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El episodio de la semana: ‘The Good Fight’ juega con la culpa y la memoria

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La primera temporada de The Good Fight está casi llegando a su final, y lo está haciendo cerrando el círculo sobre el evento que lo ponía todo en marcha en el primer episodio: el descubrimiento de la estafa piramidal de los padres de Maia Rindell. El escándalo asociado a ella, y las consecuencias que la investigación federal tienen en la joven abogada, han sido una de las tramas que han unido toda la temporada.

La otra ha sido el trabajo de Diane Lockhart en su nuevo bufete, ese bufete mayoritariamente afroamericano que, aunque tenga algunos intereses diferentes de los que podía perseguir Lockhart & Gardner (o como se llamara al final de The Good Wife), muestra unas dinámicas de poder no muy distintas de las que había a veces entre Will y Diane.

Ahí, la serie se ha permitido una entretenida profundización en Marissa Gold, que era tan popular en la serie original como su padre, Eli Gold, y que está afianzándose como una secundaria que funciona bien con cualquiera de los personajes principales, y también ha encontrado la manera de que el público se ponga enseguida del lado de Adrian y Barbara con la persecución de Mike Kresteva.

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Los casos se desarrollan de una manera que, para los fans de The Good Wife, es muy familiar, y gran parte de la trama de Maia y de cómo la afecta el escándalo de sus padres se parece a lo que ya se vio con Alicia Florrick en su momento, pero la reacción de la joven Rindell ante las consecuencias legales que puede tener es suya propia.

El episodio: ‘Self condemned’ (1×09)

A PARTIR DE AQUÍ HABRÁ SPOILERS DEL CAPÍTULO 1X09 DE ‘THE GOOD FIGHT’

El penúltimo capítulo de la primera temporada, Self condemned, destaca justo por la exploración de la posible implicación de Maia en la estafa de sus padres. Sí, nos reencontramos con Colin Sweeney (Dylan Baker) y su total imprevisibilidad en un caso que puede ayudar a Adrian a lograr su mayor victoria en su lucha contra la brutalidad policial, y aunque es una trama divertida, con un par de buenos momentos entre Diane y el propio Adrian, no es ahí donde está lo mejor del capítulo.

Eso es la deconstrucción de Maia Rindell. Rose Leslie es una actriz capaz de transmitir mucho con poco, con ligeros cambios en su expresión corporal y en sus ojos, y esa habilidad ayuda a que destaque su entrevista con la agente del FBI, Madeline Starsky, una versión un poco menos excéntrica, pero igualmente peligrosa en su utilización de su amabilidad, de Elsbeth Tascioni.

Starsky (una Jane Lynch tan entretenida como intimidatoria) quiere hablar con Maia sobre su conocimiento de la estafa de sus padres. ¿Estaba al tanto? Si lo estaba, ¿desde cuándo? ¿Cuánto sabía del funcionamiento del Fondo Rindell? Mientras no mienta en sus respuestas, Maia no tiene de qué preocuparse.

Pero ella se preocupa. No tanto por las implicaciones legales y criminales de sus respuestas, sino porque se siente culpable. Su culpa católica, como le dice Lucca, lleva haciéndola dudar toda la temporada, y acaba por salir a la superficie en el peor momento posible, cuando se le pide que recuerde algunos momentos importantes de su vida en los últimos nueve años. Momentos que están relacionados con el delito por el que se investiga a sus padres.

Maia intenta recordar, pero ha pasado mucho tiempo. Su memoria de esos días no es exacta. ¿Estaba realmente con su madre en la consulta del ginecólogo? ¿Fue de verdad su tío Jax a su casa el día de la caída de Lehmann Brothers? Y, para complicarlo todo, ella se siente culpable; culpable por no haberse dado cuenta de nada, por sospechar algo pero no decirlo, por haberse dejado llevar por las endebles excusas de sus padres.

La serie muestra todo el proceso mental de Maia, y su lenta autodestrucción emocional, a través de unos flashbacks muy bien utilizados. The Good Wife ya sabía emplear con gran eficacia los recuerdos y las emociones que podían desenterrar, y The Good Fight continúa explorando esa línea de actuación. En The AV Club comparaban estos flashbacks de Maia hacia los días por los que le pregunta la agente Starsky con los de Big little lies porque ayudan a contar la historia sin detenerla, y poniendo especial énfasis en el punto de vista de Maia.

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La fiesta de su 18º cumpleaños era, para ella, el día que conoció a su novia Amy, pero también es el día en el que sus padres crean para ella la Fundación Rindell (utilizándola como testaferro involuntaria) y en el que Diane Lockhart habla con ellos sobre Bernie Madoff, y se sorprende de que su mujer no supiera nada de la estafa que estaba dirigiendo. “Creo que no sabía nada porque no quería saberlo”, dice Diane. ¿Es lo mismo que le pasaba a Maia?

Los flashbacks representan sus recuerdos y, como tales, sólo son retazos; conversaciones a medias, besos furtivos, puertas que se cierran, incluso personas que, al principio, aparecen borrosas si Maia no está segura de haberlas visto. En todos ellos, no hay música ni efectos de sonido que marquen que son recuerdos. The Good Fight los deja en silencio, o con las voces de Starsky y Lucca discutiendo, para que quede claro que son vistazos a la mente de Maia. Y para que todavía se acentúe más el efecto que tienen en ella.

Maia se siente culpable. Y va a tener que sentarse en el banquillo de los acusados para darse cuenta de por qué.

Notas al margen

  • La historia de Ruth Madoff después de que se destapara la estafa de su marido (en la que se basa la trama de los Rindell) es muy interesante, sobre todo por su negativa a hablar del asunto y la tragedia familiar que la ha perseguido desde entonces.
  • The Good Fight sigue tirando de actores de Broadway, como hacía The Good Wife, para completar sus repartos. Además de toda una leyenda viva como Bernadette Peters, que interpreta a la madre de Maia, el personaje de Amy recae en Heléne Yorke, a la que algunos espectadores recordarán por ser Jane en las primeras temporadas de Masters of Sex, y que ha participado en los musicales de Balas sobre Broadway y American Psycho.

‘The Good Fight’ se emite los lunes, a las 20:30, en Movistar Series.

marina

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