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Vuelta a ‘Entre naranjos’, el gran despliegue de Josefina Molina en TVE

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La serie se ambienta en la Valencia del 1900. (Fuente: RTVE)

De los 39 Premios Nacionales de Cinematografía entregados, ninguno había caído en una directora hasta este año. Por fin, Josefina Molina se lleva a casa el galardón, el orgullo de abrir el camino para las realizadoras y la pena de hacerlo en la cuadragésima edición. Con motivo del reconocimiento, La 2 está reemitiendo su serie Entre naranjos, el último trabajo de una mujer pionera del cine y la televisión de nuestro país, que sigue abriendo caminos a día de hoy.

Adaptación en tres episodios de una novela de Vicente Blasco Ibáñez que Televisión Española produjo en 1998, la serie fue uno de los grandes despliegues de medios de la cadena pública en su momento, con más de 100 localizaciones y montones de actores. El primero de los capítulos se emitió el pasado domingo, y los otros dos se pasarán en las noches de los siguientes domingos del mes, después de Versión Española.

Un señorito de Valencia

Entre naranjos retrata (en un principio, al menos) la vida en Alcira, una rústica localidad de Valencia, en los últimos años del siglo XIX. Allí, la paz de los campos de cítricos solo la perturban las inclemencias del tiempo y las correrías de los ricachones propietarios de los terrenos y las gentes ilustradas, que alimentan los cuchicheos del pueblo.

Un joven Toni Cantó es Rafael Brull, un casanova repipi recién llegado de una estancia de estudios en Italia. El señorito, aún resacoso de su Erasmus decimonónico, encuentra en una Alcira más paleta de lo que recordaba a una misteriosa mujer a la que, muy en la línea de la novela romántica del momento, decide acosar con lustroso garbo. Al mismo tiempo, heredero del momentum político de su difunto padre, el joven es encumbrado a diputado en Madrid (ya, a mí también me da la risa).

Entre los paseos en tren del Levante a la capital y vuelta, Molina se lució poniendo en pantalla la España de final de siglo a ritmo de Wagner. Además de una buena oportunidad para acercar el hocico a la tele pública de los 90, la serie es una curiosa ventana a una España de trenes rudimentarios, coches de caballos y rechonchos y tramposos curas que se hacen besar la mano.

(Fuente: TVE)

Aunque con serios problemas de ritmo (el visionado de esos episodios de hora y media es todo un reto para el público de hoy), Molina supo exprimir a los actores, amortizar la historia del novelista y aprovechar al máximo las posibilidades estéticas de la tele del zoom. La poética lluvia torrencial que arrasa la villa, los protagonistas oportunamente vestidos de mujer, lo bucólico del canto de los pájaros o el subrayado martilleo de los relojes son solo algunos de los elementos con los que Molina enriqueció en gran medida el lenguaje de su producción.

A todas esas inteligentes composiciones, juegos y ardides plásticos se suma el fantástico personaje de Leonora, interpretada por Nina Agustí. La mujer, una cantante de ópera nativa de Alcira que regresa al tiempo que Rafael, está escrita como una dama buscada que reniega metatextualmente (“¡No me hagas como en las novelas!”) de los galanes que la persiguen en relucientes monólogos. La autoconsciencia, sobre todo alrededor de este personaje, es uno de los puntos más interesantes del trabajo de Molina: por ejemplo, cuando unas señoras estiradas sermonean a Leonora, premonizando y recordando a la vez la Guía de la buena esposa de Pilar Primo de Rivera, hablan directamente a la cámara.

La pionera

Además de una excelente artesana del lenguaje televisivo, Josefina Molina ha sido una pieza clave en la lucha por ganar agencia para las mujeres en la industria audiovisual. La cordobesa, ahora una mujer de 82 años y rostro amable, tuvo que endurecer bastante el gesto para abrirse camino en un panorama hostil.

La directora Josefina Molina, Premio Nacional de Cinematografía 2019.

Con una carrera profesional ecléctica que arrancó en TVE, la directora y guionista fue también una de las fundadoras de la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales (CIMA), entidad que monitoriza y apoya el papel de las mujeres en la industria. Para la televisión ha escrito y dirigido series como El camino, Teresa de Jesús o la presente Entre naranjos. Fue la primera directora que recibió un Goya de Honor de la Academia de Cine, y la primera salida de la Escuela de Cinematografía en los 60.

A ese impresionante palmarés se suma ahora el Premio Nacional de Cinematografía, que solo habían recibido antes siete actrices, la guionista Lola Salvador, la diseñadora de vestuario y expresidenta de la Academia Yvonne Blake y la productora Esther García.

Los dos capítulos restantes de ‘Entre naranjos’ se emitirán los domingos 15 y 22 de septiembre en La 2.

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antonio

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