Ted Danson y Rhea Pearlman, en ‘Cheers’. (Fuente: Amazon)
La edición de 2020 de Operación Triunfo está generando varios debates en redes sociales que pueden aplicarse tanto a la música, y la cultura musical, de las generaciones más jóvenes como al audiovisual. De hecho, las discusiones sobre si es posible que estudiantes de cine no tengan ni idea de lo que es Ciudadano Kane, pero hayan visto varias veces todas las películas de Marvel, van resurgiendo periódicamente con la pátina de “es que estos jóvenes de ahora no tienen interés por nada”.
Todas las generaciones se han quejado de lo mismo de las que vienen detrás de ellas. Que si no tienen respeto, que si son unos incultos… Desde los tiempos de los griegos clásicos se repiten los mismos comentarios. Lo que nos interesa un poco más es encontrar las razones detrás de ese desconocimiento de series, en nuestro caso, que tengan más de diez, quince o hasta veinte años, y ahí entra en parte lo que podríamos llamar “el canon de las plataformas”. Es decir, si no puedo encontrarla para verla en streaming, no existe.
Y el streaming es perecedero. Es virtual. Fringe está editada al completo en DVD, pero no aparece en el catálogo de ninguna plataforma, así que hay una generación de espectadores que no sólo no la conocen, sino que ni siquiera tienen el mínimo interés por conocerla. Y hablamos de una serie que terminó en 2013. ¿Qué pasaría con cosas como I love Lucy, que tiene más de 60 años?
El comentario de abuelo cebolleta más habitual es “en mis tiempos, por la tele se emitían películas viejas y se fomentaba una cultura cinematográfica”. No tenían por qué crearse más cinéfilos por eso, pero sí que es cierto que te veías expuesto con mucha más facilidad a los hermanos Marx, a Edgar Neville, a la Jane Fonda de los 70, a Lana Turner, Rock Hudson y Doris Day o a François Truffaut. Esas películas estaban ahí, las encontrabas haciendo zapping, y ya elegías si las veías o no.
Ahora hay que buscarlas activamente. Implica que tú ya tienes la curiosidad y el interés por saber de ellas. Puedes no haber visto en tu vida Cheers y haber nacido una década más tarde de que se acabara, pero te podría sonar de verla de pasada por la tele. Y quien dice Cheers, dice Tristeza de amor. A veces venía bien para romper nuestras burbujas de gustos.
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