Si pensabas que a The Crown no le quedaba ningún premio por recibir estabas equivocado, porque el drama histórico de Netflix centrado en la familia real británica ha sido galardonado esta semana con el premio Spain Film Comission Fitur Screen a la mejor producción audiovisual. Se trata de un reconocimiento que se otorga a las ficciones rodadas en España que difunden las localizaciones representativas del país contando con compañías y profesionales españoles y que tengan repercusión internacional.
La última temporada de la creación de Peter Morgan cumple de sobra con todos estos requisitos, ya que las tramas de la primera gira real de Carlos de Inglaterra y Lady Di a Australia y Nueva Zelanda se rodaron en localizaciones de Andalucía. Aunque en realidad la serie ha confiado en esta comunidad autónoma desde su tercera entrega y esto, y las vacaciones de verano que tenemos a la vuelta de la esquina, nos parecen una excusa tan buena como cualquier otra para vestirnos nuestros atuendos más elegantes, coger la corona que tengamos más a mano y partir rumbo a la ruta andaluza de The Crown.
Málaga y Almería, las antípodas
Pocos podían imaginar que, con unas matrículas australianas, un vestuario ochentero y unos peinados de la época, algunos edificios y paisajes de Málaga y Almería podían representar a Australia y Nueva Zelanda de aquel entonces, pero los especialistas en localizaciones están hechos de otra pasta y no hay más que ver la última entrega de la producción para comprobar que, con imaginación y medios, todo es posible.
Uno de los momentos más espectaculares de la cuarta temporada de The Crown es cuando Carlos y Diana se dan el baño de masas en las calles de Brisbane. La secuencia comienza en la piscina de una azotea, para bajar con un travelling a ras de calle, donde una emocionada Lady Di recibe el calor de la gente. Esta escena se rodó en la calle Molina Lario, entre el hotel homónimo (el de la piscina) y el hotel Málaga Palacio.
La capital malagueña también hizo las veces de Brisbane cuando Diana acude a la competición de socorristas, en la que termina posando con un nutrido grupo de hombres en bañador. Para filmar esta secuencia, así como una de las fiestas de la gira y una visita al hospital con la misma protagonista, la producción utilizó la Residencia Militar Castañón de Mena, situada en el norte de la ciudad.
Otro de los emplazamientos malagueños más importantes que vemos en la producción fue el Palacio Monte Miramar, un enclave en el que habitualmente se celebran bodas y otro tipo de eventos sociales, pero que en esta ocasión representó la residencia del primer ministro australiano Bob Hawke (Richard Roxburgh).
La llegada a Australia de la pareja real fue rodada en El Toyo, Almería, la misma provincia que la producción utilizó para las secuencias de la pareja en el rancho de Auckland, Nueva Zelanda. En esta ocasión, para escenificar la primera parada del viaje de Carlos y Lady Di se escogió el paraje conocido como el Llano del Búho, muy cerca de la localidad de Tabernas.
Los aires californianos de Sevilla y Cádiz
En la tercera entrega de The Crown fue otra desdichada pareja la que protagonizó las tramas que se filmaron en Andalucía: la que formaron la princesa Margarita y Antony Armstrong-Jones, los condes de Snowdon. Ambientada entre los años 60 y 70, la pareja interpretada por Helena Bonham Carter y Ben Daniels se embarcaba en el segundo episodio en una gira por Estados Unidos que le llevaba a la soleada California. Y desde que ponen un pie en su destino en realidad se encuentran en Andalucía.
El aeropuerto en el que aterrizan, el de Los Ángeles, es en realidad el Palacio de Congresos de Torremolinos, en Málaga. La sucesión de fiestas y encuentros en los que son agasajados por la clase alta californiana se filmaron en el conocido hotel sevillano Alfonso XIII, en su inconfundible bar azul y el patio de su restaurante, y en la finca jerezana de La Peñuela.
Para plasmar su ruta por el estado de la costa oeste la ficción escogió escenarios de Sotogrande y otras localidades gaditanas, mientras que para cerrar la temporada, con el fracaso del matrimonio ya consumado, la serie se trasladaba a Algeciras y Zahara de los Atunes con sus playas haciendo las veces de la isla Mustique, al otro lado del Atlántico. Presente en las tramas de la tercera y la cuarta entrega, este idílico emplazamiento era el refugio habitual de la princesa y allí tuvo lugar su sonado idilio con Rody Llewellyn.
La provincia más meridional de la comunidad también formó parte de las tramas de Carlos de Inglaterra y en una secuencia en la que podemos verle embarcando, en realidad nos encontramos en el Campus de Puerto Real de la Universidad de Cádiz.
La incursión griega
Junto a California, Australia, Nueva Zelanda y la irresistible isla de Mustique, Andalucía se convirtió en Grecia en una trama relacionada con el Duque de Edimburgo. En el cuarto episodio de la tercera temporada, la acción se trasladó a Atenas para contar la difícil situación que atravesaba la princesa Alicia, la madre de Felipe. En aquella época, durante la II Guerra Mundial, vivía en un convento acogiendo refugiados judíos y para ambientar las secuencias interiores, la producción escogió el Convento de Santo Domingo, situado en Jerez de la Frontera.
Antes de partir rumbo al castillo de Windsor, donde la familia real le acogió en sus últimos años de vida, la princesa trató de vender una de las joyas familiares para hacer unos arreglos en el convento. Unas secuencias en las que aparece caminando por calles tomadas por las tropas, que se rodaron en la localidad sevillana de San Juan de Aznalfarache y, más concretamente, en la barriada de Nuestra Señora de Loreto, construida en los años 40 y reconocible por su modesta arquitectura, y el recinto monumental de los Sagrados Corazones.