Elisabeth Moss, en ‘El hombre invisible’. (Fuente: Universal)
La semana pasada, Elisabeth Moss pasó por España para hacer promoción de su última película, una nueva versión de El hombre invisible en la que, en el clásico estilo de la productora Blumhouse, en realidad se habla más de malos tratos y abuso que de un hombre que sólo puede ser visto si se cubre por entero con vendas. La presencia de Moss levantó bastante expectación entre la prensa no sólo porque es la protagonista total del filme, sino porque venía precedida de una vitola que le confería cierta relevancia a su visita: la de estrella de las series.
“La actriz de El cuento de la criada” era la presentación más habitual de Moss; ésa, o “la Peggy Olson de Mad Men”. Aunque tiene una curiosa carrera en el cine (más orientada últimamente hacia lo independiente), ella es una estrella forjada en la pequeña pantalla desde su adolescencia en El ala oeste de la Casa Blanca, y lo mismo ocurre con Jon Hamm. Puede haber aparecido en comedias exitosas y haber hecho de villano; el público continuará asociándolo siempre a Don Draper.
El de Elisabeth Moss es un caso de trasvase entre televisión y cine que es mucho más habitual de lo que parece, y en el que la fama que dan las series contribuye, aunque sea muy poco, a generar cierto interés entre el público que va a las salas. En una era en la que ni los taquillazos de Marvel son capaces de crear estrellas (Chris Evans apenas tiene éxitos masivos en cine fuera de sus participaciones como Capitán América), son las series las que albergan ese potencial por el mero hecho de que crean familiaridad con sus actores. Es verdad que eso va en contra del estatus inalcanzable de diva/o de la gran pantalla que se llevaba hace años, pero las cosas han cambiado tanto, que la familiaridad de verlo semana a semana en casa es un valor a tener en cuenta.
A Benedict Cumberbatch no lo ha hecho famoso ser el Doctor Extraño; si logró ese papel, fue porque la serie Sherlock había llevado a su cara a todos los rincones del mundo. Netflix, y no las películas de superhéroes, es ahora mismo quien tiene más capacidad de crear una estrella global.
¿Va a llevar espectadores a ver Free Guy que Jodie Comer esté entre sus actores? Ryan Reynolds es, probablemente, su mayor atractivo, pero podríamos hacer una porra para comprobar en cuántas entrevistas con el reparto (que incluye también a Taika Waititi) preguntan por Killing Eve porque Comer está ahí. O acaban hablando de Stranger Things porque Joe Keery también sale en la película. El respingo que dio toda mi fila en el cine al ver de repente a Villanelle en Star Wars. El ascenso de Skywalker ya quería decir algo.
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