‘Los Simpson’ ha tenido especiales de Halloween desde su temporada dos. (Fuente: FOX)
Sin tradiciones no hay fiestas, y Halloween no es menos. Las modas vienen y van, como esa invasión de disfraces de Harley Quinn hace unos años (habrá que ver cuántos de los palurdos que lo criticaron en su momento eligen este año al bochornoso Joker de Joaquin Phoenix como vestimenta), pero lo que hace de la fiesta de los muertos vivientes un lugar familiar cada año es, sin lugar a dudas, la más ineludible de sus citas: los especiales de Los Simpson.
La familia amarilla se ha granjeado la fama de dar rienda suelta a las ideas más locas y desquitarse con las referencias pop más vehementes durante la efeméride del 31 de octubre (para este año, sin ir más lejos, los parodiados han sido los chiquillos goonianos de la ubicua Stranger Things), así que aquí te recopilamos las cinco mejores historias de La casa-árbol del terror. Bu.
‘Es la Gran Calabaza, Milhouse’
El especial de la vigésima temporada (es decir, el número 19) no es moco de pavo. Por su parodia grotesca de Transformers, sí, y también por su homenaje a Mad Men en otro de sus cortes. Pero la joya de la terna es el segmento que celebra el legado de Peanuts: en concreto, convirtiendo uno de sus especiales de acción de gracias en uno de Halloween.
El episodio, además de ser una instantánea clave de la relación entre los complejísimos personajes de Lisa y Milhouse (la joven sabionda renuncia a su fiesta estudiantil para quedarse con el peliazul porque “se le empañan las gafas cuando llora”, ¡ay!, qué diálogos), está lleno de nostalgia. El amor a Charlie Brown, Snoopy y compañía está en la secuencia inicial, en los disfraces y hasta en la música; aunque se dice que para el “Gran” del título original tuvieron que usar “Grand” y no “Great” (como sí aparecía en el capítulo de Peanuts) por complicaciones legales. Homenajes a punta de pistola.
‘Cuatro decapitaciones y un funeral’
El juego holmesiano de La casa-árbol del terror XV (temporada 16) es sin duda el más molón de los tres cortes que componen el capítulo, pero sus competidores no se quedan atrás. Por un lado, tenemos al sufrido y cristianísimo Ned Flanders en una violenta catarsis en la que, por fin, como aquel alcalde de La Ñora, le pega 18 tiros a su desagradable vecino. Por otro, está el viaje al interior del cuerpo del señor Burns, en el que Homer se queda atrapado. Pero nada como el aroma del té en el 221B de Baker Street.
En el segmento central del especial, Lisa y Bart se convierten en la detective Eliza Simpson y su ayudante, el doctor Bartley; y, para estos sosias de Holmes y Watson, un imitador de Jack el Destripador que come empanada de anguila. La evidente admiración por la prosa de Sir Arthur Conan Doyle se ve en los graciosísimos acentos británicos que adoptan los personajes, pero también en el retrato de ese explosivo Londres victoriano que podría fácilmente provocar un colapso cerebral a Le Corbusier. Como guinda, todos bailan juntos I’ve got you under my skin, de Sinatra.
‘La noche del delfín’
En la entrega de la duodécima temporada, los dos primeros segmentos de quedaron inmediatamente eclipsados por una de las historias más macabras, locas e inquietantes que han pasado por la serie de Matt Groening: La noche del delfín. Lisa libera al atormentado Snorky del acuario de la ciudad, pero este resulta ser el líder de una revolución que destierra a la raza humana a la vida en el mar. Aún se me encoge el alma cuando recuerdo que un puñado de cadáveres flotando en el agua forman la frase “THE END?”.
Además de por tener a la vegetariana de la familia gritando “Hijo de…” a un pequeño delfín, la historia es maravillosa por lo cruento de la batalla entre los springfieldianos y los invasores acuáticos, empalamiento de Lenny incluido. Pista: los resentidos pudieron zurrar a algún que otro cetáceo en el juego de Los Simpson de PlayStation 2. Además, este fue el primer episodio de la serie en el que Carlos Ysbert dobló a Homer Simpson, tras el fallecimiento del inolvidable Carlos Revilla, la primera voz del personaje, por un ataque al corazón ese mismo año.
‘El resplandor’
Aunque la serie lo ha intentado después (con meritorio homenaje a La naranja mecánica y extenso repaso de la filmografía de Stanley Kubrick en el especial de la temporada 26), el de La casa del terror V es el acercamiento definitivo de la serie a la obra del sugerente director. Y la mejor parodia de una historia de Stephen King. Y quizá el mejor episodio de todos (aunque no el mejor episodio de Halloween, ese honor lo ostenta otro que enseguida descubriréis).
El sexto episodio de la sexta temporada celebró la noche de los muertos y las brujas con tres grandes cortes, entallados con mimo y talento. La del resplandior (“¡Shhh, que nos acusan de plagio!”), junto a los Springfields alternativos que descubre un Homer viajero del tiempo y el menú de la cafetería del colegio sustentado en carne de niño, es una de las historias más perturbadoras de La casa-árbol del terror. Y no lo es por casualidad: uno de los productores en aquel momento, David Mirkin, estaba tan enfadado por las críticas sobre una supuesta violencia excesiva en la serie que hizo todo lo posible por hacer un especial verdaderamente escalofriante.
‘Homer al cubo’
Compartiendo espacio en La casa-árbol del terror VI con el tipo del anuncio de Lard Lad que cobra vida y la parodia de Pesadilla en Elm Street, este corte es probablemente lo más alucinante que ha pasado nunca en Springfield. En el episodio, un guiño a un capítulo de The Twilight Zone, Homer se esconde de sus irritantes cuñadas como tantas veces. El armario que elige, sin embargo, lo transporta a eso que los personajes denominan “la tercera dimensión”.
Más allá de las divertidas referencias de la historieta, desde Tron hasta el astrofísico que Homer recuerda como “aquel tipo de la silla de ruedas”, esta aventura de la familia amarilla es brillante en lo formal, en lo protorreal, arrastrando al padre de la familia por un geométrico entorno modelado por ordenador para después lanzarlo sobre imágenes reales (y concluyendo con un inquietante Homer CGI entrando en una pastelería erótica de la Studio City de Los Angeles). Según reconoce el propio equipo, se arrepienten de haber presentado este episodio a los Emmy, pensando que el ardid de las 3D (que, por otro lado, funcionan de maravilla) les aseguraría el galardón, que perdieron ante un especial navideño de Pinky y Cerebro. Era demasiado pronto.