Además de ‘The Clone Wars’, Filoni ha firmado ‘Star Wars: Rebels’ y ‘Star Wars: La Resistencia’. (Fuente: Disney+)
Hace un año, se hablaba de su relación con George Lucas comparándola con la que había entre Luke Skywalker y Obi-Wan Kenobi. Un joven salido del culo del mundo llamado a hacer historia de la mano de su anciano mentor. Hoy, sin embargo, podemos ver más a Dave Filoni como el aguerrido mandaloriano que regresa a nuestras pantallas este viernes, y al frágil pero poderoso bebé que arrastra consigo como la condensación del legado y la imaginación de Lucas, un delicado demiurgo al que hacer de intérprete para el resto del mundo.
Siempre ataviado con un sombrero de cowboy que se cala hasta el ecuador de la frente, Filoni es digno heredero de su maestro. Un joven, efectivamente, salido del culo del mundo (Mount Lebanon, un suburbio de Pittsburgh), nieto y sobrino de aviadores y reclutado por Lucas para caminar junto a él en su último proyecto serio como pater familias de la franquicia cinematográfica más importante de Occidente. Ya cuarentón y con el viejo dueño del rancho Skywalker fuera de juego, Filoni se ha convertido en el hombre fuerte de Star Wars. El tipo al que tienes que preguntar antes de ponerte a escribir una historia.
Al contrario que Lucas, ideólogo de una porción fundamental de la cultura popular que consumimos hoy, no hizo sus pinitos en el cine, sino en las series de animación. Se empleó sobre todo como artista de storyboard en series como Kim Possible, Dave, el Bárbaro o la desaparecida American Dragon: Jake Long, hasta que firmó en 2005 para dirigir nueve episodios de la primera temporada de Avatar: La leyenda de Aang, de Nickelodeon. No la película de las tribus cerúleas, sino la serie animada del monje calvo con una flecha azul en la cabeza. De allí se marchó cuando George Lucas lo convocó para entregarle el testigo en forma de otra serie de animación, esta en CGI: The Clone Wars.
Filoni y Lucas rellenaron con esa producción (acompañada de una cinta también animada que sustituyó en 2008 a la que Genndy Tartakovsky había facturado en 2D entre 2003 y 2005, trágicamente expulsada del canon) el vacío que se abría entre los episodios II y III de la saga cinematográfica, pormenorizando el a veces desdibujado conflicto separatista, que en las películas parecía escalar de milicia aislada a dominación omnímoda sin demasiada solución de continuidad. El de Pittsburgh ha hecho de esto una máxima en su obra. Tanto The Clone Wars como sus series posteriores (Star Wars: Rebels y Star Wars: La Resistencia, todas animadas y disponibles en Disney+) insisten en restituir los huecos de la guerra.
Sus series, aunque funcionales como sólidas aventuras para toda la familia, parten de una concepción microscópica de la narración bélica. Son historias de trinchera, que subrayan que la guerra galáctica no se hace solo con las dos o tres batallas ejemplares que vemos en los cines. Filoni tiene interés en las pequeñas escaramuzas que construyen, de una en una, el conflicto general (quizá por ósmosis de su primer gran trabajo, Avatar, otro detallado tratado sobre la guerra). Lejos de las hazañas grandilocuentes y con asombroso apego a los soldados rasos y su experiencia, al tedio de las misiones rutinarias, de convencer planeta por planeta, luna a luna, a los neutrales. Mucho tiro y poco sable láser.
Busto y disfraz de Plo Koon
Filoni, que, en sintonía con el curso natural del acontecer televisivo, es cada vez menos director en sus series y más en las de los demás, dirigió dos de los ocho episodios de la primera temporada de The Mandalorian y, según IMDb, escribirá y realizará uno más en la nueva entrega. El máximo responsable de la historia de Mando y Baby Joda, Jon Favreau, que en 2017 acababa de aterrizar en la franquicia, quiso tenerlo también como productor ejecutivo. Favreau era ya un capitoste en lo superheroico, pero no en la jerarquía Star Wars. No en presencia del hijo putativo del Canoso Creador. Hasta Kathleen Kennedy, presidenta de Lucasfilm, consulta con Filoni cada propuesta de nueva historia que le llega basada en la herencia de Lucas.
No estamos hablando de ningún outsider: es fanático patológico del maestro jedi Plo Koon, de quien guarda busto y disfraz en su despacho y a quien convirtió en coprotagonista del primer arco de The Clone Wars, y ha sido investido miembro honorario de la congregación internacional de cosplayers Legión 501. Suele poner, por cierto, voz a alguno de los personajes de sus series, generalmente droides. Con The Mandalorian se lanzó al live action, os invito a buscarlo entre el casting del sexto episodio. Su horizonte está igualmente copado de promesas galácticas: por el momento tiene en preproducción y prevista para 2021 Star Wars: The Bad Batch, una serie centrada en esa patrulla de clones defectuosos presentada al principio de la séptima y última temporada de su laureada The Clone Wars.
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