“Los supervivientes del Oceanic 815 deberán aprender a sobrevivir en una isla llena de misterios” o “Qué pasa con los que quedan después de que el 2% de la población se esfume sin dejar rastro”, son dos ejemplos de series high concept, un término usado para describir historias cuya premisa puede venderse fácilmente con una o dos líneas que resumen un concepto impactante, novedoso y con potencial.
A pesar de que solemos asociarlo a los dramas, es más común en la comedia de lo que podemos pensar en un primer momento. Me llamo Earl o Galavant son ejemplos de comedias high concept y, desde Hechizada a El último hombre en la tierra o Santa Clarita Diet, pasando por Cosas de marcianos, la incorporación de elementos de ciencia ficción o fantasía para crear este tipo de premisas grandilocuentes ha sido explorada en el género casi desde los inicios de la televisión.
Pero si hasta mediados de la segunda década del siglo XXI lo habitual eran las comedias centradas en grupos de amigos o ambientadas en lugares de trabajo (workplace comedy), en los últimos años se ha despertado un interés por explorar otros mundos y plantear temas existenciales, en el que destacan dos tendencias: las series ambientadas en el espacio exterior y las que se preguntan qué pasa después de la muerte.
Maya Rudolph y Fred Armisen protagonizan ‘Forever’. (Fuente: Amazon Prime Video)
Ejemplos de la primera son The Orville, pendiente de estreno de su tercera temporada, Avenue 5, la serie del creador de Veep para HBO y, un poco a medio camino, Space Force, la serie de Greg Daniels que estrena Netflix el 29 de junio. La tendencia que está siendo explorada con mayor éxito es la segunda, con referentes como The Good Place, Miracle Workers, Forever, Upload (también de Greg Daniels) o, incluso, Muñeca rusa. Todas plantean una vida que continúa después de la muerte, pero cada una tiene un punto de vista particular y está interesada en explorar algo diferente. Y, lo más importante, consiguen trascender sus premisas haciendo que sea difícil hablar de ellas sin revelar giros de sus tramas serializadas.
Aunque la comedia de corte más tradicional sigue estando en los planes de futuro de las cadenas y plataformas y, en los últimos años, hemos visto renacer las multicámaras con público en directo -un formato que considerábamos propio del siglo pasado-, con series como Día a día, la libertad creativa y oportunidad de riesgo de producciones que ya no aspiran a convertirse en fenómenos de masas, sino en captar a un público de nicho fiel, está propiciando que podamos disfrutar de historias novedosas en un momento en el que parece que todo ya está inventado.
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