Falcon y el Soldado de Invierno, la nueva serie de Marvel que se estrena en Disney+ el 19 de marzo, recupera a los personajes del título, dos viejos conocidos del UCM, pero con un giro tan refrescante que pilló desprevenidos incluso a sus actores. Sam Wilson y Bucky Barnes, interpretados respectivamente por Anthony Mackie y Sebastian Stan, regresan a las pantallas en una producción de seis episodios que se ambienta después de lo sucedido en Vengadores: Endgame y reúne a los dos justicieros en una aventura de corte buddy movie que reverberará en el resto del cosmos de la editorial.
La serie se aproxima a estos dos personajes de una forma que no habíamos visto en las películas. «Creo que por fin estamos haciendo zum en su búsqueda de identidad, en términos de aceptar realmente su pasado y, en cierto modo, reeducarse a sí mismo», explica Stan sobre su personaje. «Yo estaba muy cómodo con él en las películas, y entonces nos metimos en esto y pensamos: ‘¿Cómo es Bucky ahora?’». Esa pregunta domina el planteamiento de Falcon y el Soldado de Invierno, que parte de la innegable evolución que han sufrido los personajes en estos siete años que han transcurrido desde su incorporación al Universo Cinematográfico de Marvel. Mackie, por su parte, descubrió divertido que su personaje era originario de Louisiana, como él mismo: «Pedí comerme un cangrejo de río [símbolo del estado] en cámara, pero me dijeron que no», cuenta. «Estoy emocionado por que todo el mundo vea al nuevo y mejorado Sam Wilson».
La dinámica de camaradas forzosos que los dos héroes han ido desarrollando más o menos desde la película Capitán América: Civil War era la excusa idónea para juntar a Stan y Mackie, buenos amigos fuera del set, y ahondar en el pasado de sus personajes. En el primer episodio «vemos un buen montón de acción y, lo más importante, conocemos quién diablos son ellos», apunta Kevin Feige, presidente de Marvel Studios y máxima autoridad creativa de la marca. Mackie añade que la magia no surge solo de la fricción entre el Falcon y el Soldado de Invierno, sino entre los propios actores: «Creo que lo genial de esto es que no puedes encontrar dos personas más opuestas que Sebastian y yo, pero hay un respeto mutuo entre nosotros. Nos escuchamos, aprendemos y nos enseñamos un montón el uno al otro; por eso, nos permitimos dar lo mejor de nosotros mismos y corregirnos cuando no lo estamos haciendo».
Stan confía el éxito de la serie a un ingrediente en especial: «Creo que todo depende del tono, e intentamos trazar una línea muy fina entre que estos personajes tengan cimientos, sean reales y lidien con asuntos muy serios, pero que también se diviertan y conecten». Para trabajar ese tono, Malcolm Spellman, guionista principal del proyecto, y Kari Skogland, directora, han partido con cierta ventaja con respecto a quienes trabajaron con estos mismos personajes en el cine. Las historias de él y las imágenes de ella no tendrán dos horas para cautivar al espectador, sino seis. «En ese tiempo, te puedes involucrar con los personajes de una manera que una película no permite», confiesa Skogland. «En una serie puedes irte por meandros y entrar en las vidas de los personajes».
La hoja de ruta no difirió mucho de la que siguen los proyectos para la gran pantalla. Según la realizadora, su equipo se acercó a la historia «como a una película de seis horas, y luego simplemente buscamos por dónde cortar»; no obstante, los ropajes de la ficción televisiva permitieron a los creadores mucha más holgura para desplegar un misterio que solo comienza a atisbarse en el primer episodio. Desde dónde se pone el foco de un plano hasta el hecho de ver a Bucky en terapia, cuenta Skogland, todo en la serie vale para «profundizar» e «intimar con los personajes». Una serie «permite narrar horizontalmente, y el ritmo es completamente diferente», amplía Spellman, pero puntualiza que no pueden llevarse todo el crédito por utilizar un tono que ya estaba resumido en «12 segundos de Capitán América: Civil War en los que todo el mundo supo que estos dos tipos iban a ser algo trascendente».
Habiendo sido concebida como el bautismo de fuego de Marvel en el negocio catódico —aunque los retrasos nacidos de la COVID-19 provocaron que la otra serie de Marvel Studios, Bruja Escarlata y Visión, se estrenara antes—, Falcon y el Soldado de Invierno se sacó adelante con un propósito muy concreto en mente. Anthony Mackie lo detalla: «Creo que Vengadores: Endgame fue un cambio monumental del uinverso superheroico. El alcance de esa película es algo más grande de lo que creo que nadie había imaginado, así que nuestra meta era no pifiarla. No queríamos ser el primer proyecto mierdoso [crappy, en inglés] de Marvel». Feige insiste en que la ambición que el estudio ha demostrado en sus trabajos dirigidos a la sala de cine no ha tenido que reducirse ni un ápice para encajar en los salones de hogares de todo el mundo: «No solo por emitirse en televisión iba a dejar de ser lo más grande posible o íbamos a trabajar menos duro».
Como tal, la serie tampoco vivirá al margen del resto de ficciones del UCM. Sea como fuere, asegura el mandamás de Marvel, Bucky Barnes y Sam Wilson representan dos pilares esenciales para la macronarración en la que habitan y todo lo que les ocurra «puede y debe» tener impacto en el resto de historias que vendrán detrás de Falcon y el Soldado de Invierno —en televisión, por el momento, Loki, What If…?, Ms Marvel, Hawkeye, She-Hulk y Moon Knight—. «No todo lo que pasa introduce algún nuevo elemento de los cómics o parte la Tierra en dos», concede Feige, «pero puede haber cambios en los personajes que tengan enormes implicaciones en las historias que contaremos en el futuro».
‘Falcon y el Soldado de Invierno’ se estrena el 19 de marzo en Disney+.