Rachel vestida de boda es la imagen más recordada de este capítulo. (Fuente: NBC)
Como ya habréis visto en 815 medios, Friends cumple 25 años este domingo. VEINTICINCO YA, qué mayores somos. Y para celebrarlo he decidido ver de nuevo el episodio piloto que lo cierto es que yo no lo vi hace tanto, porque claro, aquel día no estaba yo en Nueva York, andaría por Granada, y a mi casa no llegó la serie hasta los pases en abierto de Canal+. Pero año arriba, año abajo, hace un porrón de tiempo que vi la serie por primera vez (probablemente no empezase por el piloto, eran tiempos salvajes) y quería revivir los feelings.
Empezamos con la intro que, a diferencia de otras temporadas, no tiene imágenes episódicas (claro, no estan grabadas). Qué jóvenes todos, sobre todo Matt LeBlanc y qué mal le quedaba el pelito largo. Cuántas horas pasarían allí haciendo el bobo en la fuente, pero qué bien lo pasamos y qué difícil es no dar las palmas de las primeras frases de la canción, que bien buenrollera es.
La secuencia inicial sí la he visto mil veces porque es una obra maestra del guion y se estudia muchísimo. Porque es perfecta. Porque te presenta a todos los personajes con una frase, un chiste o un gag visual, sin tener que explicar nada. De Phoebe tenemos un detalle random y raro de su pasado, un novio que comía tiza, y el neurótico Chandler cuenta un sueño en el que su pene es un teléfono. Pero, desde luego, el mejor chiste es cuando Ross dice que quiere volver a casarse y aparece Rachel vestida de novia y acto seguido Chandler pide un millón de dólares. Icónico.
Con Ross abriendo el paraguas torpemente cuando intenta saludar a Rachel ya nos marcan la tensión sexual no resuelta que yo pensaba que no estaba tan marcada en el primer episodio ni tenía tanta importancia. No sé por qué, pero pensaba que la historia de los dos era algo que había ido surgiendo más adelante con el desarrollo de la serie, pero no, es prácticamente el centro del primer episodio. Desde ese primer encuentro hasta que le pide salir al final del episodio (o, mejor dicho, cogiendo un cucurucho), todo está dispuesto para que les veamos enamorarse. Incluso ella tiene una escena en la que mira dramáticamente por la ventana que parece poco propia de Friends. Lo que nadie sabía por aquel entonces es que harían falta 10 temporadas para llegar al final feliz.
La otra que se come la mayor parte del tiempo es Monica con una trama episódica sobre un tipo, Paul el de los vinos, que le cuenta una trola para acostarse con ella. En cambio Chandler, Joey y Phoebe, por el momento, quedan relegados a comparsas graciosillas. Y mientras Joey me cae un poco regular en este episodio, no paro de preguntarme por qué Phoebe es amiga de esta gente.
Pero, sobre todo, volviendo a ver el primer episodio de Friends me doy cuenta de lo mucho que subestimamos a Rachel. Primero porque es más graciosa de lo que sabíamos ver y segundo porque es quien tiene la historia de superación, dándose cuenta de que no quiere ser ese zapato que le habían dicho siempre que era y cortando el cordón umbilical y financiero de su padre para terminar siendo camarera del Central Perk. Ahí no hemos visto todavía a Gunther, ¡lástima!
Efectivamente, como siempre se dice, el piloto de la serie funciona como un reloj, pero viéndolo con ojos de ahora y sabiendo todo el potencial que alcanzaría la serie después, diría que es un episodio normalito tirando a bajo en comparación con otros más divertidos y que, además, está un pelín encorsetado, como si hubiese salido de una fórmula matemática de clase de guion. Es normal, toda sitcom necesita un tiempo de rodaje hasta encontrarse a sí misma y Friends comenzó bien, pero con el tiempo ganaría en naturalidad, química y desarrollo de personajes. Y tendríamos más de Phoebe, que hacía falta.