‘El príncipe’ fue una de las series más seguidas de la década. (Fuente: Mediaset)
Quien no se haya comido el último mazapán, tiempo ha tenido. Dejamos atrás, por fin, el periodo navideño que este año ha venido acompañado de, no solo el balance de lo mejor del año, sino también de la década (polémica aparte de si termina o no). Y se han hecho muchas listas aquí y allá, pero no quería dejar pasar la oportunidad de mirar a las series españolas que han marcado los diez últimos años.
Hablar de las series más relevantes de la década no es, necesariamente, hacerlo ni de las mejores ni de las más vistas. La relevancia es otra cosa, bastante intangible además. Pero lo intentaremos. A grandes rasgos, podríamos decir que esta década ha fraguado un cambio que se inició en la anterior (yo diría que con Desaparecida, pero hubo otras), pasando de aquel modelo de dramedias de plató a otro tipo de series mucho más exigentes tanto en lo narrativo como en lo formal. Esta es la década, entre otras, de Velvet y de La casa de papel.
Bambú Producciones ha sido, sin lugar a dudas, una de las productoras de referencia en este periodo de diez años y su Velvet (aunque también, antes, Gran Hotel) fue su principal estandarte; no solo su ficción de más éxito, también la que más tendencia marcó, como analizamos en el reciente adiós a la serie que le dedicamos. Velvet fue un bombazo, una de esas series de cuatro millones de espectadores que ya no se ven, pero también una de las últimas ficciones que nacen con voluntad de existir ad eternum, sin un comienzo y un final previsto de antemano. Ahora las cosas son muy diferentes.
También parecen de otra época las audiencias de El príncipe, el mayor fenómeno de espectadores de los últimos años que catapultó a Plano a Plano y a la pareja creativa, ahora escindida, que formaron Aitor Gabilondo y César Benítez, dos nombres que si bien no eran nuevos sí que sonaban ahora como showrunners, esa figura que hemos incorporado a nuestro mercado en este tiempo y que no está exenta de polémica.
Adriana Ugarte protagonizó ‘El tiempo entre costuras’. (Fuente: Atresmedia)
Comentábamos que en esta década se ha mejorado la calidad de las series españolas y, desde luego, una de las que subió el listón para las demás fue El tiempo entre costuras. Historia cerrada, guiones sólidos, un buen reparto y una forma de abordar el rodaje más cercana al cine que a lo que se entendía hasta entonces por televisión (todo exteriores, localizaciones internacionales, desapego a los decorados) la convirtieron en una superproducción como pocas se habían visto por estas lindes. Tanto, que Antena 3 la guardó en un cajón durante años, esperando el momento idóneo de retorno publicitario. Y arrasó.
El éxito de El ministerio del tiempo, sin embargo, fue muy distinto. La de Javier Olivares (que también impulsó el concepto de showrunner) fue una serie que triunfó más en el nicho que frente a la gran audiencia, mientras reclamaba qué tipo de ficciones pueden considerarse “de servicio público” para el Ente de RTVE. El fandom de ministéricos (solo comparable en cuanto a fenómeno con la Marea Amarilla de Vis a vis) y su universo transmedia (de los pocos universos transmedia con sentido y propósito real) son dos elementos que la distancian de cualquier otra producción nacional.
Por supuesto, La casa de papel también sería una de estas series hechas en España más relevantes de la década por haberse convertido en un colosal fenómeno internacional en su salto a Netflix. Gracias a la serie de Álex Pina y Esther Martínez Lobato, las series españolas han pasado a jugar en la primera liga de la ficción mundial, ya no son rareza ni relleno, sino cabeza de cartel. Y esta no existiría, probablemente, si antes no se hubiese hecho Vis a vis, una serie que tuvo mucha más repercusión a nivel fandom que en audiencias, y que también fue pionera en saltar de un sitio a otro, en este caso a un canal de pago; pero, sobre todo, que abordó el género thriller con toda su brutalidad, sin miedo a perder a la audiencia multitarget.
Y si Netflix ha sacudido a la ficción nacional, también lo ha hecho (o más) su otrora rival y ahora aliado Movistar+. Vinieron a cambiar las cosas o, mejor dicho, a hacerlas de otra forma. Querían que sus series fuesen distintas a las que veíamos en la televisión tradicional y más o menos lo han conseguido. Pero no fue La Peste su gran serie (aunque estaba llamada a serlo) sino otra en principio más pequeña: Arde Madrid conquistó a la crítica y se llevó prácticamente todos los premios a los que estuvo nominada. Junto a ella, cabe mencionar también a Mira lo que has hecho.
En blanco y negro, ‘Arde Madrid’ fue una nota de color. (Fuente: Movistar+)
Y no quiero cerrar este texto sin mencionar a El continental. No se trata de hacer leña del árbol caído (y probablemente no sea la única serie verdaderamente mala que vimos en estos años), pero si algo nos enseñó esta producción fue en qué no debería dilapidarse el dinero la televisión pública.
Pero si hay dos ficciones que merecen ser nombradas, con letras bien grandes, como “las series españolas de la década”, esas son La que se avecina y Cuéntame cómo pasó. Porque ya estaban aquí cuando la década comenzó y porque ahora que la hemos cerrado siguen funcionando con la maquinaria bien engrasada, reinventándose por el camino y sin mermar su calidad. Larga vida a las series españolas (y a estas dos en particular) en la próxima década.
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