin saber qué ha pasado de ella, descolocada y sin pistas que nos indiquen qué ha sucedido. Su incomodidad es evidente, los suyos se rindieron, pero no basta con aceptar su regreso. Es extraño lo que ha pasado con ella y con más gente. Algo deben tener en común, porque las personas no producimos una capa de ceniza porque sí, ¿pero qué? La aparente desconexión de los casos, pero la evidente relación provoca que estés todo el tiempo queriendo que los pongan juntos y les hagan hablar, sin embargo la serie opta por tenerlos en tramas independientes que necesitas que se unan. La situación del Katla pasa a un segundo plano cuando ves algo así, pero es evidente que guarda relación.
Lo fantasmagórico del lugar, la poca gente que queda y el aire de la propuesta da sensación de miedo antinatural. No se trata de un secuestrador, hay algo más, más complejo y que promete un rompecabezas interesante. Son ocho episodios, los tres primeros firman unos cheques que no son fáciles de pagar, pero sin duda me quedaré a ver por dónde tira. Me tienen dentro, enganchada a la historia y queriendo empezar a alargar hilos rojos que relacionen cada vida.
‘Katla’ está disponible en Netflix.