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Cuando la pregunta feminista es una trampa

Claire Foy está hasta el moño de que le pregunten por los salarios de ‘The Crown’. (Fuente: Netflix)

Hace unas semanas me pasó una situación que me resultó, cuando menos, extraña. Fui a un junket en el que varios periodistas charlábamos con dos actrices extranjeras que venían a España a promocionar su serie. Les hacíamos preguntas por turnos y la mayoría de las cuestiones que se trataban estaban relacionadas con ser mujer en la industria del entretenimiento: conciliación, entorno laboral seguro, equidad salarial y otros asuntos que están en la palestra desde el #MeToo.

Eran temas interesantes, sin duda, pero un pilotito se encendió en mi cabeza: nadie estaba preguntando por la serie que venían a promocionar. Gasté mis preguntas en eso porque, como periodista que escribe de series, además de importarme aquello, necesitaba también conseguir material relacionado con el producto del que venían a hablar. Y me di cuenta además de una cosa: una de ellas parecía poco interesada en hablar de esos temas “de mujeres”. Incluso diría que estaba hasta la coronilla de esas preguntas, porque las que tenían que ver con la serie las contestaba de mejor gana.

Y entonces me surgen dudas al respecto. Por supuesto, me parece relevante que se mantenga viva una conversación que busca la igualdad a través de la denuncia, pero me pregunto si limitar las entrevistas con mujeres (sean actrices o directoras, guionistas…) a una cuestión de género no es, paradójicamente, una actitud contraria al feminismo. Dicho de otra forma, ¿por qué a un actor le preguntaríamos solo por su serie o película y no hacemos lo mismo con una actriz?

Obviamente también existe un problema que es meramente logístico: muchas veces los periodistas tenemos que hacer entrevistas individuales de 8 minutos con un talent o grupales en 15 y hay que intentar sacar un titular jugoso a la par que aceptar que te vendan su moto. Con tiempo suficiente, es relativamente sencillo tocar todos los palos, pero cuando tienes solo dos balas debes tratar de no malgastarlas y dar en la diana con ellas. Pero eso de “Dame un titular feminista, quéjate de que no te pagan lo mismo, pero no me cuentes nada de tu producto” no puede ser.

No sé si estoy en lo cierto o no -y aquí me gustaría escuchar lo que opinan las mujeres-, pero tal vez la solución sea introducir ese tipo de asuntos solo si guardan relación con el producto (una serie con mensaje feminista, por ejemplo) y entrar en ello si la entrevistada muestra que quiere entrar. Y, por supuesto, trasladar también las preguntas incómodas sobre desigualdad a los hombres que ostentan el poder para cambiar las cosas y no lo hacen. Pero forzar a que una actriz responda “ni machismo, ni feminismo” no sirve para nada, aunque dé clicks.

Quizás no estemos ante un debate de todo o nada, pero sí deberíamos abrir la reflexión en el periodismo. Si no somos capaces de facilitar la promoción a las mujeres al mismo nivel que a los hombres, no estarán en igualdad de condiciones a la hora de vender sus productos. Si reducimos su discurso solo un tema -a veces por verdadera convicción de que puede ser interesante y a veces por buscar un enfoque atractivo para el lector- estamos descompensando la balanza de nuevo. Los hombres siempre hablarán de lo que hacen y las mujeres no.

“Ni machista ni feminista”
Esta postura indefendible solo puede nacer de la ignorancia, o de la perversidadfueradeseries.com

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