En este episodio, The Handmaid’s Tale nos ofrece una perspectiva más amplia de la República de Gilead, ampliando los puntos de vista desde los que cuenta la historia. Y centra su mirada en Serena Joy, para mostrarnos el papel que jugó en la fundación de la sociedad en la que viven, a la vez, que nos permite tener información de la situación del mundo fuera de sus fronteras.
El noventa y cinco por ciento de lo que vemos en A Woman’s Place: el pasado de Serena, incluida su relación con Fred; los vistazos a cómo empezó a gestarse su mundo actual; la visita diplomática y la trata de criadas; la celebración de la República de Gilead; la interacción de June con la señora Castillo y la información que le es revelada a June sobre Luke, todo es un añadido de la serie a la obra original, una ampliación del universo planteado por Margaret Atwood. Quizá lo único que aparece en el libro es la escena en la que Fred fuerza a June a que le dé un beso. Yo también me habría roto las encías lavándome los dientes.
Como lectora de El cuento de la criada, la serie me ha sorprendido, y horrorizado, una vez más. Cuando comentábamos el cuarto episodio, después de ver la escena en la que Fred hacía referencia a la noticia de la fuga de una Tía, y Serena le daba su tímida opinión, dije que me gustaría que en algún momento nos enseñaran quién era antes de Gilead, porque quería saber cómo una mujer como ella había llegado a aceptar la situación en la que estaban.
Crítica: ‘The Handmaid’s Tale’ 1×04 — El poder de las palabras
“Nolite bastardes carborundorum, bitches”fueradeseries.com
Serena Joy, ideóloga de Gilead
Serena es una de las arquitectas ideológicas que ayudaron a diseñar Gilead, una activista que reclamaba el regreso de los valores tradicionales y el de la mujer a su lugar: el hogar. Feminismo doméstico, lo llamaba en su libro.
Serena es cómplice de su propia opresión, víctima y verdugo. Amarga ironía, un mundo misógino inspirado por las ideas de una mujer, a quien al final le roban todo el crédito de tan atroz logro, y la condenan dentro del infierno que ella misma creó. Cuando perteneces a una minoría, pero tus pocos privilegios te hacen creer que tienes algún tipo de poder, y que no te importa lo que le pase a los demás mientras no te pase a ti, la realidad siempre te visitará para reírse en tu cara.
“Bueno, todo esto es culpa nuestra. Les dimos a ellas más de lo que podían manejar. Se centraron en la búsqueda de logros académicos y en la ambición profesional, y dejamos que olvidaran su verdadero propósito. No permitiremos que vuelva a pasar.”
-Varón con traje y corbata de Gilead-
Los varones la enviaron al lugar que reinvidicaba y, aunque Fred, en un principio la admiró y respetó sus opiniones, nunca hizo realmente nada, solo disculparse y permitir que todo siguiera su curso. Como cuando alguien dice algo racista, sexista, machista u ofensivo para cualquier sector de la población y el que escucha solo calla. Perpetuadores que se convierten en perpetradores. Los varones de Gilead necesitaban a mujeres que interiorizaran la doctrina y pudieran controlar a las demás, esas son sus armas más poderosas.
La Señora Castillo, otra (misma) cara de la moneda
“En aquel entonces, ¿llegó usted a imaginar una sociedad como esta? (…) Una sociedad en las que las mujeres no pudieran leer el libro que usted escribió, o cualquier otra cosa?”
– Señora Castillo, embajadora de México –
A la embajadora de México la vemos desde el punto de vista de June, aunque primero la confunda con la secretaria del varón con corbata que está a su lado porque, como dice Janine cuando están limpiando la sangre del muro, y dice que se ve raro sin los cadáveres: “Supongo que te acostumbras a que las cosas sean como son”.
La Señora Castillo es una mujer con poder, la única en una comitiva de varones. Aún existen mujeres así fuera de esas fronteras. Una mujer que viste pantalones y ha elegido su propio vestuario esa mañana, que les recuerda que aún puede leer, que parece genuinamente preocupada por saber si la encomiable labor de las Criadas de Gilead es un acto voluntario, que le pregunta a June si es feliz.
Al final del episodio descubrimos que, si bien su preocupación por saber si las criadas hacían lo que hacían porque así lo habían elegido es real, no lo es por los motivos humanitarios que pensábamos. Todo lo contrario, solo esperaba que eso hiciera su trabajo más fácil, pero si no es así, no le importa. Ya tiene a mano un ejemplo de cómo hacer las cosas; su bien justifica los medios.
Nunca confundas la docilidad de una mujer con debilidad
June está encontrando poco a poco su propia fuerza. Su personaje es complejo, ser una víctima que lucha por sobrevivir no la convierte en heroína sin grises. Tiene muchas contradicciones y, aunque admiramos su resiliencia en medio de ese infierno, y nos emociona profundamente compartir cada una de sus pequeñas victorias, June ha sido hasta ahora un miembro pasivo de su comunidad que, en el fondo solo lucha por combatir su propia opresión. Le decía a Emily en uno de sus últimos paseos que no era el tipo de persona que se arriesgaría por la revolución, no estaba interesada.
Sin embargo, en este episodio, siente por primera vez la culpa y la responsabilidad por lo que sus acciones o, en este caso, la falta de ellas, pueden causar en otras mujeres. Se cuestiona las repercusiones de su silencio, cuando tuvo la oportunidad de decir la verdad, en la que fue una maniobra de supervivencia para salvar su propio pellejo. Un silencio, con el que, aunque nos duela, no es difícil sentirnos identificados (afortunadamente, y espero, a menor escala), como cuando preferimos callar ante un comentario disfrazado de broma inofensiva solo para evitar una confrontación en el ámbito laboral o en una cena familiar.
“Mi país ya está muerto.”
-June-
June decide contarle a la embajadora lo que está realmente está ocurriendo en Gilead, con la confianza que le inspira saber que es una mujer en situación de poder que fácilmente podrá comprender la naturaleza injusta y sórdida del trato que pretende realizar. Asumiendo que no solo va a condenarlo, sino que luchará para erradicar semejante atrocidad. Pero nada de esto ocurre. Como decía el Comandante en el quinto episodio: “‘Mejor’ nunca significa que sea mejor para todos. Siempre será peor para alguien”.
Notas al margen
- Alma es quien despierta June de su letargo y le explica que los mexicanos no han venido a buscar naranjas. Su comandante, un hombre de pene pequeño y que no calla, deja escapar mucha información. Parece que Alma pertenece a la resistencia y la señal de Mayday, sigue viva. Quiero saber más.
- Como están las cosas cuando la Tía Lydia parece un ser compasivo, y en ese momento realmente lo es, en comparación con Serena. Aunque sus creencias se mantengan retorcidas, porque se refiere a los castigos que han recibido las Criadas que Serena rechaza como sufridos por el bien común. De todas formas, intenta defenderlas y les reconoce, al menos, el derecho a sentarse en la mesa. Sobre todo, cuando, como en el caso de Janine (a quien se refiere en ese momento por su nombre), están celebrando los niños que han salido de sus vientres.
- La escena a cámara lenta con los niños correteando, para orgullo de Gilead, admiración y envidia de los visitantes extranjeros, y dolor de las Criadas, a quien han violado para procrearlos y luego robárselos, produce escalofríos.
- Nunca dejará de conmoverme cuando las Criadas se cuidan entre ellas. En este episodio, June escuchando con cariño a Janine en el muro y sufriendo por ella cuando ve que la envían a la furgoneta. También me ha gustado ver ese pequeño momento de complicidad con Martha cuando sonríe después de que June le dice “awesome” desde la bañera. No quiero olvidar el humor negro en las interacciones entre June y Nick antes de entrar a que los mexicanos la observen como un animal de feria, uno de esos pocos momentos que aligeran la carga, aunque duren pocos segundos.
- Emmy, Óscar y Nobel a mejor película para Elisabeth Moss.
- La imagen del flashback con todas esas mujeres tirando, literal y metafóricamente, su libertad e identidad a la basura es muy poderosa. Y duele.
Todas las críticas de ‘The Handmaid’s Tale’
- Las claves para entender el horror de Gilead.
- Bienvenidos a la república misógina de Gilead.
- Episodio 1×01–1×03: Offred, Birth y Late.
- Episodio 1×04: Nolite Te Bastardes Carborundorum.
- Episodio 1×05: Faithful.
- Episodio 1×07: The Other Side.
- Episodio 1×08: Jezebels.
- Episodio 1×09: The Bridge.
- Episodio 1×10: Night.
- Diferencias entre el libro y la serie.
Los nuevos episodios de ‘The Handmaid’s Tale’ se estrenan los miércoles en HBO España.
Crítica: ‘The Handmaid’s Tale’ 1×05 — Actos de rebeldía
(Un)‘Faithful’ cuestiona las lealtades y reflexiona sobre el privilegiofueradeseries.com