Los dos protagonistas de ‘Todo es una mierda’, cancelada por Netflix tras una única temporada. (Fuente: Scott Patrick Green/Netflix)
Ser fan de las series de televisión implica que, muchas veces, las series o las cadenas van a romperte el corazón. Puede ser que empieces una que te llamaba mucho la atención y que te decepcione porque no era lo que esperabas, y es posible que sigas un estreno en el que tenías pocas esperanzas, que te acaba enganchando y enamorando, y que la cadena lo cancele al final de su primera temporada.
Es algo con lo que todo seriéfilo aprende a vivir. Todos tenemos nuestra cancelación más dolorosa (en mi caso, Veronica Mars) y todos hemos tenido momentos en los que vivimos más pendientes de las audiencias de NBC los martes a las 22 si, por ejemplo, nos preocupa el futuro de Rise. Es frustrante quedarnos con tramas que nunca alcanzarán resolución, o saber que esos personajes que hemos llegado a querer tanto no aparecerán más en nuestra pantalla, o que no tendremos ocasión de sumergirnos de nuevo en el mundo de esa serie porque no tenía la suficiente audiencia para que la cadena decidiera que era rentable continuar con ella un año más.
Pero eso no quita que, durante las trece semanas que esa serie ha estado en nuestras vidas, hemos disfrutado como nunca.
La cancelación de ‘Sense8’ fue un jarro de agua fría para muchos espectadores. (Fuente: Murray Close/Netflix)
Esa frustración parecía estar lejos de las plataformas de streaming y, en concreto, de Netflix, que otorgaba votos de confianza a sus estrenos para que encontraran un público. Quizás no pasaran de la segunda temporada, pero nunca se quedaban sólo en los primeros trece episodios. Hasta que la compañía empezó a soltar lastre en su modelo de negocio y se apuntó a cancelar con más rapidez ficciones que no consiguen llamar la atención en su primera temporada.
Las cancelaciones el año pasado de The Get Down y Sense8 indicaban ese cambio de estrategia de Netflix, que ha sido más dura con las series que considera que no están rindiendo como esperaba de ellas. La noticia de que la comedia nostálgica noventera Todo es una mierda no tendrá segunda temporada ha vuelto a despertar las voces que se preocupan de que la plataforma esté actuando como una cadena de televisión tradicional y, al mismo tiempo, están expresando algo que ya se comentaba con los estrenos de las networks: hay espectadores que no ven ninguno mientras no sepan que están renovados.
Cuando Netflix dejó de ser el Salvaje Oeste
La cancelación de ‘Sense8’ confirma que la plataforma no es tan diferente de una cadena de televisiónfueradeseries.com
“Por esto soy reticente a ver series nuevas en Netflix. Están lanzando tanto contenido original que, a no ser que algo sea un bombazo desde el principio, lo descartan y pasan a otra cosa”. Así lo expresaba una tuitera estadounidense, representando el temor que algunos espectadores pueden sentir a empezar un estreno y no vaya a tener un final porque es cancelado.
¿Cuántas veces nos han preguntado si merece la pena ver tal serie cancelada por si no tiene un final cerrado? Es una duda muy habitual, por ejemplo, en el grupo de Telegram de Fuera de Series cuando alguno de sus participantes se anima a ver, por ejemplo, Hannibal. ¿Y si empiezan a verla, les gusta y cuando llegan al último episodio no hay una resolución concluyente?
Es un riesgo que hay que correr. En respuesta al tuit anterior, el crítico Alan Sepinwall explicaba que “mi filosofía es que, si esperas a que el futuro de una serie esté asegurado, puedes perderte algo grande pero de corta vida (…). Si una serie es muy buena, es más que probable que tenga algún tipo de final”.
‘Terriers’ es una de las cancelaciones de FX que más recuerdan los críticos estadounidenses.
Ver el primer episodio de una ficción que acaba de arrancar es, un poco, un salto al vacío. No sabes qué te vas a encontrar, si te va a gustar, si te va a ofrecer los elementos necesarios para animarte a regresar a la semana siguiente o, si es una serie cuya primera temporada se publica de golpe, a continuar viendo el segundo capítulo, y el tercero. También puede ser que, episodio a episodio, la serie se despliegue ante ti como algo realmente especial, como una serie que merece ser más vista por más gente. La experiencia de ese visionado no se mancilla porque la cadena la cancele sin un final.
¿Es peor Terriers porque FX no la renovó por una segunda temporada? ¿Que fuera cancelada ya no la hace merecedora de que nuevos espectadores la descubran?
Y, por otro lado, no querer ver estrenos por miedo a que acaben sin un cierre acaba creando un círculo vicioso. Si nadie ve estrenos de Netflix hasta que no se anuncie que están renovados, no tendrán los suficientes visionados para que esa renovación sea rentable y, por lo tanto, acaban siendo cancelados como temían esos espectadores reticentes. Que luego se preguntan cómo puede ser que esa serie, si era tan buena, haya recibido el hachazo. Una profecía autocumplida.
Fiarlo todo a que la serie vaya a tener un final perfecto y concluyente es dejarse fuera títulos que podrían encantarnos. Si pensamos así, nunca veríamos Deadwood, Firefly o Freaks & Geeks. Todas fueron canceladas en su momento. Ninguna tiene un último episodio definitivo. Eso no impide que sean grandes series.