HBO Max ha confirmado que se encuentra preparando un reboot de Primos Lejanos, la comedia emitida por ABC entre 1986 y 1993 que protagonizaron Mark Linn-Baker y Bronson Pinchot. O lo que es lo mismo, el primo Larry y Balki Bartokomous. Pero para adaptarse a los nuevos tiempos las protagonistas serán dos mujeres afroamericanas, Deja y Poppy, que descubren que son hermanastras y heredan un apartamento en Brooklyn. Como la creación original, y como muchas otras producciones, las protagonistas tienen caracteres opuestos y deberán aprender a convivir juntas. Así que será esto, y el título, lo único que quede de la serie original, además de uno de sus productores, Robert L. Boyett, que ya se encargó de ultrajar Padres Forzosos con su versión femenina y moderna.
A los fans de Primos Lejanos nos parece un insulto que el proyecto se vaya a aprovechar de su nombre para plantear una propuesta con la que nada tiene que ver, más allá del conflicto entre personajes. Y también nos parece ridículo, puesto que muchos de los que hoy se consideran seriéfilos no conocieron la ficción original y por tanto es una referencia innecesaria.
La nueva versión de la amable producción ochentera no es más que otra muesca de la fiebre nostálgica televisiva, que lo mismo te reúne a viejos amigos, que crea universos modernos de títulos exitosos o simplemente los reescribe. Gossip Girl, Pretty Little Liars o Aquellos maravillosos años son las últimas, pero a la vista de la corriente, que no podemos calificar de exitosa precisamente, no tardarán en llegar más. Y aunque en algunos casos pueda parecer lógica (que no deseable) su resurrección, especialmente si terminaron recientemente, en otros simplemente parece una operación de marketing desesperada, propia de quien tiene que rellenar un catálogo, que si llevase otro título resultaría, para muchos, más respetable. Por lo menos para mí que, ofendida por la manipulación de mis recuerdos, ahora mismo no me planteo acercarme al reinicio de Primos Lejanos.
El agotamiento por la escasa originalidad de las propuestas en la que parecen haberse instalado cadenas y plataformas no es nuevo. La incógnita es saber cuántos reboots deben fracasar para que directivos y creadores se rindan ante la evidencia y dejen de resucitar series que regresan convirtiéndose en una especie de Frankenstein al que solo le queda el título y el planteamiento original.
Tampoco vendría mal que alguien diese la cara y nos contase por qué la ficción audiovisual es la única industria creativa que vive del éxito pasado, recuperando títulos y reescribiendo historias. ¿Acaso alguien se imagina que un escritor publicase unas nuevas Cumbres Borrascosas, otro A sangre fría, el reinicio de Los Pazos de Ulloa? Menos reboots y más respeto por la Historia del medio y por la audiencia, señores.
