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‘Yo, Elvis Riboldi’: la épica de ser un niño, en una serie de animación española

(Fuente: HBO España)

La épica de ser un niño es doble en las series animadas. Está ahí, primero, el acierto con que suelen retratar esa fantasía que se insufla hasta a las acciones más nimias cuando apenas se levantan tres palmos del suelo. Pero comparece también la veda abierta, ficción mediante, que encuentran una chavala o un chiquillo para proyectar verdaderas barbaridades con las que normalmente solo se sueña siendo pequeño. Por plasmar con gracia este principio me cautiva Yo, Elvis Riboldi.

Lo de echarle tanta imaginación a los juegos del recreo que acaben pareciendo batallas campales y luego desatar una que casi tire abajo el colegio entero lo hace hoy con soltura la serie que acaba de añadirse al catálogo de HBO España, pero cultivar esa eficacia ha costado. El proyecto, una quijotada de la barcelonesa Peekaboo Animation y otros actores de la industria no necesariamente españoles, ha tardado más de un lustro en cuajar. En todo ese tiempo, ha recorrido el trecho que va desde los tebeos homónimos en los que se basa —obra de Bono Bidari, el colectivo creador de Los Lunnis— hasta ser un caramelo por el que se babea en mercados globales de la animación y que ya busca padrinos para una segunda entrega.

Halagados en el festival de Annecy y finalistas en los Premios Quirino de la Animación Iberoamericana, los artífices de la versión televisiva de Yo, Elvis Riboldi, con el director Javier Galán a los mandos, levantaron la serie antes de contar con el impulso extra del fenómeno en que se convirtieron los libros poco después. Los cortes publicados, de apenas 11 minutos, añaden personajes para suplir lo que no se pudo trasladar de las viñetas al LED; por ejemplo, la hiperactividad diagnosticada de Elvis, el crío protagonista, que en el paso a la pequeña pantalla se transformó en osadía y vigor.

Según Iván Agenjo, productor ejecutivo de Peekaboo, la que por el momento es una portentosa primera temporada de Yo, Elvis Riboldi debía haberse emitido en Boing, el canal infantil, pero al final ha caído en otro contenedor de Warner. De pago, eso sí. Su estreno en abierto para toda España —en Cataluña ya se vio— será en Clan, de RTVE, aunque no hay aún una fecha exacta que anhelar.

Quien sí ha visto la serie ya es el hijo del propio Galán, espectador privilegiado en quien el director fue probando el efecto de las correrías de su criatura. Aquel chaval disfrutó en primicia el fascinante material, antes que cualquier otro infante del mundo, y cuenta su padre que, como habríamos hecho todos en su lugar, aprendió a abocetar la silueta del personajillo antes del estreno mismo de sus andanzas. Ay, quién fuera (ese) niño.

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