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Una temporada de fracasos en abierto que pide reflexionar

La serie de Hugo Silva no ha convencido a la audiencia. (Fuente: Telecinco)

Mientras el público espera con expectación la tercera temporada de La casa de papel, que llega esta semana a Netflix, las cadenas en abierto cierran una temporada televisiva en la que las series de ficción apenas han brillado. Y la escasez de aciertos de la televisión lineal en estos meses nos invita a pensar sobre qué está pasando.

El desplome de Brigada Costa del Sol, cuyas emisiones están aún coleando ante apenas un millón de espectadores, ejemplifica bien la tendencia general. La serie llegó a Telecinco con un buen resultado (2.469.000 espectadores y 18,4% de share) pero no ha podido retener a la audiencia y ha terminado agonizando. Antes, tampoco funcionaron en el canal ni Los nuestros 2 ni Secretos de Estado.

En la cadena rival, las cosas no han ido mejor en esta temporada y no solo por el terrible batacazo de 45 revoluciones, sino también para la caída libre que vivió Matadero y la tibieza con la que se recibió Presunto culpable. Por su parte, la cadena pública también ha anotado varios fracasos como Hospital Valle Norte o la diaria Derecho a soñar, que no tendrá continuidad, mientras que la segunda temporada de La otra mirada ha tenido un paso de lo más discreto.

¿Éxitos? La caza. Monteperdido no estuvo para echar cohetes, pero al menos retuvo a la audiencia y consiguió segunda temporada, mientras que en Telecinco Vivir sin permiso tuvo un buen desempeño y Señoras del (h)AMPA, aunque ha ido bajando desde su estreno, se mantiene todavía en una forma saludable (está por ver si el parón, tras el quinto episodio, le beneficia o perjudica). Solo las series veteranas Cuéntame cómo pasó, Allí abajo (que ha dicho adiós esta temporada) y especialmente La que se avecina siguen congregando fielmente a los espectadores ante el televisor.

Cada departamento de ficción de las cadenas en abierto deberá reflexionar sobre qué está pasando. ¿Estamos ante una concatenación de fracasos puntuales que, por unas cosas o por otras, ha dado la casualidad que no han podido conectar con la audiencia? ¿o estamos viendo cómo se confirma la caída de un modelo de negocio? Horarios imposibles, series que no motivan al espectador o falta de margen para la promoción podrían ser algunas de las causas de esa pérdida de interés por un espectador cada vez más acostumbrado a la televisión bajo demanda. No hablamos de nada nuevo.

Volviendo a La casa de papel, también deberíamos preguntarnos por qué esa serie apenas hizo ruido cuando pasó por Antena 3 y por qué se convirtió en un fenómeno (nacional y global) cuando Netflix la adquirió. ¿Por qué nadie se interesaba -ni medios ni espectadores- por la segunda parte entonces y por qué ahora todo el mundo habla de la nueva temporada? Preguntas que deben dar respuestas. Y ya veremos si a partir de otoño también tienen consecuencias. Toca mover ficha.

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