‘Esta mierda me supera’. (Fuente: Netflix)
La incertidumbre que la pandemia del coronavirus está generando en todos los sectores económicos y sociales del mundo tenía que llegar a las series en forma de cancelaciones. Solo esta semana hemos conocido que tres ficciones que estaban ya renovadas, o trabajando en sus nuevas temporadas con la asunción tácita de que lo estaban, han sido canceladas por sus cadenas o plataformas por los costes adicionales asociados a las medidas de seguridad que han de adoptarse por la COVID-19, más las dudas sobre cuándo podrían rodarse los nuevos capítulos: esas series son Drunk History en Comedy Central y The Society y Esta mierda me supera en Netflix.
Las informaciones sobre esas cancelaciones son asépticas y hacen referencia a términos de rentabilidad, presupuestos y tiempos de producción para justificarlas, que al fin y al cabo son siempre las razones por las que se decide no continuar con una serie. Si la crítica la adora pero el público es escaso, con pocas posibilidades de que crezca en la siguiente entrega, y no salen las cuentas, esa serie que tanto nos gusta porque la vemos cuatro gatos no pasará de la primera temporada.
Las cadenas y las plataformas no son Hermanitas de la Caridad, y menos cuando intervienen algoritmos que intentan predecir si determinado título tiene posibilidades de éxito. Es ingenuo que, a estas alturas, sigamos pensando que tienen un corazón que les lleva a salvar series minoritarias porque hay un fandom muy pesado en Twitter. Pero, como con todo, esto también tiene sus matices.
Netflix, por ejemplo, se hizo al principio un hueco creándose una imagen de respeto creativo, de que iba a dejar que sus series tuvieran un final y que no las cancelaría in media res. Siendo justos, es lo que ha hecho con bastantes de las que ha ido anunciando que se acaban en la siguiente temporada, dándoles la oportunidad de cerrar la historia como sus creadores quieran. Pero hay otros casos que minan esa imagen y exponen su verdadera piel de empresa tecnológica metida en el negocio hollywoodiense. La manera en la que se anunció la cancelación de Día a día, por ejemplo, exponía esa tensión entre querer ser woke y afirmar que se apoyaba la representación y diversidad en las series, y liquidar con poca ceremonia una de sus producciones que más destacaba en ese aspecto.
El coronavirus ha dejado al descubierto muchas tendencias que, en circunstancias normales, habrían tardado varios años en consolidarse (como la desaparición de las ventanas de distribución en el cine). En el caso de la televisión, lo que nos recuerda es que si hablamos de la industria televisiva, eso acarrea que las decisiones se tomen por dinero. O, mejor dicho, que las cuestiones económicas las justifiquen. Nadie está en ese negocio para ayudar al prójimo.
¿Tendremos series más allá de septiembre?
La incertidumbre generada por la COVID-19 ha trastocado bastantes planes para la temporada 2020/21fueradeseries.com