Dolores ve el vaso medio lleno. (Fuente: HBO España)
Dolores no era una psicópata desquiciada y tenía un plan que, para sorpresa de todos, no era tan malvado como parecía. Nos hemos dado cuenta nosotros, se ha dado cuenta Maeve y hasta lo ha hecho Bernard, que ya tiene mérito la cosa. Lo que no sabemos es si lo hemos descubierto demasiado tarde y eso significará que no la veremos en la cuarta temporada de la serie (por supuesto que la veremos, sino para qué íbamos a volver) ni qué consecuencias tendrá lo que ha liado. Pero, como siempre, desgranemos el episodio poco a poco.
La voz en off de Dolores nos recuerda que ha muerto muchas veces, pero solo hay un final verdadero y ella escribirá el suyo. Su final no ha llegado, ya que Caleb llega (gracias a las instrucciones de la bola demente) hasta un nuevo cuerpo en el que colocar su perla e iniciar este último ataque que hemos seguido. ¿El objetivo? Destruir Rehoboam y librar a la Humanidad de su yugo.
Estamos ante un episodio que replica las virtudes y defectos que ha tenido toda la tercera temporada. A saber: ha cambiado la tónica respecto a las etapas anteriores sin perder su esencia, ha presentado un mundo nuevo sugestivo y ha sido visualmente muy potente, pero, por otro lado, ha abusado de macguffins (descargar información, acceder a los archivos…) y se ha perdido en mil derroteros (interesantes todos, eso sí) para retrasar la inevitable trama central. Y aún así, ha sido un espectáculo digno de contemplar.
Pero si he tenido un problema en especial con esa tercera temporada ha sido la posición en la que ha colocado a Maeve. No ya por el hecho de que estuviese en contra de Dolores (¡La reina del Martes Santo!) sino porque su motivación no se entendía más allá del “porque mola verlas darse de hostias”. Y hoy a mitad del episodio hemos tenido de eso: una pelea muy molona en la que sufres porque no quieres que ninguna pierda, pero que no va a ninguna parte. Lo interesante se reservaba para el acto final y antes solo había fuegos artificiales. Muy entretenidos, insisto.
Porque, por supuesto, Dolores conseguiría destruir Rehoboam. La gran revelación era que su plan no era destruir a la Humanidad sino liberarla. Bueno, eso ya lo sabíamos desde hace algún episodio, pero no por qué. Y la razón es de lo más poética (como nos advirtió Bernard): ella siempre eligió ver la belleza en todo. En lugar de centrarse solo en la vileza de los hombres (esos que iban al parque Westworld a violar y matar), veía que a imagen y semejanza de ellos se habían creado también las tramas de romance con Teddy o el amor entre Maeve y su hija. Y eso significaba que entre los humanos había bondad y, por tanto, esperanza. Pero para volver a esa pureza habría que, antes, destruir a esa maldita bola controladora y hacer que el mundo tal y como estaba planteado terminase para construir uno nuevo después.
Así, el plan nunca fue acabar con la Humanidad sino reiniciarla. O cerrar un círculo y comenzar un nuevo bucle, tal vez. El caso es que todos nos equivocamos con Dolores, incluidos Bernard (que resultó ser el portador de la llave para el paraíso de los anfitriones) y, sobre todo, Maeve, quien se libera de Serac muy oportunamente en este episodio, algo que bien podría haber hecho antes aunque faltase esa última pieza que encajar que era la conversación entre ambas protagonistas. Tema aparte es que Maeve siga empeñada en que tiene una hija, a pesar de que aquello no fuese más que una fantasía de las narrativas de Delos (y parece que no nos libraremos de ese motor del personaje en la cuarta temporada).
Sacándonos del parque Delos y llevándonos al mundo real, Westworld ha querido revertir este año el concepto central de la serie: si las temporadas anteriores mostraron que los robots se parecían mucho a los humanos, en esta demostraban que son los humanos los que se parecen a las inteligencias artificiales. Y ahí es donde entraba Caleb, como ejemplo de la lucha por un libre albedrío que podría existir o no, y con el poder de decisión como algo que diferencia a un hombre del resto. Y él era el elegido de Dolores precisamente por eso: en un recuerdo vemos que su entrenamiento militar se hizo en el Parque 5 y mostró benevolencia con Dolores.
Sin embargo, este último episodio de la temporada ha querido dejar suficientes hilos de los que tirar en la temporada 4. El principal es ese mundo que empieza a destruirse ante los ojos de Caleb y Maeve, junto con el interrogante si Dolores ha muerto (o más bien, cómo volverá Dolores), pero también nos queda Bernard yendo al Paraíso y volviendo mucho tiempo después a la realidad y lo concerniente con Charlores (o como la llaman los medios estadounidenses, Halores) que vemos en la escena poscréditos.
Resulta que, finalmente, Charlores se separó por completo de Dolores y ahora está en su contra, pero no por la muerte de la familia de Charlotte, que le da igual. Su motivación no parece muy clara, pero yo veo aquí a una adolescente enfadada porque su madre no le ha prestado demasiada atención y ahora se rebela. Sea como sea, vemos a Charlores en Delos Dubai enfrentando a William con su robot y luego creando lo que intuimos que será un ejército de anfitriones. Si Dolores no quería destruir el mundo, ¿su “hija” sí lo hará y tendrán que pararle los pies?
La tercera temporada de ‘Westworld’ está disponible en HBO España.