El ‘spin-off’ mantiene a Pol como protagonista. (Fuente: Movistar+)
El cambio debía ser notorio. Héctor Lozano juró y perjuró que su nueva serie, el spin-off que Movistar+ había encargado tras la conclusión de Merlí en TV3, iba a ser distinta. Tras la desaparición del mentor que daba nombre a la serie, Merlí: Sapere Aude no podía jugar de nuevo la baza del paternalismo bien. La estrategia era apuntar a una edad, la universitaria, que es para el creador “una edad bisagra, de pequeños adultos”.
La primera temporada de la serie redujo la distancia entre profesor y alumnado para homogeneizar a todos los personajes como personas más o menos eficientemente adultas, y lo hizo bien. Sin perder, eso sí, el idealismo por el camino. Un camino que al trasladarse a la pantalla ha quedado, según Lozano, “como la vida misma: drama y humor”. Desde Fuera de Series hemos podido desandar ese paseo junto al creador, deteniéndonos a observar y diseccionar cada baldosa.
La clase social, por ejemplo, era un tema poco presente en Merlí, y que Merlí: Sapere Aude ha tocado bastante. A lo largo de la temporada, en boca de Pol Rubio (el personaje de Carlos Cuevas, que protagoniza el spin-off) hay varias letanías que muestran un sentimiento de clase mucho más intenso y explícito. Parece que Pol es más consciente de las diferencias en esta nueva serie: “ Sí, y lo es, yo creo, al compararse con Rai [uno de los nuevos personajes, al que da vida Pablo Capuz]”, explica el creador.
“Pol conoce a este personaje, que es un chico de clase alta, un niño rico; compara lo suyo con lo que tiene el otro y, de repente, le parece obsceno lo que Rai muestra. Por una parte reivindica; pero, por otra, siente una atracción por ese mundo”. ¿Esa atracción entronca con la otra, la erótica, todas dentro del mismo marco fascinante? “Sí, yo creo que todo va junto”, señala Lozano. “De Rai le atrae, aparte de su físico o su manera de ser, todo lo que tiene. Todo lo que lleva en el pack. La opulencia, esa vida regalada…”.
Ocupar el rectorado
En la línea de esa reivindicación, la temporada también ha mostrado una revuelta estudiantil; algo que, en cierto modo, tenía que acabar saliendo. El sistema educativo, marco de la serie original (que lo presentaba como una institución utópica, emancipadora y llena de promesas), aparece aquí de forma más problemática, haciendo hincapié en la precariedad de ciertos sectores del profesorado y de los alumnos. “Se ve esta situación actual, que es, de hecho, la misma que hace muchos años”, apunta el creador. “Protestas estudiantiles ya había muchas en los 80, que yo no viví pero conozco. Es como una manifestación intemporal”.
“La que aparece en la serie es igual que una ocupación del rectorado de la Universidad de Barcelona [donde se rodó la temporada], de 2012. Lo pillé de ahí. Mi idea era llenar ese espacio tan emblemático”. La extrañeza que habría provocado una escena como esa (que en Sapere Aude encaja tan bien) si hubiese aparecido en la otra Merlí es evidente. “Es que es algo más de la universidad que del instituto”, aclara. “Tampoco es que en aquel instituto todo fuera genial; Merlí era muy crítico. Pero sí, con la universidad va distinto: las luchas ya dependen más del alumno que del profesor”.
“Era un ‘spin-off’, estaban avisados”
Todas estas mutaciones deben haber dejado claro al público heredado, que migró de la serie de TV3 a la de Movistar+, que Merlí: Sapere Aude es otra cosa. “Quien busque Merlí, exactamente como era, no lo va a encontrar. Ya dijimos que esto era una serie diferente, y no Merlí 4”. Lozano recuerda al espectador, además, que su nueva producción traía colgada la etiqueta de spin-off, así que “estaban avisados”.
El tratamiento de la clase social es una de las grandes diferencias. (Fuente: Movistar+)
Que el título siga incluyendo el nombre del ya inolvidable papel de Francesc Orella, la verdad, no ayuda. “Creo que esta temporada sirve de despedida de aquel personaje”, infiere. “Para que el espectador que conozca la otra serie se vaya desligando. En una segunda temporada [de Merlí: Sapere Aude] ya no tendría sentido que se hiciera referencia a él en cada capítulo”. Eso, en esta primera entrega, sí ha ocurrido; e incluso ha habido cameo.
Lozano tenía planeadas, en un principio, varias apariciones de Merlí (que se persona como una proyección del pensamiento de Pol en el primer episodio de la temporada). Al final, el cameo de Orella se quedó en una única escena, pues creía que “era abusar”. “Podría haber acabado como un gag, en un tono diferente”, previene el creador, con el alivio de quien ha esquivado una bala. En su caso, la del fan-service.
El súmmum de aquello fue el epílogo de la tercera y última temporada de Merlí, en el que Lozano se servía de una elipsis para mostrar el futuro de los personajes y rellenar cada hueco (seguramente por miedo a que no llegara una oferta de continuación como la de Movistar+ y que sus creaciones quedasen a medio cocer). ¿Habrá constreñido ese flashforward de alguna manera su escritura? “Qué va. Lo habría hecho si el salto en el tiempo hubiese sido de tres meses, pero es que, ¿siete años? En siete años, Pol se puede enamorar diez veces, o puede irse a Perú a vivir. Aún estamos en el año cero; no voy a ligarme a eso”, responde Lozano. “Me estoy dejando llevar”.
“La filosofía en la serie ha subido un escalón”
La filosofía, tuétano de la franquicia, es una idea más flotante y satelital en Merlí: Sapere Aude que en la iteración anterior, donde se explicaba un autor por capítulo. “Bueno, yo creo que satélite no es”, replica. “Las clases duran lo que duran; esto es una serie, no puedes estar ahí quince minutos”. El creador piensa que la sensación de que hay menos filosofía se debe precisamente a que no se ha asignado a un pensador o una teórica por episodio: “Igual esa concreción daba la sensación de profundidad; pero lo que hacemos ahora, tratar conceptos y dilemas sin hablar de alguien en concreto, me parecía subir un escalón. Encuentro más maduro hacerlo así”.
La filosofía es más madura, y más complicada. (Fuente: Movistar+)
“Hay también clases de lógica, que no se entienden para nada porque es algo difícil, y esta es otra realidad de la filosofía: la tasa de abandono”. Lozano asegura que, si uno se fija, puede ver que “en las primeras clases hay más gente que en las últimas. Puede ser que en la siguiente temporada haya todavía menos”. La concreción que ha cedido la filosofía en el spin-off la han recogido las tramas fuera de las aulas: ¿calan los mensajes de forma distinta en ese lenguaje que es, de alguna manera, más de andar por casa que el docente?
Hay que romper tabús, ¿no?
En Sapere Aude, la huelga estudiantil y los garitos gays les han comido el terreno a Epicuro y Judith Butler a la hora de hablar de determinados temas. “Bueno, yo creo que están bien ambas cosas”, señala. “Esto no significa que no se vaya a hablar de ello en clase en un futuro, pero también se puede hablar de la libertad sexual mostrando un garito gay en el que un tío disfruta con dos tíos y se meten popper, o lo que sea”.
“O con un personaje…” (y se interrumpe a sí mismo para refunfuñar que “dicen que hay mucho sexo en la serie”, presagiando el tema más candente de todo lo que rodea a la recepción de Sapere Aude). “O un personaje que se estimula analmente con un objeto cotidiano. Pues creo que está bien verlo, a mí me gusta. Hay que romper tabús, ¿no? Y no seré el primero que pone escenas sexuales, pero ya te digo que muchas estimulaciones anales no encontrarás en las ficciones”. La incomodidad de algunos espectadores, asegura Lozano, no hace sino confirmar ese tabú.
“Y eso que mostramos el sexo de una manera muy elegante; y el sexo es guarro, no es elegante”, sentencia. Regreso entonces a su queja velada, cuyo tono agrio daba a entender que, a su parecer, tampoco hay tantas secuencias eróticas en la temporada. “Yo creo que no hay tanto, que estamos en la medida justa. En la vida hay sexo como hay muerte, problemas económicos… Pero he leído de todo: hay gente que se incomoda y gente que está encantada”.
Héctor Lozano cuenta que en Merlí: Sapere Aude se habla de sexo porque se habla de todo, y no había razón para incluir en la temporada ciertos temas y dejar fuera otros. “En las series americanas hay mucho sexo, pero aquí molesta más. Es normal, cuando te toca de cerca…”. El creador se repite la pregunta a sí mismo; molesto, entiendo, tanto por que una audiencia algo pacata se escandalice como por que la prensa quiera (queramos) estudiar dicho escándalo. “¿Hay sexo? Sí. Estamos en la universidad, con gente joven… Entiendo que no todo el mundo liga”, se excusa. “Pero esto es una serie”.
La primera temporada de ‘Merlí: Sapere Aude’ está disponible completa bajo demanda en Movistar+.