Dacre Montgomery, como Billy en ‘Stranger Things 3’. (Fuente: Netflix)
En la coctelera de referencias al cine de los 80 que es Stranger Things, el trabajo del director John Carpenter ha sido siempre fundamental. En una serie que tiraba de Poltergeist, Los Goonies y hasta E.T., no podía quedarse fuera uno de los cineastas que más moldeó el género de terror en aquella década, imbuyéndolo de gore y una tensión casi insoportable. Los responsables de la serie, como el productor y director Shawn Levy, ya habían apuntado que Carpenter iba a ser la gran referencia de los nuevos episodios y, una vez vistos, lo que queda claro es que casi deberían darle crédito de productor asociado.
La cosa es la película suya de la que más tira la temporada 3 de Stranger Things. Y, si no habéis visto aún ningún episodio de la serie de Netflix, lo mejor es que no sigáis leyendo.
‘La cosa’ vs ‘Stranger Things 3’
El modo en el que el Azotamentes, el monstruo que habita el Mundo del Revés, se infiltra de nuevo en Hawkins es un clásico ya desde la ciencia ficción y el terror de los 50. No es casualidad que los villanos de la temporada sean los soviéticos, en lugar de un programa secreto del gobierno de Estados Unidos, pues muchas de las historias de invasiones que contó el cine norteamericano desde aquella década tenía muy presente el llamado terror rojo: el miedo a que la URSS invadiera el país infiltrando a sus agentes de manera silenciosa.
La invasión de los ladrones de los cuerpos, por ejemplo, ya mostraba un pueblo en el que los alienígenas clonaban a sus habitantes y los suplantaban para hacerse con el control. El propio Carpenter dirigió en los 90 un remake de El pueblo de los malditos en el que nacían multitud de niños en una pequeña localidad que, pese a su apariencia casi normal, podían dominar las mentes de los adultos, y una de sus grandes películas de culto es Están vivos, cuyo protagonista descubría que la clase dirigente estaba formada por extraterrestres que habían adoptado forma humana y obligaban a la gente a gastar sin medida.
(Fuente: Netflix)
La labor de Billy una vez es poseído por el Azotamentes es construirle un ejército de zombies, de personas de Hawkins controladas por el monstruo para conseguir, así, dominar el mundo de arriba infiltrándose sin que nadie lo perciba. Hasta que Will y Eleven se dan cuenta de lo que está pasando.
La principal influencia en toda esa trama es La invasión de los ultracuerpos, pero la ambientación en los 80 y el modo en el que actúa el monstruo nos lleva a La cosa, que ya era una nueva versión de una película de los 50, El enigma de otro mundo. En aquel filme, los científicos descubrían en el Ártico una nave espacial enterrada bajo el hielo y, cuando la sacaban de allí, liberaban a un alienígena que los mataba uno a uno. Carpenter introdujo el componente de paranoia y desconfianza al hacer que ese extraterrestre fuera un parásito que se introducía en el cuerpo de los humanos y los volvía locos, pero para cuando los demás se percataban de que tenían un “infectado” entre ellos, ya era demasiado tarde.
Esa paranoia estaba muy presente en los 80 en Estados Unidos durante el gobierno de Ronald Reagan y sus advertencias de que los soviéticos podían espiarlos y haberse infiltrado entre los americanos de a pie (el viejo temor que lanzó, por ejemplo, la “caza de brujas” del senador MacCarthy en los 50). Ambientándose en 1985, la tercera temporada de Stranger Things no podía obviarlo, así que mezcla un plan malvado de los rusos y el miedo a que invadieran Estados Unidos (que dio pie a películas de la época como Amanecer rojo) con el terror muy explícito y asqueroso de La cosa.
Los guiños al cine de Carpenter están por toda la temporada; por ejemplo, Eleven ve el coche de Billy como si fuera el de Christine, y la aparición del monstruo en esa antigua fundición abandonada también recuerda inevitablemente a sus películas. Redoblar su apuesta por el terror (subgénero, body horror) le ha salido bien a la serie.
La temporada 3 de ‘Stranger Things’ está disponible en Netflix.