Nacho Carretero junto a Miguel Ángel Silvestre. (Fuente: FesTVal)
El 26 de junio de 1994, Casimir Sucharski, dueño de un local nocturno, y dos bailarinas que trabajaban en este, Sharon Anderson y Marie Rogers, fueron asesinados. Tras una cuestionable investigación y un proceso judicial de varios años, un chico latino llamado Pablo Ibar, hijo de madre cubana y padre vasco, sería condenado a muerte en el año 2000 por el crimen junto a su amigo Seth Peñalver. Más tarde se libraría de la pena capital, pero seguiría entre rejas con cadena perpetura. Durante todo este tiempo, su familia ha defendido su inocencia.
Ahora el caso de Pablo Ibar llega a televisión con la miniserie de cuatro episodios En el corredor de la muerte, que estrena este viernes Movistar+. Miguel Ángel Silvestre da vida al reo en esta ficción de Bambú Producciones que se basa en la investigación de Nacho Carretero, periodista que ha seguido de cerca el caso y con quien ya tuvieron lazos profesionales en Fariña. Sobre su implicación en la serie, la importancia del caso o el futuro que puede tener hemos hablado con Carretero.
¿Cuál ha sido tu implicación en el desarrollo de la serie ‘En el corredor de la muerte’?
Fue parecido a Fariña. Como periodista es de celebrar que el periodismo y el audiovisual se estén encontrando y estén generando proyectos unidos, que sucedía en otros países y ahora en España. Mi aportación es la matería prima periodística y, a partir de ahí, colaborar con los guionistas en la documentación, proponer situaciones o personajes para que ellos desarrollen las tramas y lo traduzcan al lenguaje de una serie de ficción. No llego a ser guionista, pero tampoco me quedo en el sentido estricto de periodista, sino que intento darles el material que creo que les va a servir.
Como periodista, ¿te da miedo cómo se trasladen los hechos a una ficción que debe ser dramatizada y contarse de una forma interesante para el espectador?
No hay miedo, pero sí puede haber una incertidumbre de a ver cómo se plasma. En mi caso, tras mi otro proyecto con Bambú, esa incertidumbre quedó eliminada por la calidad con la que narran las cosas. Además, hay que entender que esto es una serie de ficción, no un trabajo periodístico y tiene sus licencias y su lenguaje. A partir de ahí, hay que buscar un equilibrio.
¿Qué te hizo pensar que este caso podría convertirse una serie de televisión?
No lo pensé yo tanto como Ramón Campos [productor ejecutivo]. Yo le cuento todos mis proyectos, tenemos una relación muy fluida. Muchos no les ve una traslación audiovisual, pero este le interesó desde el primer minuto. Pero yo nunca escribo para que vaya a ser una serie. Obviamente, yo hago periodismo narrativo e intento que sea una lectura ágil que al lector le ayude y eso tiene algunas licencias visuales, por lo que se hace más fácil la traslación.
Aunque aseguráis que la serie no pretende decirle al espectador si Pablo es culpable o inocente, de su trabajo se extrae que no crees la versión oficial.
Pastorear al lector o al espectador resulta contraproducente. O al menos yo cuando trabajo en reportajes intento no decirle al lector lo que tiene que pensar ni la conclusión que debe sacar, sino que le expongo los hechos, y así ocurre tanto en el libro como en la serie. Pero eso no está reñido con que tú personal o emocionalmente saques tus conclusiones. Yo después de muchos años de cercanía con la familia tengo un vínculo emocional con el caso y tras años de investigación tengo mis conclusiones, que me llevan a pensar que es inocente, pero eso no me lleva a intentar exponer lo que cuento así.
Pero poner el foco en el caso ya señala que algo pasa…
El foco está porque estamos ante un caso paradigmático, lleno de grietas y de situaciones rocambolescas: un abogado que acaba detenido, un policía que se desdice, un testigo que asegura que le pagaron, manipulación de pruebas… ahí hay una materia que merece ser conocida. Por supuesto que hay gente que piensa que Pablo Ibar es culpable y es respetable, faltaría más. Es más, hay lectores que terminaban el libro y decían ‘creo que es culpable’. Y en cierta manera que concluyeran eso me hace sentir que no he hecho activismo sino que he expuesto unos hechos. En cualquier caso, hay una persona que ha sido encerrada sin que ninguna prueba demuestre de forma concluyente su culpabilidad, sino que es a través de indicios y percepciones, así que para mí es un caso que debe ser contado y esa persona no debería estar encerrada.
Silvestre junto a Ramón Aguirre, que da vida al padre de Pablo Ibar, Cándido. (Fuente: Movistar+)
Al caso de Pablo Ibar todavía le queda recorrido. ¿Podría dar pie a una continuación o a hacer más episodios en el futuro?
Creo que a partir del 13 de septiembre habrá más materia prima para la reflexión, que a más gente le llegue esta historia y sean conscientes de qué situación está ocurriendo. Pero para hablar de “¿ahora qué?” hay que tener en cuenta que es un proceso muy largo. El mejor de los escenarios, si un recurso prospera y el Tribunal Supremo acepta que haya nuevo juicio, estamos hablando de cinco o seis años. Inmediatamente no hay mucho que hacer, más allá de reflexionar qué ha pasado en los últimos 25 años para llegar aquí. Además, queríamos contar que una condena así no solo afecta a la persona sino también a su familia. Después de eso, a medio o largo plazo se podrá seguir el caso y tal vez podremos volver sobre ello. Es una situación muy compleja y existe una probabilidad muy alta de que Pablo Ibar se quede encerrado el resto de su vida.
Hablar del corredor de la muerte no debe ser fácil. ¿Te encontraste muchas trabas a la hora de investigar?
Estados Unidos es un país que puede tener, como es el caso de Florida, un sistema judicial conservador que nos cuesta comprender o aceptar, pero no lo oculta, no es un país opaco. Documentalmente es un país que funciona bien; pides un papel o un permiso y te lo conceden. En ese sentido nunca encontré trabas, pude entrar al corredor de la muerte. La traba más grande que encontré fue la comunicación con la parte de la fiscalía y las familias de las víctimas, que eran muy reticentes a hablar conmigo por ser un periodista español porque tenían malas experiencias.
Por último, ¿cómo fue la experiencia de entrar al corredor de la muerte?
Fue una experiencia periodística y profesional positiva poder entrar a un lugar como el corredor de la muerte y hablar con una persona que está ahí dentro, pero desde el punto de vista emocional es complicadísimo. Es el último sitio en el que querrías estar. Todos tus instintos se activan y te dicen que salgas de ahí; estás encerrado y pendiente de que no te maten. Además, me encontré con una persona con un trato agradable y educado, de quien por aquel entonces todavía tenía mis dudas, y escucharle fue doloroso. Al final sale el impulso humano de empatizar.
‘En el corredor de la muerte’ se estrena el viernes 13 de septiembre en Movistar+.