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Miguel Ángel Silvestre: “Me gustaría decirle a Pablo Ibar que creo en él”

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Una serie como En el corredor de la muerte es un caramelito para cualquier actor, pero también un proyecto difícil. El elegido por Movistar+ y Bambú Producciones para dar vida a Pablo Ibar, preso en Estados Unidos que lleva dos décadas intentando probar su inocencia, fue Miguel Ángel Silvestre, quien expuso durante su paso por el FesTVal qué necesitaba tener claro para embarcarse en el proyecto: “Cuando me llaman y me dicen que es la historia de Pablo Ibar dije que era una responsabilidad, no solo porque estoy interpretando a alguien real sino por la cuestión de si es inocente o no y qué defiende la serie”.

“Es una serie que habla de la pena de muerte y te tienes que empezar a cuestionar preguntas de las cuales tenías sensaciones, pero no una idea firme en la cabeza”, apuntaba el actor, “Entonces pude hablar con Nacho Carretero y ver qué piensa él y me fui formando una opinión sobre la pena de muerte: qué osadía la del ser humano sin tener nada que se sostiene. Pienso que la naturaleza ya se encarga de ordenarse y el juicio del ser humano puede ser muy osado y muy manipulado”.

Y aunque desde la cadena y la productora aseguran que la serie no se posiciona, sino que pretende que sea el espectador quien saque sus propias conclusiones, Miguel Ángel sí se moja sobre qué opina del caso que ha llevado a la pantalla: “Empecé a leer, a ver vídeos e imágenes, a muchos forenses que hablan del frontal de la cara de Pablo, la diferencia de la ceja de Pablo y el asesino, la mandíbula… Muchas cosas que analizándolas puedes decir que es inocente; definitivamente no es él. Hay una prueba que todavía es más firme que es la del ADN, durante años nada encontraron nada de Pablo. Pero una cosa que me ayudó finalmente a tomar la decisión fue una imagen que me mandó Nacho que es la nuca de Pablo Ibar y la del asesino: tienen las orejas muy diferentes y es algo que me llamó mucho la atención”.

Estoy convencido de la inocencia de Pablo Ibar y convencido de estar en contra de la pena de muerte”, sentenciaba. “Entonces a partir de ahí empecé a trabajar con una determinación que no podría tener en otros trabajos. Tenía mucha presión, pero también confiaba mucho en la visión de Ramón Campos, Teresa Fernández Valdés y Diego Sotelo [productores ejecutivos], que iba a ser muy respetuosa, y también en el punto de vista del director Carlos Marqués-Marcet que en sus películas las emociones no están nada edulcoradas”.

Una vez posicionado respecto al caso de Pablo Ibar, Miguel Ángel Silvestre se implicó profesional y emocionalmente en contar su historia a través de esta ficción de cuatro episodios en la que realiza un meticuloso trabajo actoral: “Para preparar el personaje empecé con el acento, que es inevitable que te ayude a cambiar la expresión. Veía muchos vídeos y ensayaba el acento y luego arrancamos el proceso de ensayos de dos semanas en las que Carlos propuso muchos ejercicios de vivir acontecimientos de la vida de Pablo que no se cuentan en el guion pero que cuando se hacen saltos de cinco o seis años, ahí tiene que haber un cambio, y estuvimos investigándolos. Pasábamos, por ejemplo, por los enfados que podía tener con el padre”, recuerda.

Su espinita clavada es no haber podido tener un encuentro con el propio Pablo: “Cuando empezamos el proceso hablé con Ramón y le dije que me gustaría ir a conocerle y hablar con él, pero estaba en prisión preventiva y solo podía tener contacto con el abogado, por lo cual era imposible. Pero me gustaría ir a verle ahora, si él lo cree oportuno, y decirle que creo en él”.

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alvaro

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