Desde su primer capítulo, la cuarta temporada de #Luimelia ya demostraba que la madurez de su relato iba a ser su elemento diferenciador respecto a las anteriores. A lo largo de los ocho capítulos que han compuesto esta entrega, ya conclusa, hemos vivido junto a sus personajes escenas especialmente duras. Muchas veces, como espectador no es agradable ver este tipo de secuencias aunque, por lo que nos cuenta Carol Rovira, una de sus protagonistas, tampoco lo es para quien las interpreta. En estos episodios, la intérprete se ha enfrentado a momentos en los que la rabia, la impotencia y el dolor que sentía su personaje se fueron con ella tras el «¡Corten!».
«La discusión con mi padre». Esta es la clara y concisa respuesta que dio Rovira cuando le preguntamos si recordaba alguna escena especialmente dura de grabar durante esta cuarta entrega de #Luimelia. El momento del que habla tiene lugar al final del segundo capítulo cuando, tras conocer la relación que tenía Amelia con su familia y especialmente con su padre, todo acaba en una fuerte disputa entre ambos personajes. Durante todo el episodio Amelia se aguanta las ganas de decirle cuatro cosas a su padre y ante unas palabras desafortunadas de él («dos mujeres solas…»), termina explotando: «Me sentía como un volcán a punto de entrar en erupción», explica Rovira.
La dificultad de esta escena, que se grababa en plano secuencia, se incrementó por la falta de tiempo que les impedía repetirla una y otra vez hasta conseguir la toma que les convenciera. «Recuerdo decirle a Borja [Glez. Santaolalla, creador y director de la serie]: ‘Por favor, déjame hacer unas cuantas más para tener varias opciones’. Él me dejó, las hicimos y yo cada vez me cargaba más. Me acuerdo que en la última toma le eché un escupitajo a mi padre. No lo hice en la cara, sino en el pelo, pero fue de la carga que tenía». La actriz aclara que le pidió a Borja que no metiera en montaje esa toma porque era muy violenta, mientras que a él le había gustado porque «es la manera que tiene Amelia de demostrar esa rabia». Finalmente, la que se incluyó en el metraje final fue la primera que grabaron, una escena que tanto Borja como Diana Rojo, cocreadora de la ficción, pensaron desde el principio que había sido la mejor.
Esa ira que Amelia había ido experimentando durante la grabación de esa escena también se quedó con Carol al subirse al taxi para volver a casa: «Se me había quedado incrustada toda esa impotencia de no poder razonar con mi padre». Con esta emoción a flor de piel, lo primero que hizo la intérprete al subirse al coche fue «llamar a mi padre real y hablar con él. Me vino ese impulso de ‘necesito hablar con mi padre’ y charlar un rato con él y mi madre y decirles que les quiero. Es un poco como lo que le pasa a Luisita en el momento en que muere Tomás, que llama a sus padres. Me pasó lo mismo, pero en la vida real. Me fui muy cargada», concluye Rovira. Sobre esto, Borja añade que «Carol es una actriz muy de método y se lo come. Es como que el personaje le sobrepasa porque era una escena muy fuerte».
La escena de la lluvia, otro gran reto
Otro de los recordados momentos de esta temporada es la escena de la lluvia en la que Luisita y Amelia mantienen una seria conversación sobre su relación. Venían de ir acumulando muchos pensamientos y emociones durante los otros capítulos y la tormenta fue el momento perfecto para que ambas sacaran todo lo que llevaban dentro. «Fue bonito y duro a la vez. Es una mezcla curiosa, porque hacía muchísimo frío. Estábamos temblando mientras aguantábamos la lluvia», recuerda Rovira.
A grabar bajo esas condiciones climatológicas se añadía que también era un plano secuencia. «La grabamos del tirón. En el último trozo, que estaba todo ligado hasta la muerte del padre, recuerdo que cuando Paula me dijo ‘Era tu hermano’ y yo me entero de la trágica noticia, experimenté un dolor inmenso. Sentí que algo se me rompía por dentro…». Rovira desvela que no ha vuelto a ver el capítulo desde que pudo verlo en el primer premaster: «Quiero comprobar si realmente se ve ese dolor que experimenté yo porque fue muy fuerte, muy real. Vi en los ojos de Paula algo muy real y empaticé mucho con lo que pasaba en ese momento. Fue duro grabar ese momento, la verdad».
Para el director del episodio también es difícil no tener tiempo para rodar más de una toma en un plano secuencia y es, precisamente, lo que pasó con esta escena. Borja cuenta que ocurrió algo que a él personalmente no le gusta y es que las actrices vieron la secuencia nada más acabar de grabarla: «Pedí que me la pusieran y cuando me giro y me encuentro a las dos me dije ‘No’, porque claramente no les va a gustar y van a pedir otra. Yo, cuando acabó esa secuencia me emocioné, pero sabía perfectamente que no les iba a gustar, que querrían otra y también sabía que no podía porque o había un fallo garrafal que era imposible de montar o no podíamos repetir». Él recuerda que «Paula y Carol se fueron de bajón ese día porque no estaban convencidas, hasta que lo vieron montado». Fueron «dos escenas curiosamente en un plano secuencia en las que íbamos fatal de tiempo. Y, al final, son las dos que mejor han quedado interpretativamente», concluye.
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