New Amsterdam no es una serie nueva, su estreno en NBC se remonta al 2018 y también se emitió un tiempo en Antena 3 en nuestro país, pero con la inclusión del título en Netflix su popularidad se ha disparado. Y no es para menos; la ficción es una oda a la sanidad pública y a la importancia de no perder de vista la finalidad de un médico, que no es otra que la de cuidar.
El New Amsterdam es el mayor hospital público de Nueva York. Se ha convertido en una pequeña ciudad que funciona al margen del exterior, tiene su propia cárcel, su propio colegio y hasta un juzgado, pero sobre todo tiene muchos pacientes que no pueden recurrir a otro lugar en un país donde la sanidad no queda cubierta con los impuestos. Este es, pues, un drama algo distinto, con menos glamour y más problemas estructurales.
Bajo el liderazgo del doctor Max Goodwin (Ryan Eggold), en la serie seguiremos el día a día y los casos que se suceden en el hospital. A decir verdad, ese podría ser el resumen de casi cualquier drama médico, pero en este caso el referente más directo podría ser St. Elsewhere, serie de los años ochenta, que otro más cercano en el tiempo como e Anatomía de Grey. Pese a que existen relaciones sentimentales, aquí prima el trabajo en equipo y la supervivencia de un modelo anómalo en un país donde la sanidad debe buscar sus recursos en fundaciones privadas.
En ese sentido, es muy pedagógico el debate constante que plantea New Amsterdam sobre la presencia de los sanitarios en los medios de comunicación y la conveniencia de que una persona se convierta en un fenómeno mediático. Y es que algo así es una ventaja evidente, pues cuanta más gente conozca a tus médicos y les ponga cara, más fácil es que donen dinero. Por el contrario, menos posibilidad de practicar el ejercicio tendrá.
De hecho, esta discusión se encuentra desde la primera escena, donde el director del hospital decide no ir en traje sino en zapatillas y bata. En otro contexto podría ser simplemente un rasgo del personaje (estoy pensando en el doctor House), en este, sin embargo, es toda una declaración de intenciones: la finalidad de un médico es estar con los pacientes, no en los despachos. Así, New Amsterdam es ante todo una serie política, una oda a otras formas de estructurar el estado del bienestar, al acceso a los estudios superiores según condición social y una ejemplificación constante de por qué un centro como este es imprescindible. Y además es divertida.
La serie no pierde de vista que no es un documental político y, sobre esa estructura argumentativa, cada episodio trae casos médicos que copan nuestra atención y establece tramas entre el personal. Estas son interesantes desde su arranque y no necesita demasiado rodaje para que se coja cariño a sus protagonistas. A la vez, es una producción suficientemente rica para hablar de muchas cosas importantes y sin dejar de despertarte interés, pero con suficientes diferencias respecto a los títulos más habituales como para que quieras más de New Amsterdam y no de cualquier otro de los muchos dramas médicos que tenemos ahora mismo en emisión o en plataformas.
Sin duda, rescatar este título es una gran idea que hará que devoremos las dos temporadas que hay en la plataforma en un abrir y cerrar de ojos. Su tercera temporada, en cambio, acaba de estrenarse en Estados Unidos y todavía no hay fecha de estreno aquí.
‘New Amsterdam’ está disponible en Netflix.