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Las cartas ya están sobre la mesa. La presentación de la trama de esta primera temporada de Star Trek: Picard ha necesitado sus dos capítulos iniciales y ahora, como diría Sherlock Holmes, comienza el juego. Y comienza con fuerza. Picard va a meterse de lleno en una trama mucho más peligrosa y compleja de lo que imagina, aunque puede sospecharlo si esa secta asesina secreta romulana está involucrada. Sería una pena que no viéramos más al personaje interpretado por Orla Brady, a todo esto, porque su incursión en el apartamento de Dahj resulta muy entretenida para la enorme cantidad de jerga expositiva que tiene que soltar.
Pasito a pasito no sólo vamos sabiendo qué se está cociendo en ese cubo Borg desactivado y en esa Federación que está bastante más perdida de lo que parecía; también se van construyendo las relaciones entre los personajes. Incluso con los que acabamos de conocer: el truco de la botella de vino con el de Michelle Hurd funciona al instante. Y aunque Picard está tardando un poco más de lo que nos gustaría en hacerse al espacio, comprendemos mejor la situación en la que se encuentra en la Tierra.
Para la Flota Estelar, básicamente es un paria. Sí, es una leyenda, pero también es alguien incómodo. Su jubilación le hizo un enorme favor a una institución incapaz de reconciliar todas las contradicciones implícitas en sus directivas. Al mismo tiempo, él se ha dedicado a rumiar su pasado, a dejarse consumir por una vida en los viñedos que, en realidad, nunca fue para él. Y el toque de atención definitivo es ese aviso de su médico de que va a acabar sufriendo Alzheimer (o alguna derivada de él) como consecuencia de aquel tiempo en el que estuvo asimilado por los Borg.
Los Borg. Uno de los villanos más formidables de Star Trek: La nueva generación se presentan aquí casi como víctimas. Una raza cyborg en la que todos sus miembros forman parte de un colectivo homogeneizado, y que parecía invencible, está completamente a merced de los romulanos en ese cubo desconectado del colectivo. ¿Qué están buscando allí si odian a los androides y la inteligencia artificial? ¿Es tan sencillo como que quieran identificar el “nido” de otros sintéticos como las hermanas Asha y destruirlo?
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Los objetivos de esa iniciativa científica no están claros. Parece que se dedican sólo a despiezar a los Borg, estudiarlos y catalogarlos. ¿Para qué? La parte conspiratoria de todo esto, la que muestra a un topo de alto rango dentro de la Flota Estelar y a ese Narek que está jugando al doble espionaje, es por ahora de lo más flojo de la serie porque es demasiado evidente, está demasiado subrayada.
El misterio alrededor de Bruce Maddox, por su parte, es más el macguffin para conseguir que Picard vuelva a la acción, pero situarlo ante el fantasma de Data provoca una interesante evolución en ese personaje. Y eso que, como decimos, apenas ha avanzado su trama. Este capítulo continúa colocando piezas, preparando al almirante para la que está convencido que va a ser su última misión. Ha servido para darnos el panorama, más o menos completo, de la amenaza que se cierne sobre él.
Lo que sí mantiene es la sensación en el espectador de que dura mucho menos de sus 50 minutos, y sigue ofreciendo la información justa para que los no trekkies puedan disfrutar de la historia sin preguntarse a santo de qué todo el mundo tiene miedo de los romulanos.
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