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De ‘I Love, Lucy’ a ‘Maude’, las pioneras de las series de televisión

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‘That Girl’, ‘I Love, Lucy’, ‘Julia’, ‘The Mary Tyler Moore Show’ y ‘Maude’.

Hubo un tiempo en el que en la televisión no se podía mostrar a una mujer embarazada, en el que era una osadía que una chica decidiera trabajar al salir de la universidad en lugar de casarse, que una treintañera fuera soltera y su principal objetivo fuera su carrera, que una mujer negra fuera representada como una profesional de clase media y no como una criada, o que la protagonista estuviera divorciada.

Estamos en 2018 y aún hay mucho camino por recorrer en cuanto a diversidad y representación delante y detrás de cámaras, pero si nos detenemos un momento y miramos hacia atrás, también es mucho lo que se ha recorrido. Por eso hoy, como previa al Día Internacional de la Mujer, queremos hacer un reconocimiento a aquellas que dieron los primeros pasos, los más difíciles. Hoy vamos a hablaros de las pioneras de las series de televisión.

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‘I Love Lucy’ (1951–1957)

Lucille Ball no sólo fue un genio de la comedia, también es una de las ejecutivas de televisión más exitosas de la historia. En ese sentido fue pionera en muchos aspectos; fue la primera mujer en dirigir una productora y un estudio de televisión, Desilu Productions, que fundó con Desi Arnaz, su esposo, y a quien le compró sus acciones después de divorciarse. Desilu Productions es responsable de éxitos como la serie original de Star Trek.

También fue una visionaria. Cuando se estrenó I love Lucy, los programas grabados eran considerados un producto inferior a las grandes producciones en directo por su pérdida de inmediatez. Lo habitual era emitir en directo en la costa este (y sin público) usando una cámara; para la emisión en el otro huso horario se grababan las imágenes de la emisión de un monitor (kinescopado), y se emitían tres horas después.

Lucille y su equipo decidieron apostar la calidad de imagen y grabar los episodios en 35 mm, en lugar de emitir en directo, y con público, para que las risas fueran espontáneas. También apostó por el sistema multicámara, que había sido desarrollado, pero nadie lo usaba para las series; así podía tener diferentes ángulos de cada toma sin necesidad de que el público tuviera que esperar a que las cámaras se cambiaran de posición.

Gracias a esta decisión de producción, cuando Lucille se quedó embarazada durante la segunda temporada de la serie, y se vio obligada a tomarse unos meses de baja, Desilu Productions completó los 39 episodios que le había encargado CBS con una reposición de los mejores episodios de la primera temporada. La estrategia fue un éxito de audiencia y I Love Lucy sentó las bases de la sindicación de programas televisivos que sigue existiendo hoy.

Hablando de embarazos, cuando se rodó el piloto de I Love Lucy, Lucille Ball estaba embarazada, pero lo disimularon con el vestuario, como se sigue haciendo a día de hoy. Sin embargo, en la segunda temporada, cuando estaba esperando su segundo hijo, decidió incorporarlo en la trama de la serie; fue algo totalmente revolucionario y solo fue posible después de muchas negociaciones.

En un principio, los ejecutivos de CBS se opusieron fervientemente. La razón: mostrar a Lucy embarazada demostraba abiertamente que Lucy y Desi (pareja en la realidad y en la ficción), que dormían en camas separadas, mantenían relaciones sexuales. I Love Lucy también se recuerda como la primera serie en representar una pareja multicultural (Desi era cubano) y el primer programa en introducir expresiones en español en los diálogos.

Con seis temporadas exitosas y otras dos sitcom que protagonizó después, Lucille Ball fue productora de sus propias series, una visionaria que sentó las bases de la televisión tal como la conocemos y rompió el estereotipo del ama de casa televisiva antes de que existiera.

‘That Girl’ (1966–1971)

That Girl se emitió durante cinco temporadas en la ABC y el retrato de su protagonista fue algo totalmente novedoso en la televisión. Ann Marie, interpretada por Marlo Thomas, era una veinteañera, recién graduada en la universidad, que decidía mudarse sola a la gran ciudad para hacer carrera como actriz. ¿Cuál era la novedad? Que era una veinteañera que elegía no casarse al terminar la universidad.

Cuando hoy decimos, al describir una serie, que los personajes están buscando su lugar en el mundo, Ann Marie fue la primera en hacerlo. That Girl fue una de las primeras sitcom en mostrar como protagonista a una mujer joven soltera fuera del ámbito doméstico o de la casa de sus padres. Su personaje no quería ser la esposa, la hija o la secretaria de alguien, Ann Marie quería ser alguien, la protagonista de su propia historia.

Aunque Marlo Thomas nunca recibió créditos de productora, hoy en día aparecería en pantalla como creadora y productora ejecutiva de la serie. Thomas fundó la compañía Daisy Productions para producir la serie y That Girl fue una idea original suya. Tenía contactos con los ejecutivos de la ABC gracias a su padre (Danny Thomas) y conocían su talento porque la habían visto en obras de teatro y solía jugar a charadas los fines de semana con los que fueron los creadores de su serie. Marlo era Ann Marie, quería ser actriz, pero no a cualquier precio. Por eso, cuando surgió la posibilidad de hacer una serie, tenía claro lo que no quería ser.

Marlo Thomas habla sobre su trabajo como productora y los inicios como la única voz femenina de la serie.

Marlo Thomas había leído La mística de la feminidad de Betty Friedan, publicada en 1963, y le había cambiado la vida. Con una copia en la mano, propuso la que fue la premisa de la serie y un título, Miss Independent. El título les pareció excesivo y lo cambiaron por That Girl, expresión que se convirtió en un gag recurrente en la introducción de cada episodio de la serie.

Durante la primera temporada fue la única voz femenina en la sala de guionistas, en la que tenía presencia como productora, y cada propuesta suya de cómo reaccionaría o no una chica joven, como ella, ante ciertas situaciones de los guiones le representaba un esfuerzo mayúsculo ante sus compañeros varones. Para la segunda temporada, decidió que necesitaba una voz aliada y contrató a Ruth Brooks como consultora de guiones; la mantuvo en plantilla durante el resto de la serie y otras seis mujeres guionistas escribieron episodios mientras la serie estuvo en antena.

En la última temporada, los productores presionaron para que el personaje de Ann Marie se casara con Donald, el que había sido su novio durante los cinco años de la serie. Marlo Thomas se opuso a cada paso; que su personaje se casara al final de la serie derrumbaba todo lo que había construido. Y se salió con la suya. En el último episodio de That Girl, Donald acepta acompañar a Ann Marie a una reunión del movimiento de liberación de las mujeres y se quedan atrapados en un ascensor, una situación que la serie aprovecha para recordar algunos momentos claves de los personajes.

‘Julia’ (1968–1971)

La Ley de Derechos Civiles de 1964, que ilegalizó la segregación de razas e invalidaba las leyes de Jim Crow, había sido promulgada sólo cuatro años antes del estreno de Julia, y no se acató inmediatamente en todo el territorio de Estados Unidos (el Domingo Sangriento de Selma sucedió en 1965). En aquella época, los personajes negros que se veían en pantalla eran meros estereotipos. Julia fue la primera serie en tener a una mujer negra como protagonista, y en un rol que no era el de sirvienta. Era una enfermera. También era madre soltera (o viuda), otra novedad en cuanto a representación en ese momento histórico.

Diahann Carroll sobre la premisa de la serie y las críticas que recibió.

El personaje de Julia Baker era el de una enfermera que llevaba la vida corriente de una mujer de clase media, es decir, que en líneas generales se la presentaba con los conflictos que podía tener una mujer blanca. Esto, que nos parece novedoso a día de hoy, y evidentemente lo era en aquel momento, generó mucha controversia. Se acusó a la serie de ser complaciente por mostrar a una familia negra, sin figura masculina, que no incomodaba al espectador blanco. Y fue criticada por ser poco realista por todos, también por la comunidad negra, porque no mostraba la realidad social y política que aún los discriminaba.

Julia fue una serie que quiso moldear la percepción que tenía el espectador blanco de la comunidad negra, mostrándolos como personas y no sólo como víctimas de la opresión, y también una serie aspiracional que quería mostrar y confiaba en que otro mundo era posible.

‘La chica de la tele’ (1970–1977)

Después del camino iniciado por That Girl, la primera curva la tomó La chica de la tele (The Mary Tyler Moore Show). En este caso se retrataba a una mujer profesional y dedicada a su carrera que seguía siendo soltera en su treintena y cambiar su estado civil no estaba en su lista de preocupaciones. En los años 70 cada vez era mayor el número de mujeres interesadas en trabajar fuera del hogar y Mary Richards fue un modelo relevante en sus vidas.

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El personaje protagonista establece las reglas de juego desde el primer episodio durante la entrevista de trabajo, y a lo largo de la serie se abordan varios temas que estaban en la conversación social de la época como el sexismo, la píldora anticonceptiva y la desigualdad salarial entre hombres y mujeres. Este último, en el primer episodio de la tercera temporada, uno de los más recordados de la serie.

Mary Tyler Moore habla sobre el desarrollo de la serie.

Aunque Mary Tyler Moore no consiguió cristalizar su idea inicial para el personaje, que Mary Richards fuera una mujer divorciada, sí consiguió llegar al final de la serie realizándose como una mujer independiente que ascendió puestos en su trabajo desde secretaria hasta convertirse en productora, sin que su soltería fuera una carga o sinónimo de soledad, como demuestra la última escena de la serie en la que, por cierto, se inspiraron los guionistas de Friends para su final.

La chica de la tele fue la serie de la segunda ola del feminismo y ese feminismo no sólo estaba delante de cámara, también detrás. Mary Tyler Moore también la produjo a través de una compañía propia, MTM Productions y según un artículo de The Atlantic, el 30% de los guionistas de la serie fueron mujeres, algo sin precedentes en la época. Una de ellas, Treva Silverman, fue la primera mujer en ganar en solitario un Emmy al mejor guión de comedia.

‘Maude’ (1972–1978)

Creada por Norman Lear, conocido por su interés en iniciar conversaciones sobre la realidad social a través de sus personajes, Maude fue un spin-off de All in The Family. Con esta serie, Lear quería mostrar a un personaje que era el polo opuesto de Archie Bunker, una mujer liberal, demócrata, feminista, que defendía los derechos civiles y la igualdad de género.

Beatrice Arthur interpretó a Maude, una mujer divorciada varias veces, que vivía ahora con su cuarto marido y con su hija, también divorciada y con un hijo de 8 años. La serie Maude podía ser hilarante, pero también tenía drama y humor negro. Durante el tiempo que estuvo en antena, en sus guiones se habló de temas considerados tabú en una comedia: como la guerra de Vietnam, la administración de Nixon, el divorcio, la menopausia, el alcoholismo, enfermedades mentales, suicidio, drogadicción, derechos civiles, violencia de género y aborto. Nada mal para una serie de los 70, muchos de esos temas continúan siendo pantanosos hoy.

Beatrice Arthur sobre el personaje de ‘Maude’ y los temas abordados por la serie.

El mejor ejemplo es el episodio doble El dilema de Maude (1×09–1×10), en el que Maude descubre que está embarazada y la serie explora y debate, a través de los puntos de vista de todos los personajes, las posibles ramificaciones de esta situación. Este episodio fue emitido cuando el aborto había sido legalizado en estados como Nueva York o California, pero antes de que el Tribunal Supremo se posicionara en el caso Roe v. Wade, por lo que varias estaciones afiliadas de CBS decidieron no emitirlo, aunque sí lo hicieron un año después en las reposiciones de verano.

En El dilema de Maude, el conflicto de la protagonista es que, siendo una mujer liberal, feminista, que apoya los derechos reproductivos y que no quiere tener otro hijo a su edad, no puede evitar sentir el estigma que pesa sobre el aborto, porque así fue como creció. Su hija es quien representa el punto de vista del momento y le hace entender que no tiene motivo para avergonzarse, porque la sociedad evoluciona y también la consciencia, y el mundo ha cambiado desde que ella era joven.

Al final, Maude decide abortar y 65 millones de espectadores (en la emisión original y la posterior) vieron un episodio histórico. El guion de El dilema de Maude fue escrito por Susan Harris, quien años después creó Las chicas de oro.

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Cuando hay diversidad en la industria todos ganamos

En una industria dominada por los hombres, las pioneras de las que hemos hablado hoy y sus historias supieron abrirse paso para cambiar el panorama televisivo. Todas han sido una gran influencia para las que vinieron después, y gracias a ellas, hoy han podido recorrer el camino con menos piedras, porque cada mujer que escala posiciones de poder en Hollywood deja las puertas abiertas para las que vienen detrás.

La cultura popular como reflejo y filtro de la realidad es arte, negocio y política; la televisión y el cine son medios poderosos para construir referentes y por eso es vital que las voces que tienen el poder de hablar sean diversas.

Frances McDormand cerró su discurso de agradecimiento en la gala de los Óscar con un término desconocido para gran parte de la industria hasta esa noche: inclusion rider, una cláusula de inclusión que permite exigir por contrato que en el reparto o equipo técnico se vean representadas minorías o géneros tradicionalmente excluidos en Hollywood. Es vital que aquellos que disfrutan de cierto poder de negociación en la industria sean conscientes de su privilegio y asuman la responsabilidad de seguir cambiando las cosas.

valentina

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