El verano seriéfilo siempre ha sido para recuperar aquellas que no tuvimos tiempo de ver en otoño/invierno o para entregarnos a revisionados de nuestras favoritas con las que hace bastante que no nos reencontramos. Hasta cuando las cadenas de cable estadounidenses utilizaban estos meses para lanzar sus grandes apuestas, las vacaciones estivales acababan dedicadas mayoritariamente a esas dos actividades. Y eso que los estrenos servían, y sirven aún, para marcar de algún modo el paso de la estación; había espectadores para los que el verano no empezaba hasta que HBO no estrenaba nueva temporada de True Blood. Ese título, ahora, se lo ha quedado Wynonna Earp.
Agosto, principalmente, es un mes muy propicio para que los periódicos, y las webs, tiren de la nostalgia de sus redactores recordando cuáles eran sus series del verano. En La Vanguardia, por ejemplo, Pere Solà ha estado toda la semana recordando las que él veía en su momento, que en parte eran las que los que pertenecemos a cierta generación terminamos siguiendo todos en las mañanas de La 2, o en las tardes de Telecinco o de las autonómicas: Xena, la princesa guerrera, Los rompecorazones, Ally McBeal, repeticiones en abierto de Buffy, cazavampiros…
La experiencia comunal de tener esas series por la tele, probablemente, exacerba la nostalgia, ya que muchos las recordamos a la vez. Pero después, las series del verano han ido transformándose. Cada uno ha dedicado sus estíos a ver las que en ese momento le apetecía, aunque las redes sociales, en ocasiones, consiguen su propio efecto comunal; aún recuerdo aquel verano en el que todo mi timeline de Twitter se puso a ver Doctor Who.
El concepto “serie de verano” ha ido perdiendo parte de su fuerza para mí, pero sí es cierto que ha sido la época de algunos maratones para ponerme al día de series a las que no había dado una oportunidad hasta entonces. Person of interest, Elementary, la primera vez que vi Veronica Mars… Últimamente, he ido perdiendo esa costumbre ante el aluvión de estrenos de las plataformas, pero este último mes lo he dedicado a acercarme de nuevo a La leyenda de Korra y ha sido un reducto muy bienvenido entre los capítulos nuevos de Little Voice, Podría destruirte o Perry Mason.
Sí, yo también recuerdo aquellas mañanas de vacaciones viendo Xena (serie que, probablemente, deberíamos reivindicar más) y la nostalgia es más que comprensible. El grito de guerra del personaje de Lucy Lawless nos retrotrae a los días estivales sin mayor preocupación que ver pasar las horas. Es muy tentador quedarse a vivir en esa sensación. Lo tentador no siempre es lo mejor.
Abajo con la nostalgia
Del Frankenstein de referencias ochenteras de ‘Stranger Things’ a la recuperación de clásicos de la época como ‘Karate…fueradeseries.com