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‘Pequeñas Mentirosas’ vuelve con más secretos y mentiras

El young adult, que es como se conoce al género cultural enfocado a la última etapa de la adolescencia, vive un momento de lo más dulce. Sus libros, series y películas funcionan. Venden, gustan y atrapan. Entre jóvenes y entre adultos que lo consumimos casi como un placer culpable. Y hay multitud de casos estos años tanto de ejemplares únicos (cualquier cosa que toque John Green, por ejemplo) como de sagas infinitas que son seguidas fervientemente por adolescentes (la última vez que miré, Cazadores de Sombras superaba los 40 títulos entre cuentos, novelas publicadas y previsiones futuras, y eso sin contar serie, películas y comics).

La cultura mediática juvenil que rodea a las ficciones producidas estos años ayuda la creación de una legión de seguidores que se apasionan por sus objetos de consumo cultural y que forman un fandom de lo más activo. No se limitan a ser espectadores del producto, sino que aumentan su impacto mediante foros de debate, disfraces o creaciones propias de posibles secuelas o arcos secundarios.

(Fuente: AXN White)

Y Pequeñas Mentirosas no se escapa de este perfil. Basada en la saga de novelas de Sarah Sephard (que hasta el momento tiene 14 volúmenes publicados) sigue la vida de cuatro amigas — Spencer Hastings, Hanna Marin, Aria Montgomery y Emily Fields-, que se ven abocadas a la investigación de la desaparición de la cabecilla del grupo, Alison DiLaurentis.

La serie tiene todo lo que se puede esperar: músicas de misterio, romances a quilos, looks imposibles para ir al instituto, secretos inconfesables que todo el que no sea adulto acaba sabiendo, fiestas lujosas con unos disfraces de escándalo e intensidad a raudales. Qué ropas, qué maquillajes, que paga tienen que tener esas chiquillas para que les dé para todo eso. Es el clásico ejemplo de película de miedo en la que si en el primer minuto alguien hubiera tenido un ápice de sentido común, hubiera descolgado el teléfono, hubiera llamado a la policía y se habría acabado el drama.

Pero nos habríamos privado de estos fantásticos años de giros imposibles, gritos de sorpresa y mordeduras de uñas.

Tras la premisa de averiguar qué ha pasado con Alison DiLaurentis (porque sí, es uno de esos nombres que debe ir ligado a su apellido), las cuatro chicas descubren que hay alguien malvado responsable, no solo de la desaparición, sino también de un plan para acabar con ellas, y cuyo nombre es A.

¿Pero quién es A? Pistas por todos lados, máscaras, sudaderas escondidas en rincones de fotogramas, listas con quién se encuentra en cada momento para descartar candidatos y hasta estudios sobre la altura del supuesto A a partir de las escenas en que lo vemos, siempre tapado. Los seguidores enloquecieron, creando foros, wikis y hasta grupos de Facebook donde debatían semana tras semana la última migaja de pista que habían dejado sus creadores.

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