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Sex(ismo), Death & Robots

Imagen del episodio ‘The Witness’ de la antología ‘Love, Death & Robots’. (Fuente: Netflix)

Estoy segura, y nadie me va a convencer de lo contrario, de que en la serie de animación para adultos Love, Death & Robots de Netflix, la primera palabra del título siempre fue “Sex” y no “Love”. No sé por qué Tim Miller y David Fincher no fueron valientes para dejarlo (aunque su visión del sexo sea tan tóxica); después de todo, esta serie fue concebida inicialmente como una adaptación de Heavy Metal.

Como en la fuente de inspiración, en esta antología, además de violencia hay sexo gráfico. No es que el sexo sea un problema per se, pero sí lo son usar la violencia sexual como recurso dramático y la afición por convertir a la mujer en un objeto sexual. Y eso ocurre con mucha frecuencia en esta serie.

En Sonnie’s Edge, el detonante de la historia de la protagonista es que sufrió una violación en grupo, hay una violación a cámara lenta al gladiador de género femenino, una escena lésbica rodada con la mirada masculina del hombre heterosexual y violencia gráfica contra una mujer que está en el suelo.

En The Witness encontramos una escena en la que la protagonista baila desnuda y de forma muy explícita, que luego huye semi cubierta con un quimono que, a veces, le tapa un pezón. Nada de esto aporta algo a la trama, bien podría trabajar de camarera. Ella aparece desnuda en seis de los diez minutos que dura el episodio, el hombre que la persigue lleva camisa, pantalón y chaqueta.

Beyond the Aquila Rift alcanza niveles de absoluto ridículo en la representación de las fantasías masculinas más básicas, con una mujer que se tira cava en sus pechos desnudos porque sí, le practica sexo oral, le clava las uñas en la espalda del placer que siente y le dice lo sexy que es.

Imagen del episodio ‘Good Hunting’. (Fuente: Netflix)

Good Hunting nos demuestra que las criaturas mágicas también pueden ser sexualizadas y presenta a la protagonista como una mujer que es acosada y mutilada de forma muy gráfica mientras está desnuda. Y cuando está en un espacio que se supone seguro, la cámara la cosifica permanentemente.

“Esto no pasa en todos los episodios”, dirán algunos, como cuando dicen “Not All Men”, pero es que no debería ocurrir en ninguno. Punto. Otros dirán que las críticas son injustificadas porque hay muchos personajes femeninos y protagonistas. Sí, la problemática radica en cómo los (re)presentan.

Estos personajes son meras fantasías sexuales, en los casos de The Witness y Beyond the Aquila Rift, y frutos de un trauma por violencia sexual, en Sonnie’s Edge y Good Hunting, porque, claro, a los señores de esta serie no se les ocurre otro recurso argumental.

Y digo señores, porque en Love Death & Robots el sexismo delante de pantalla es una consecuencia del que sangra detrás ella. 18 cortos, todos dirigidos y escritos por varones, con excepción del guion de When The Yogurt Took Over, que está escrito por Janis Robertson. De 36 créditos posibles, solo uno corresponde a una mujer.

Las críticas al sexismo de Love, Death & Robots no se basan solamente en que sus responsables no hayan conseguido mujeres en la profesión para una antología de 18 episodios, que ya tiene gracia, pero que hayan decidido no hacerlo tiene como consecuencia que una male gaze caduca y rancia empañe el producto.

Estamos en 2019, pensaba que habíamos aprendido algo, Tim Miller y David Fincher.

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