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‘Record of Ragnarok’: 40 años esperando la nueva ‘Los Caballeros del Zodiaco’ para esto

(Fuente: Netflix)

Casi 40 años lleva el público de la animación japonesa esperando la nueva Los Caballeros del Zodiaco, una serie que pudiera llenar los zapatos de aquella protagonizada por Seiya y sus guerreros. Poco menos de medio siglo, que se dice pronto, para que ahora su sucesora resulte no ser el remake de Netflix de 2019, sino Record of Ragnarok. Este último anime, estrenado recientemente en la misma plataforma, retiene con éxito la esencia más pura de aquella vieja serie: un mejunje tan absurdo que cautiva.

Pese a incluir personajes y conceptos prestados de otras culturas, Los Caballeros del Zodiaco se basaba en mezclar lo japonés con motivos de inspiración eminentemente griega. Record of Ragnarok, sin embargo, abre el abanico. Sus tramas se tocan en lo relativo a la fricción entre dioses y humanos con un torneo de lucha de por medio, pero los préstamos teológicos se globalizan en la serie más reciente. Producida por Warner Bros. Japan, Record of Ragnarok muestra personajes hindúes, grecolatinos, nórdicos y judeocristianos por igual, todos reducidos a parodias puestas al servicio de la acción —y según el caso, de la sexualización más burda—.

La serie, basada en un manga que lleva publicándose desde 2017, podría dar mucho más de sí, pero tampoco lo necesita para vender la premisa que vende. Como cada 1 000 años, las deidades se reúnen para debatir el destino de la humanidad. En esta ocasión, para hacer el asunto más emocionante, deciden someter la extinción de la especie al resultado de un torneo de lucha: 13 duelos a muerte entre dioses y humanos. Si los paladines de los segundos —Jack el Destripador, Adán, Nikola Tesla, el guerrero chino Lü Bu…— logran siete victorias, vivirán.

Aunque se esbozan al fondo intrigas palaciegas, traiciones y rencores ocultos, seguramente con la intención de escenificar una profundidad inexistente, lo que realmente merece la pena de Record of Ragnarok es su simpleza. Los puñetazos y decapitaciones en primer término; también la irreverencia de sus retratos de figuras divinas como personajes de Dragon Ball. El ritmo es demasiado lento —en los 12 episodios de esta primera temporada solo se llegan a disputar tres combates— y el desarrollo, previsible. ¿Y qué importa eso? Hablamos de un anime que se presenta en sociedad con un opening metálico cacharreado por Maximum the Hormone (Death Note). De una serie que la ubicua Netflix ha preferido no estrenar en India ante las quejas de activistas religiosos por lo vulgar de la representación de sus ídolos; y con razón. Pero es que Record of Ragnarok va de lo que va. Y nosotros venimos a lo que venimos.

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