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El sambenito de las “webseries”

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Imagen promocional del slasher ‘+ de 100 mentiras’. (Fuente: Flooxer)

Cuando se estrenó hace un par de años + de 100 mentiras, me referí a ella como “una webserie” y Mafalda González, productora delegada de Flooxer, me corrigió: “Porfa, muerte a la webserie. Es una serie. Es más, es un SERIÓN”. Esa es su guerra desde hace bastante tiempo y tiene razón, pero nos sigue costando mirar de tú a tú a las producciones pequeñas de plataformas pequeñas sin pensar que son tema aparte, diferentes a lo que las cadenas tradicionales o incluso las plataformas grandes nos ofrecen.

Esta especie clasismo de las series o esa división entre una liga y otra es herencia de un tiempo donde la escisión era más clara, no solo por canales de distribución sino también por los medios de producción y los presupuestos, cuya diferencia entre unos productos y otros era abismal. Nos tenemos que ir hasta 2004 y Cálico Electrónico para hablar del comienzo de lo que, entonces sí, se llamaban webseries.

Hablamos de una época en la que Internet no estaba en pañales, pero tampoco era lo que es hoy día. Youtube no se lanzó hasta 2005, ese es el gran dato. Así que “el vídeo en Internet”, que así hablaban los gurús del asunto, era más el futuro del contenido que el presente, una herramienta con la que trastear, pero que no ofrecía la suficiente calidad broadcast (menudos píxeles nos comíamos, amigas), si bien sí algunas buenas ideas, y tampoco tenía a nadie metiendo pasta en serio, salvo en contadas ocasiones como la del propio Cálico Electrónico.

Malviviendo sería durante años el paradigma de la webserie de éxito. Un equipo con talento, liderado por David Sainz, una producción de guerrilla, un lenguaje distanciado de la televisión tradicional y cercano a lo que triunfaba en internet (con aquellas intros que parodiaban las series que más se comentaban en foros) y, sobre todo, la dificultad de, pese a su popularidad, monetizar el invento. Sin una plataforma de vídeo que pagase las reproducciones, como ahora es Youtube, los caminos eran pocos: conseguir el patrocinio de una marca, como pasaba con la notable Entre pipas o dar el salto a televisión como le pasó a Qué vida más triste. La webserie era, en cierto modo, como el cortometraje para muchos aspirantes a directores de largos de cine, un intento de trampolín.

Volvemos a 2020 y las cosas han cambiado. A nadie se le ocurriría llamar webserie a Paquita Salas ahora que está producida por Netflix (y ojo, que en los albores de Netflix había medios norteamericanos que llamaban webseries a sus ficciones por no emitirse por televisión), pero cuando nació en Flooxer sí llevaba esa etiqueta. Tampoco llamaríamos así a Veneno y Mentiras, de Atresplayer Premium, pero sí sigue pasando, por ejemplo, con las series de Playz, la plataforma de series digitales de RTVE. Perdón, de series cortitas para internet. Perdón, de… Venga, llamémoslas series y ya.

Carolina Iglesias y Victoria Martín protagonizan ‘Válidas’. (Fuente: LivingPostureo)

Porque las series short-form (en español, “de formato corto”), como las llaman ahora los yanquis, ya no son de guerrilla. Tanto las de Flooxer como las de Playz tienen a un fuerte grupo mediático detrás, aunque sus presupuestos no sean comparables con los de La casa de papel o El ministerio del tiempo. Y sus premisas, aunque menos generalistas, tampoco se olvidan de querer ser grandes fenómenos. Y sus resultados finales, en el mayor de los casos, aspiran a ser muchísimo más que dignos. Incluso cuando no hay esa gran corporación detrás: miremos Válidas, que luce bien y ha superado las 200.000 visitas en pocos días.

Lo que nos queda entonces cuando hablamos de “webseries” no es una división clara entre dos conceptos, dos formatos o dos universos diferenciados, sino un vestigio de paternalismo. Una inercia que todavía no se ha perdido. Como cuando se decía aquello de “para ser española no está mal” y que afortunadamente hemos dejado atrás. Ahora valoramos a las series de aquí sin que fuesen menos que las de fuera, para lo bueno y para lo malo. Lo siguiente es matar lo de webserie.

Pero seguramente tendrá que venir Quibi, esa plataforma de superproducciones de formato corto pensadas para móviles, a dignificar a un tipo de series que en España llevemos mucho tiempo haciendo dignamente.

¿Y cómo quedará el mundo (de las series) tras la crisis del coronavirus?
¿Volverán pronto los rodajes?, ¿habrá más series?, ¿se respetará la distancia personal?fueradeseries.com

alvaro

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