Carlos y Diana en la ficción. (Fuente: Netflix)
Que la serie The Crown es una de las más prestigiosas de Netflix es algo que a nadie se le escapa a estas alturas, así como la más esperada de la plataforma en Reino Unido. Pero si con temporadas anteriores había conseguido un aplauso casi unánime respecto a su retrato de la monarquía, con pequeñas notas a pie de página sin demasiada relevancia, la cuarta entrega ha sido, de lejos, la que mayores controversias ha despertado, especialmente por el retrato del Príncipe Carlos.
La reacción más llamativa, y pública, hasta el momento ha llegado desde el Ministerio de Cultura del Reino Unido, que va a solicitar a Netflix que indique claramente que The Crown es una obra de ficción, como si el espectador medio no lo supiese ya. “Es una maravillosa obra de ficción, pero como otras producciones televisivas, Netflix debería ser muy claro desde el principio en que es solamente eso y nada más. Sin hacerlo, me temo que toda una generación de espectadores que no vivió esos eventos puede confundir la ficción con la realidad”, ha comentado el ministro de Cultura, Oliver Dowden, al periódico Mail on Sunday, asegurando que trasladará una petición formal a la compañía.
Aunque Dowden no aclara qué pasajes de la cuarta temporada de The Crown le parecen inexactos, en las últimas semanas han corrido ríos de tinta sobre las supuestas reacciones negativas que está teniendo la serie entre la familia real. Como no podía ser de otra forma, la figura de Diana de Gales aparece como la de la princesa del pueblo y, en contraposición, a Carlos de Inglaterra se le dibuja con aires de villano: infiel, déspota, frío. ¿Realidad o ficción? ¿demasiado juicio para una serie tan popular en el país que podría ver con otros ojos al hijo de la reina?
Según fuentes consultadas por los periódicos Telegraph y Daily Mail, supuestamente cercanas al propio Carlos, este se habría sentido “arrastrado por el barro” y hacen referencia a dos pasajes que le han dolido especialmente. Uno es el choque entre Carlos y su muy querido lord Mountbatten, quien según la serie le envió una carta poco antes de morir reprochándole que siguiese su idilio con Camila Parker Bowles en vez de sentar cabeza, poniendo además la palabra “traidor” en boca de Carlos.
El otro momento que ha escocido especialmente es cuando el duque de Edimburgo amenaza a Diana después de que ella decida no hablarle a Carlos; según el miembro de la familia real, se trata de una “insidiosa” licencia artística por parte de la serie. Por supuesto, también ha molestado que se muestre cómo el romance entre Carlos y Camila continuó durante su noviazgo y matrimonio con Diana, así como las escenas en las que tiene un comportamiento verbalmente agresivo con ella.
Australia también se queja
Diana en su viaje a Australia en ‘The Crown’. (Fuente: Netflix)
Por si este malestar dentro de la Casa Real -previsible, por otra parte- fuese poco, el viaje a Australia de los protagonistas de The Crown también ha levantado ampollas. Hablamos, en concreto, de la entrevista que concede el entonces Primer Ministro del país, Bob Hawke, en el que se refiere de forma despectiva a la familia real británica.
Ha sido el veterano programa 4 Corners del canal ABC, el mismo que se ve en la serie y que sigue en activo, quien ha querido puntualizar su participación en los hechos históricos. No solo señalan que la entrevista tuvo lugar en Melbourne, y no en Camberra, el 12 de febrero, y no el 26, sino que han mostrado el vídeo original para demostrar que nunca se llamó “cerda” a la reina en aquel programa.
Por supuesto, todas las series basadas en hechos históricos tienen sus licencias creativas que reman a favor de la obra de ficción, pero quizás a The Crown se le pide un mayor rigor al hablar de una figura tan conocida e importante como la reina de Inglaterra y su familia. En palabras de Charles Spencer, hermano de Diana, a ITV: “Los estadounidenses me dicen que han visto The Crown como si hubieran recibido una lección de historia. Bien, pues no es así. Es complicado; hay muchas conjeturas y muchas cosas inventadas. Puede estar basada en los hechos, pero las partes intermedias no son hechos”.