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Crítica: ‘Modern Family’ cierra su temporada 10 con un cambio de etapa

Alex Dunphy graduándose en Caltech. (Fuente: ABC)

Hace una década aparecía una comedia de esas que logró que todo el mundo hablara de ella. La dinámica era muy sencilla, mostrar una familia mediante la relación de los tres matrimonios que la formaban. En cada episodio veíamos cómo se cruzaban sus vidas y cómo se sucedían los sketches. Otras han repetido la dinámica, como la recientemente cancelada La vida en piezas, pero ninguna ha logrado el éxito de Modern Family.

Pese a que el último par de años parecía que la serie se hundía, la décima temporada ha logrado reconciliarnos con la familia Pritchett, devolviendo parte de la frescura original que tanto enamoró. Lo cierto es que toda la temporada ha tenido un tema de fondo que ha conseguido dar cierta homogeneidad a sus episodios y explicarnos algo que vaya más allá de las escenas divertidas.

Con la emisión del último capítulo la semana pasada, tanto en FOX como en Neox, ya podemos decir que se ha cerrado una etapa. Durante todo el año nos han mostrado el fin de una generación. Es ese momento extraño que hemos vivido todos en el que en casa sigues siendo parte de los niños, pero ya no tienes una rutina como para que se te considere así fuera de esas paredes. Todos, especialmente ellas, han pasado por hitos vitales que les aleja de la vida infantil. Partos, graduaciones o primeras menstruaciones han sido temas centrales en episodios en los que íbamos viendo cómo la relación de Phil, Claire, Mitch y Cam con sus hijos cambiaba completamente.

Mitch y Cam replican una de las escenas icónicas de la primera temporada. (Fuente: ABC)

Se nos ha contado el paso de la vida de niño al inicio de la vida adulta, pero también el punto de inflexión que puede ser para los padres. Mitch y Cam han tenido que enfrentarse a tener una mujer en casa, y es de esas situaciones en que se ha sobrecaricaturizado al tener dos padres, pero casi cualquiera que tenga hijos adolescentes se habrá visto en parecidas. Haber pasado antes por la adolescencia de los Dunphy ha permitido que Lily tuviera un carácter más particular. Se ha convertido en una pequeña Claire, satírica permanentemente y con una mezcla entre el cinismo y la frialdad que ha dado un nuevo sentido a su papel. No se puede decir lo mismo de Manny.

Siempre habíamos reído porque era un chaval demasiado adulto. Pero ya no choca que beba café o lea poesía y es, de todos, el que menos ha sabido encontrar su nuevo lugar. Es una lástima, porque podría haber dado situaciones curiosas al verlo relacionarse con un hermano que podría ser su sobrino. Lo cierto es que aunque este año haya funcionado, y pese a la satisfacción por haber visto cerrar esta etapa de buenas maneras, el final de Modern Family es necesario. Demasiados adultos y demasiado gastados para seguir explorándolo sin fecha de caducidad.

Modern Family, tal y como lo conocemos, ha dejado de existir y la repetición de la escena de presentación de los bebés de Haley ha sido ese guiño entre guionistas y público en el que hemos podido disfrutar de cerrar esa puerta. No siempre se dan situaciones así. Con la renovación por una última temporada, tras una décima que ha cosechado críticas positivas, sabemos que se marcharán por la puerta grande, habiendo contado todo lo necesario y teniendo un año más para enseñarnos qué pasa con los Pritchett antes de despedirse.

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