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Cuando menos es más, en defensa de los dramas de media hora

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Stephan James y Julia Roberts en un episodio de ‘Homecoming’. (Fuente: Amazon)

Hace justo un año publicamos aquí en Fuera de Series un artículo en el que reivindicábamos el formato de media hora, destacando series como Fleabag, Atlanta, Transparent o SMILF, propuestas que resultan muy difíciles de enmarcar en un género concreto, y a las que terminamos llamando dramedias, porque es lo que suele hacerse cuando sus episodios no sobrepasan la media hora y no pueden definirse como comedias puras porque no tienen sus convenciones narrativas, estructura, intención ni ritmo.

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En realidad, la duración de los episodios de las series de televisión nunca ha estado determinada por el género ni el tiempo que se necesita para contar una historia, es un tema de estricto negocio relacionado con la parrilla de programación de las cadenas que tenían unos bloques horarios que rellenar y unos minutos de publicidad que vender. Así, empezó la tradición en las cadenas en abierto de Estados Unidos con las comedias de 24-25 minutos más seis o cinco minutos de publicidad, con las que cubren media hora de programación (y con dos comedias, una hora; al ser generalmente multicámaras, el coste era menor que un episodio dramático). En los dramas, dependiendo de si la transmisión es en abierto o por cable básico, los episodios pueden durar entre 41–48 minutos de episodio.

Cuando HBO se introdujo en la producción original, episodios de series como Los Soprano tuvieron una duración promedio de 50 minutos (entre 45 y 60 minutos), una regla no escrita para la que cada serie posterior ha encontrado sus excepciones y las ha convertido en eventos, como Juego de Tronos o Westworld que han tenido episodios que han llegado hasta los 80 minutos. En cable básico también ha habido episodios con una mayor duración de la acostumbrada en series como Breaking Bad, Fargo, Legion o Mr. Robot; y no solo ocurre en los dramas, episodios de series como Master of None en Netflix han llegado a los 57 minutos.

Con la llegada de las plataformas de streaming, que no tienen las ataduras de una parrilla de programación, podíamos esperar una mayor libertad en este sentido y, aunque con el ejemplo reciente de Maniac en Netflix podemos comprobar que así ha sido, la tendencia habitual es que todos los episodios de series que no son comedia se acerquen a la hora de duración. Y la sensación del espectador es que no siempre (casi nunca) tantos minutos son necesarios.

Este año hemos tenido dos propuestas de series que no pueden enmarcarse (ni a la fuerza) como dramedias y cuyos episodios no sobrepasan la media hora, Sorry for Your Loss en Facebook Watch y Homecoming en Amazon Prime Video. La primera, es una serie sobre el duelo y la depresión, y la segunda, un thriller. Ambas han demostrado que es posible narrar sus historias en ese formato y también han conseguido algo que cada vez es más escaso y, por lo tanto, más apreciado cuando ocurre: darle valor al episodio como unidad narrativa y no como un eslabón más que solo es importante cuando vemos la cadena completa.

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Pensaron que como la nueva forma de consumo es el maratón podían dejar a un lado cómo contar bien las historias; se olvidaron del placer que nos produce ver un episodio redondo. Cuando vemos una temporada en un par de sentadas y después queremos recordar qué pasó en cuál episodio, es casi imposible hacerlo. Y no es tanto porque hayamos visto uno detrás de otro, es porque los episodios no tienen entidad. No pasa eso con series como Sorry for Your Loss y Homecoming, que consiguen hacer más con menos tiempo: sus episodios tienen identidad propia y cuentan historias complejas (narrativa o emocionalmente) con la mitad de tiempo que invierten otras.

No son las primeras series dramáticas que adoptan ese formato; casos recientes son los de Room 104 o The Girlfriend Experience, y hace casi una década, En terapia, de HBO, también experimentó con la narración dramática en formato de media hora, ya se ha demostrado que es posible. Quizá para las cadenas de televisión tradicional asumir un cambio de este tipo sea un tema mucho más complejo debido al modelo de negocio, pero las plataformas de streaming deberían empezar a planteárselo ya porque, si bien es cierto que estamos dispuestos a ver varios episodios de sus series en cada sesión, que los tengamos disponibles a golpe de clic puede dejar de ser una ventaja, si en el mismo tiempo que destinamos a ver una temporada completa de Homecoming, solo podemos ver tres episodios de The Romanoffs, o cinco de alguna de Netflix en la que aún no nos han dicho qué es lo que quieren contar.

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valentina

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