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Cuando los vampiros dominaban HBO

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Sí, la cuenta atrás hasta la penúltima temporada de Juego de tronos ya ha empezado, y en Fuera de Series vamos a celebrarlo con un post diario en el que repasaremos diferentes aspectos de la serie. Así, la espera hasta el 17 de julio, cuando veremos los nuevos episodios en HBO España y Movistar+, será más llevadera.

El año pasado, con la emisión de su sexta temporada, Juego de tronos se convertía en la serie más vista en la historia de HBO, con una media de 18,4 millones de espectadores. Esas cifras, más el segundo Emmy a mejor drama que se llevaría en septiembre, la consolidaban como la heredera de Los Soprano, en premios y recepción crítica y de público, que la cadena se había pasado buscando casi una década.

Porque, aunque ahora se vea Juego de tronos como un éxitos indiscutible, era una apuesta arriesgada para la HBO de finales de los 2000. También era una apuesta que esa cadena sólo podría haber hecho entonces, cuando no terminaba de encontrar esa serie que pudiera asumir la carga de los mafiosos de Nueva Jersey de ser la cara de la cadena.

Aunque deberíamos decir que sí la había encontrado, pero no era la que nadie esperaba. Porque entre 2008 y 2014, fue una serie con vampiros, sexo explícito y mucha sangre la que “pagó las facturas” en HBO: True Blood.

HBO después de ‘Los Soprano’

Los Soprano no sólo fue una serie importante para HBO, lo fue para toda la ficción televisiva estadounidense. Para los críticos, hay una época pre Soprano y otra post Soprano, y para HBO es todavía más acertada esa distinción. La serie de David Chase le hizo ganar premios, convertirse en un tema de conversación popular y afianzar toda una imagen de marca, aquella famosa de “no es televisión, es HBO”.

‘Roma’, diez años después
La serie de HBO allanó el camino a superproducciones como ‘Juego de Tronos’fueradeseries.com

Así que, cuando Los Soprano emitió su último episodio, en 2007, la cadena afrontaba una era de transición. Se terminaba su título más popular y prestigioso, y había que buscar un nuevo “buque insignia” que centrara la promoción del canal y le ayudara, sobre todo, a buscar nuevos suscriptores.

HBO lo intentó con una nueva serie de David Milch (Deadwood), John from Cincinnati, que justo se estrenó poco después del final de Los Soprano y que ha pasado a la historia como uno de los fracasos más interesantes de los últimos años. Ese 2007 probó suerte también con Tell me you love me, una rareza sobre parejas que iban a terapia y que tenía vocación más minoritaria, pero que tampoco pasó de la primera temporada. Y Big Love iba por su segunda temporada, pero no tenía el suficiente tirón para ser LA serie de HBO.

En ese ínterin, además, apareció un nuevo competidor en la arena de las “series de prestigio”, AMC. El estreno de Mad Men unos meses después de que se acabara Los Soprano parecía indicar un cambio de guardia, un nuevo modelo a seguir en la televisión de calidad, y daba la sensación de que HBO había perdido la posición de privilegio en ese panorama.

‘True Blood’, la serie que HBO necesitaba

Mientras Mad Men y Breaking Bad se convertían en las nuevas series de moda, HBO encontró la serie que volviera a conectar con el público, pero no se parecía a ninguna que hubiera estrenado antes. Era una adaptación de unos libros de Charlaine Harris de temática vampírica, que llegaba el mismo años que se estrenaba Crepúsculo y que, inicialmente, hizo creer que iba a ser algo más “sesudo” cuando se vio que su responsable era Alan Ball, creador de A dos metros bajo tierra.

Pero True Blood no jugaba en la liga de Mad Men. Ni siquiera lo pretendía. Era una serie sobre vampiros en Nueva Orleans cuya protagonista era una camarera que podía leer las mentes, y en la que todo era excesivo: la sangre, el sexo, la ambientación en los pantanos de Louisiana, las relaciones entre sus protagonistas… Ni serviría para que los críticos, y los Emmy, se acordaran de que existía HBO, pero sí resultó todo un éxito de público y un fenómeno fan como HBO no había vivido hasta entonces.

La serie era uno de los grandes atractivos anuales de la Comic-Con de San Diego y, hasta que llegaron Juego de tronos y Westworld, su tercera temporada estaba en el top 5 de series más vistas en la historia de la cadena, con una media de 13 millones de espectadores. Sólo la superaba Los Soprano, que en 2002 alcanzó los 18,2 millones de espectadores y, en 2004, superó los catorce.

‘True Blood’ fue el gran descubrimiento de Alexander Skarsgaard.

Durante las siete temporadas que estuvo en antena, True Blood ofreció la consistencia y el tirón popular que HBO necesitaba mientras seguía buscando su nueva “campeona” de cara a los premios y la crítica. Así llegó Boardwalk Empire en 2010, por ejemplo, avalada por la producción de Martin Scorsese y con una temática (luchas por el poder al principio de la Ley Seca en Estados Unidos) que prometía grandes alegrías.

Y el drama dio algunas a la cadena, como un Emmy al mejor secundario para Bobby Cannavale en 2013 y unas cifras de audiencia bastante decentes, pero nunca terminó de hacer buena la promesa de heredar el trono de Los Soprano. Nunca tuvo la misma visibilidad y, además, parecía estar anclada en una “vieja HBO”. True Blood había demostrado que una apuesta por el fantástico, por temas que se salieran de lo que se asociaba tradicionalmente con la cadena, podían ser muy rentable. Y Juego de tronos terminó por confirmarlo.

‘True Blood’ está disponible al completo en HBO España.

marina

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