Este artículo contiene spoilers de la cuarta temporada de ‘El joven Sheldon’.
Las voces han cambiado, literalmente. Los tres niños Cooper están creciendo y sus timbres ya no suenan tan infantiles; con ello, además, parte de las tramas de El joven Sheldon se han visto forzadas a evolucionar. Era irremediable que este punto llegara, pero además en este caso sabemos que en algún momento alcanzaremos lugares sin retorno. El de esta serie es un camino que ya conocemos por The Big Bang Theory y al que nos vamos acercando.
La ambición de Georgie
Ya todos sabemos que el futuro de Georgie no está en las aulas. En la pasada temporada asomaba el tema, pero en esta ha sido evidente que no es que no quiera estudiar, es que quiere trabajar. La opción por la que se ha optado con el mayor de los hermanos es muy inteligente; no denosta los estudios, no es un vago ni un caradura, es que quiere hacer otras cosas. Acostumbrados como estamos a que la vida laboral temprana sea una consecuencia del desdén a lo intelectual, con Georgie estamos viendo algo muy distinto. El tío es un currante, se esfuerza, mueve el coco y se preocupa por hacer las cosas bien, pero lo hace lejos de los libros.
Es curioso, porque aunque siempre hemos tenido presente lo temprano que Sheldon se mueve con adultos, ha pasado un poco desapercibido que no es el único que ha crecido rápido. Es ahora donde la coralidad de la serie juega a nuestro favor, porque la relación entre ambos hermanos es más bien escueta y no tendría sentido seguir a Georgie si esto fuera meramente una biografía del pequeño, pero no tenemos que dejar de seguirle la pista a ambos gracias a que El joven Sheldon dejó de ser la serie de únicamente una persona hace mucho tiempo.
Se abren las apuestas con Meemaw
Espero que estemos todos de acuerdo en que hay un novio chachi para Meemaw y que no es el actual. Amamos al doctor Sturgis; es dulce, piensa en ella, le trata bien y cada conversación que mantienen es emocionante y prueba de la relación que queremos para Connie. Es cierto que el entrenador es más divertido, tiene más fuerza y da situaciones graciosas con su cabezonería, pero si estás del lado bueno de la historia, desearás que Sturgis venza y convenza a la chica. Ambos se merecen amorcito y nosotros merecemos no perderle la pista a la versión benévola de Sheldon.
Missy y el fin de la niñez
En mi corazón Missy es la gran ganadora de la serie de Chuck Lorre, no puedo evitar sentir mucha empatía con sus episodios porque es lo mejor que se puede tener con un papel infantil: rompe los esquemas, tiene personalidad, es fuerte y vive condicionada a ser la sombra del genio. Si algo estamos viendo es que ese carácter que le vimos en The Big Bang Theory no sale de la nada, la chavala ha tenido desde siempre muchas cosas que decir, y sabe llevar ser la segunda sin que eso la calle.
Estos años le hemos visto hacer deporte en equipos masculinos y ganarse su sitio, pero no dejaba de ser una niña graciosa. Es en la cuarta temporada donde se ha hecho evidente que esta no puede seguir siendo una serie de niños. Las criaturas han crecido y se hace palpable con ella. Su voz es completamente distinta y ha adquirido un timbre adulto, pero no es solo eso, porque ahora tiene novios, le rompen el corazón y reacciona con ira, gritos e incomprensión, como la preadolescente que es. Sus escenas poco a poco están dejando de ser solamente simpáticas y en ella va a caer el peso gordo de esos años de peleas y música taladrante que la entienda y que se repita hasta la saciedad.
Sheldon se acerca al final inevitable
El salto a la universidad es, posiblemente, uno de los arcos que menos sorprende y aporta. De alguna forma sabemos que es solo un lugar temporal antes de recalar en Caltech y ahora también lo sabe Sheldon. Su archienemiga le ha mostrado que las verdaderas aspiraciones se encuentran en lugares de renombre y lejos de casa, pero su situación es la que es, amarrado a una madre que, comprensiblemente, no quiere dejar a su hijo solo todavía. La serie no ha sabido encontrar el punto a este tema; si bien su funcionamiento en el instituto era divertido y disfrutable, las escenas universitarias se han convertido en algo bastante anodino que no logra sonar bien; una pena, ya que no es que haya precisamente malos actores, es solo que no ha logrado encontrar el punto que sí tenía en su anterior centro.
Un cliffhanger para acabar la temporada
Reconozco que dudé de si ese era el final real. Los Cooper se han peleado, algunos pensamos que es lo que toca, que esa pareja se rompa y Mary encuentre un lugar en el mundo donde no pretendan que sea la señora de nadie. Sin embargo, sabemos que no es exactamente el futuro que le espera, o que el divorcio no es el camino por el que llegará a su independencia.
Durante toda la temporada se ha cocinado a fuego lento esa última escena; la vecina abandonada que decide que eso no le va a vencer y empieza a quererse a ella, a verse guapa, a ganar confianza. Solo era cuestión de tiempo que alguien se cruzara en su camino. Mi angelito caído quiere drama, enredos y a un George metiendo la pata y cometiendo un error. Mi angelito prístino, en cambio, cree que Mary no se merece algo así, que George es un patán que se gana que lo dejen en la mitad de episodios, pero que su mujer no merece que rompan algo que considera tan sagrado como el matrimonio.
A nosotros nos quedan unos meses de especular. Tras esa mesa de billar y ese cruce de miradas puede haber un lío muy gordo, una infidelidad y el cisma en los Cooper, pero también se puede llegar a ese momento donde George mire a los ojos de la vecina de al lado y vea que su familia le espera en casa, que tras tanto grito lo que importa son otras cosas y que debe detenerse. Yo aún no me he puesto de acuerdo conmigo y no sé por cuál es la opción de mi apuesta.
‘El joven Sheldon’ está disponible en Movistar+.