Javier Veiga y Marta Hazas producen ‘Pequeñas coincidencias’. (Fuente: Amazon)
Esta crítica se ha escrito tras ver los cuatro primeros episodios de ‘Pequeñas coincidencias’ y no contiene spoilers.
Pese a tener su Atresplayer Premium (plataforma donde se volcarán en primera ventana series originales como Veneno) en el punto de mira a partir de ahora, Atresmedia Studios también ha producido contenidos que después se estrenan en plataformas ajenas. Es el caso de Pequeñas coincidencias, que llega esta noche a Antena 3 después de alojarse en Amazon Prime Video desde diciembre.
La serie, una comedia romántica de manual creada por Javier Veiga y producida por él y Marta Hazas, fue la primera producción de Prime Video en España (antes de que se anunciaran otras como El Cid) y nació a partir de un piloto que se fue enseñando a las cadenas, algo poco habitual en nuestro país. En ella, Veiga y Hazas interpretan a dos adultos que caen de cabeza en la histeria del instinto paternal/maternal. Los personajes, cada uno con una forma muy diferente de entender el amor, parecen destinados a encontrarse y, sin embargo, no se conocen de nada.
En un homenaje y reivindicación de las rom-com de los 90, la serie tampoco toma demasiados riesgos a la hora de postularse dentro del género. Su estrategia principal para contar la historia, sencilla pero 100% eficiente, es la constante contraposición de Javier y Marta (los personajes se llaman igual que los actores, que además son pareja en la realidad) como polos opuestos en tal o cual aspecto del amor.
Su muy acertado comienzo, por ejemplo, sienta las bases de la narración y ajusta las expectativas para lo que vendrá después con solo dos planos. En el primero, Marta sobre un taburete con un vestido de novia y cara de higo. En el segundo, Javier se desvive corriendo por una calle madrileña embutido en un traje. Como la serie irá remarcando después, este es el gran resumen de su actitud hacia el amor: ella se sienta a verlas pasar; él corre como loco a la siguiente aventurita que le permita prolongar un par de segundos una juventud moribunda entendida como equivalente al alboroto y al rechazo de todo compromiso.
A partir de ahí, el juego de Veiga es seguir vistiendo esa dicotomía con ropas distintas a lo largo de episodios de 50 minutos ligeros como vasos de agua. Un bucle de montajes paralelos nos pasea de la mano por los miedos de la (m/p)aternidad moderna, un tema de moda porque, según el creador en su entrevista con Fuera de Series, “antes no existía”. Afirma que, en la generación de sus padres, nadie se preguntaba si quería tener hijos o no, pues lo raro era no tenerlos.
Marta y Javier afrontan el amor de maneras muy distintas. (Fuente: Amazon)
De esa crisis-de-la-generación-sin-relato de toda una añada de españoles se impregna Pequeñas coincidencias, aunque con un fortísimo entallado en la representación de una clase acomodada que puede permitirse hacer de las citas a ciegas su vida entera. Aunque jovial como buena rom-com, Pequeñas coincidencias no deja de ser el romance accidentado de dos pijos (los personajes) que esconde la duda existencial de ciertas edades de la clase alta. Aderezada por nombres como Mariano Peña o Xosé Touriñán, la serie es a ratos un divertimento aspiracional y a ratos un anuncio de Nissan inspirado en Cómo conocí a vuestra madre. Pero no promete otra cosa, así que todos contentos.
Pequeñas coincidencias no es la gran introspección emocional de la temporada y, por supuesto, no es una innovación. Es, en realidad, una cómoda mirada al pasado, que recuerda las rom-com clásicas con nostalgia y pretende (y consigue) trasladar esa simpatía blanca y adormecida al presente. Si es algo así lo que buscabas, no busques más.
‘Pequeñas coincidencias’ se encuentra disponible completa bajo demanda en Amazon Prime Video y se estrena esta noche, a las 22:45, en Antena 3.
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