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‘Paquita Salas’, Anna Allen y el giro metatelevisivo definitivo

La foto de la discordia de Anna Allen. (Fuente: Twitter)

Anna Allen se coló en la casa de millones de espectadores como la novia de Toni Alcántara en Cuéntame cómo pasó. Después pasaría por otras series como Acusados u Homicidios (o eso dice su IMDb, pero vete tú a saber), pero su carrera se fue al traste por un escándalo que dio mucha vidilla a la prensa allá por 2015, cuando desapareció sin dejar rastro.

Para construir su carrera, Allen fingió que las cosas le iban muy bien a base de mentiras. Por ejemplo, dijo que estaba trabajando en Estados Unidos realizando papeles episódicos en series como The Big Bang Theory y para ello adjuntó un fotomontaje en el que sustituía su rostro por el de la actriz Summer Glau. Hizo lo mismo con Melissa George para colocarse junto a Matt Bomer y vender su participación en Ladrón de guante blanco o utilizó la invitación de Lupita Nyong’o para colarse en los Oscar, Photoshop mediante.

Su estrambótica historia sirvió de inspiración a Los Javis para la primera temporada de Paquita Salas, donde construyeron una trama muy similar con Claudia Traisac de homóloga de Anna en la ficción. “Con Clara seguimos una estrategia un poquito arriesgada. Cogimos y pusimos su cara en unas fotos de otra actriz. Pues en una gala de los Oscar, que si en un rodaje, en un evento de un champú, cosas así. Cosas simples. Maquillar un poquito lo que está pasando”, relataba Paquita mientras vemos el manual Qué es el diseño gráfico en su mesa, “Y nada, nos pillaron, la verdad. La prensa cómo se puso… Que si mentirosa, que si embustera, que si engañadora… La chica se agobió un poquillo y yo me la traje aquí de fugitiva”.

El inspiradísmo episodio Hasta Navarrete de la serie no servía solo para hacer bromas sobre el traspié de la actriz, sino que dejaba entrever una reflexión sobre lo difícil que es llegar a la cima y lo tentador que es buscar atajos, humanizando lo que para la prensa había sido objeto de escarnio. Clara encontraba la paz en el pueblo de Paquita, pero de Anna Allen no sabíamos nada hasta que Bluper adelantaba que la veremos en la tercera temporada de la serie de Netflix. Y hay que entenderlo como un acto de valentía, así como el giro metaficcional perfecto.

Me muero de ganas por ver qué hacen Javier Calvo y Javier Ambrossi con esto, porque no dudo que aprovecharán la oportunidad para seguir hablando de los entresijos de un mundillo que desde fuera es todo brillo y color, pero en el que dentro hay muchas penas y miserias. Lo de Anna Allen fue solo la primera nota de lo que veríamos después: actores-influencers, actores que ganan más anunciando bolsos que poniéndose frente a la cámara, vanidades desmedidas, depresiones por caída de likes y actos desesperados por volver al candelero. Un poco lo de siempre, pero desquiciado por la inmediatez de respuesta de las redes sociales y por la creencia, muchas veces equivocada, de cadenas y directores de casting de que un follower equivale a un espectador.

Anna Allen metió la pata hasta el fondo, sí. Pero ni que fuera ella Bin Laden, que diría la Esteban. Ya no tiene que seguir escondida ni merece que su carrera -y no era mala actriz- se termine para siempre por el error que cometió. Ella o su representante, no sabemos. Quizás en la homóloga de Paquita estén las respuestas.

Que Anna Allen vuelva es una buena noticia y más aún que lo haga dispuesta a reírse de sí misma. Porque en Navarrete se debe estar muy bien, pero quizás le apetezca más dejarse caer por Netflix. Ahora sí va a estar en una serie internacional.

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